Existe el peligro, demasiado fácil, de movilizar –por intereses oscuros– una masa "indignada" o propensa por su situación precaria, a la protesta
TemesD´Avui.org
Es un poco desagradable tratar de forma económica y material un acontecimiento espiritual, pero es necesario hacerlo ante la difusión de noticias demagógicas
La difícil situación económica que vive nuestro país hace que los medios de comunicación tengan una gran responsabilidad de no encender chispas que hagan más difícil la vida social o que apunten a demagogias fáciles. Es evidente que el pueblo, además de gozar del derecho a ser bien informado y no ser manipulado, tiene todo el derecho a protestar, como el pasado martes en Igualada, cuando considera que las políticas, las medidas concretas y los llamados recortes perjudican injustamente el bienestar de todos. Pero existe el peligro, demasiado fácil, de movilizar —por intereses oscuros— una masa indignada o propensa por su situación precaria, a la protesta.
Ya las voces contrarias al gasto de la organización de la Jornada Mundial de la Juventud, evento que tendrá lugar los próximos días en Madrid, organizado por la Iglesia Católica y con la presencia del Papa Benedicto XVI, están haciéndose oír con fuerza: una conjunción clerical y empresarial para un gran gasto inútil en plena crisis económica, es lo que vienen a decir. Simplemente quisiera dar unos puntos aclaratorios:
1. El presupuesto es de 50 millones de euros, un 75% aportado por los mismos peregrinos y un 25% por patrocinadores. No hay, por tanto, una subvención directa que provenga del erario público.
2. La colaboración pública queda reducida a la seguridad y a la cesión de instalaciones para acoger personas, teniendo presente que los gastos derivados del uso de las mismas las asume la organización.
3. En cuanto a los patrocinadores (entre ellos, por ejemplo, 'Prisa', empresa editora de El País y propietaria de la Cadena Ser) agrupados en la fundación 'Madrid Vivo', se benefician de desgravaciones por dar ayudas o por publicitar el logo de la JMJ. Esto es porque el evento ha sido declarado "de interés excepcional" por la ley presupuestaria. Hay muchos otros eventos con esta declaración (por ejemplo la Copa América de Vela) y la JMJ sólo representará un 8% de los recursos que el Estado gastará para este tipo de eventos. Si hay un debate sobre los costes y beneficios que generan los grandes acontecimientos en España, no creo que sea justo hacerlo sólo cuando estos están organizados por la Iglesia.
4. Por lo que respecta a los beneficios, se calculan en más de 60 millones de IVA por la actividad generada en torno a la JMJ. Además, grupos de restauradores se beneficiarán en 6 millones por las raciones de comida que se repartirán en una semana, así como los hoteleros, que salvarán el que siempre es el peor mes del año para la empleo —agosto— en la capital del Estado. Los beneficios de la visita del Papa a Barcelona, por ejemplo, han sido innegables: un 20% más de visitas a la Sagrada Familia.
Es un poco desagradable tratar de forma económica y material un acontecimiento espiritual, pero es necesario hacerlo ante la difusión de noticias demagógicas. Hay que tener en cuenta que la JMJ estaba prevista tiempo atrás, cuando no habíamos llegado a la difícil situación que vive nuestro país, y creo que se hacen esfuerzos para que el evento se realice con la máxima austeridad. Por último, creo que se minusvalora el impacto social de la JMJ: la crisis económica no sólo es una crisis material o monetaria: es también una crisis moral provocada por avaricia, especulación, irresponsabilidad, engaños con productos financieros, por crecer sin límites sin pensar en el futuro ni en la sostenibilidad... La experiencia cristiana compartida por cientos de miles de jóvenes también es una forma de apostar por un modelo de vida diferente y por una sociedad mejor: si la salida de la crisis sólo fuera una cuestión de rescates y recortes y no nos interrogara por cómo vivimos, a qué aspiramos, cuáles son las cosas realmente valiosas, cómo gestionamos y cómo tratamos a los demás, creo que quedaríamos en una visión muy limitada que fácilmente nos haría caer en la misma piedra.
Francisco Javier Bisbal y Talló, sacerdote de la diócesis de Vic y economista