ZENIT.org (Entrevista de Antonio Gaspari)
Paolo Gulisano: «Debemos tener esperanza: el pesimismo no es propio de los seres cansados del mal, sino de los seres cansados del bien»
Hace poco menos de un siglo, el genio literato de G.K Chesterton inventó su personaje más afortunado, el ‘padre Brown’, sacerdote investigador, que junto a su colega, el ladrón convertido ‘Flambeau’, ha fascinado a generaciones de lectores.
Chesterton abandonó a su personaje alrededor de la Primera Guerra Mundial para dedicarse a otras obras.
El padre Brown es un personaje de fantasía, pero si hubiese existido, ¿qué habría hecho?
Paolo Gulisano, biógrafo de Chesterton, vicepresidente de la Sociedad Chestertoniana Italiana, además de estar entre los mayores expertos de la literatura inglesa moderna (ha escrito sobre Tolkien, Lewis, Wilde) ha escrito una novela de corte histórico imaginando que en el cónclave de 1939 no se hubiese elegido al papa Eugenio Pacelli, sino a un cierto cardenal Brown, es decir al padre Brown que ha llegado a la cima de su carrera eclesiástica.
La novela titulada El destino del padre Brown (Sugarco Edizioni) recorre esta carrera, desde 1917 (cuando Chesterton abandona al padre Brown) hasta el cónclave definitivo.
Encontramos, por tanto, al padre Brown en el frente bélico italiano, en Caporetto, entre Cadorna y el agente secreto Kipling; lo encontramos en la Irlanda revolucionaria de Michael Collins, en la Roma de la Marcha de Mussolini, en el Turín de Frassati con don Sturzo.
Un padre Brown que se convierte primero en monseñor, luego en cardenal, amigo y colega de Eugenio Pacelli, al servicio de Pío XI, además de un misterioso cardenal anglo-español, Rafael Merry del Val, que lo usa en misiones secretas para el Vaticano.
En el libro, además de los personajes históricos, entre los que están Churchill y Tolkien, encontramos a un Flambeu que se ha retirado a España, con un hijo que —según la imaginación de Gulisano— se convierte en sacerdote y más tarde en secretario del cardenal Brown.
Encontramos a los amigos de Chesterton, como Belloc o el padre McNabb, y personajes literarios como Basil Grant y Patrick Dalroy.
Es una novela, en resumen, donde la historia verdadera del siglo XX y la ficción se entrelazan y llevan al lector a una trama interesante y divertida, emocionante y conmovedora.
Para saber más, ZENIT ha entrevistado a Paolo Gulisano.
Después de tantos años de actividad como ensayista, una novela de estreno particular...
He elegido la novela de ficción, un género literario poco practicado en Italia, pero muy difundido en el mundo anglosajón, basta pensar en El Señor del mundo de Robert Hugh Benson.
He querido replantear la historia de la primera mitad del siglo XX, entre las dos guerras mundiales, a través de los ojos de un personaje de excepción, el padre Brown de Chesterton, que vive nuevas aventuras, ya no con el papel de “sacerdote investigador” creado por Chesterton, sino en el de monseñor al servicio, más o menos secreto, de Su Santidad.
Un ‘padre Brown’ que este año cumple cien años...
Exactamente: hace cien años que el genio de Chesterton creaba el personaje del padre Brown. Uno de los autores más importantes de la cultura inglesa y europea del siglo XX, ensayista brillante y periodista que ya hacía una década de años encantaba a los lectores ingleses con sus páginas brillantes, que dio vida a su personaje más afortunado y famoso.
¿Cuál fue el secreto del éxito de las historias del ‘padre Brown’?
Se podría decir que el sacerdote católico (creado cuando Chesterton no había terminado su camino de conversión, que se concluyó en 1922), trabajaba con una eficaz defensa de la Caridad en la Verdad.
Chesterton mostró como se testifica la fe en una sociedad a la que le es indiferente, no sólo la católica, sino incluso la cristiana. La decena de relatos del padre Brown son un homenaje a la verdad.
A mi vez, retomo este personaje poniéndolo al lado de figuras históricas como el cardenal Merry del Val, que en mi novela se convierte en el gran mentor del sacerdote inglés, o Eugenio Pacelli o Pío XI. He hecho del padre Brown un buscador, un investigador de la Verdad.
El ‘padre Brown’ de su novela, monseñor y después cardenal, camina hacia su destino en el transcurso de los años hasta el cónclave de 1939 donde se convierte en pontífice. Se presenta como una figura valiente, que afronta los dramas de la Primera Guerra Mundial, que ve nacer –contrastándolas– las dictaduras, que vive diversas aventuras apasionantes. Pero como sacerdote, como pastor de almas, ¿qué quiere decir a los lectores?
Que el cristianismo en el transcurso de la historia siempre resucita, porque está fundado sobre un Dios que conoce el camino para salir del sepulcro. Las civilizaciones del mundo pueden pasar, entre dramas y tragedias, emociones y desilusiones, pero las palabras de Cristo no pasan.
La tarea del padre Brown, desde las calles de Roma hasta la sede pontificia es la de hacerlas resonar, darlas a este mundo que las rechaza. Debemos tener esperanza: el pesimismo no es propio de los seres cansados del mal, sino de los seres cansados del bien.
[Traducción del italiano por Carmen Álvarez]
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