Uno de los mayores y más complejos problemas sociales de nuestro tiempo no puede resolverse con soluciones arbitristas<br /><br />
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Es preciso enfocar el problema de la droga en el contexto de cuestiones decisivas, como el sentido de la vida, la crisis de la cultura y de los valores, y el papel prioritario de la familia en la educación de los hijos
Tras el derrotista informe de la ONU, avalado por un plantel de escritores, políticos y financieros, se publicó en Francia la propuesta de varios diputados socialistas, apoyados por los Verdes. Unos y otros querrían experimentar la legalización del cannabis. No parece ser ésta la postura de los países centroamericanos que sufren cada día más las consecuencias letales del narcotráfico.
En el marco de la Primera Conferencia Internacional de Apoyo a la Estrategia de Seguridad Centroamericana, que acaba de clausurarse en la ciudad de Guatemala, los líderes de esos pequeños países, junto con los de Colombia y México, apelan a la responsabilidad de los gobiernos de EEUU, Canadá y Europa, que son los mayores consumidores. No entienden en modo alguno que la legalización contribuya a reducir el consumo.
El presidente Álvaro Colom recordó que durante su mandato, desde 2008, en Guatemala se han incautado alijos por el equivalente a 8.700 millones de dólares. Pero señaló que, en esta lucha contra el crimen organizado, se está “llegando al límite de nuestras capacidades”. Por eso, pide apoyo a la comunidad internacional para llevar adelante la estrategia regional de seguridad, que contempla como elementos básicos el combate al delito; la prevención de la violencia; la rehabilitación, reinserción y seguridad penitenciaria, y el fortalecimiento institucional.
Todo esto será ineficiente si los países donde se concentra el consumo no adoptan medidas internas más exigentes: a juicio del mexicano Felipe Calderón, “el consumo de drogas en Estados Unidos sigue siendo tan alto que permite a las organizaciones criminales obtener ingresos cada vez más elevados”. Hillary Clinton reconoció su responsabilidad: el presidente Obama está dispuesto a destinar al año 10.000 millones de dólares para financiar la reducción de la demanda a través de la educación y prevención.
No parece que el futuro esté en la "legalización controlada del cannabis", que proponen los diputados socialistas franceses, encabezados por Daniel Vaillant, ex ministro del Interior. Rechazan esta propuesta el actual ministro, Claude Guéant, y la secretaria de Estado de Sanidad, Nora Berra. Tampoco parecen favorables François Hollande ni Ségolène Royal, candidatos a las primarias socialistas, aunque reconocen que la "cuestión merece reflexión, porque se sabe que la penalización no consigue resolver el problema". Manuel Valls, otro candidato a las primarias, va más lejos: esa solución está en contra de los “valores socialistas”. En definitiva, como señala Claude Guéant, “la lucha contra las drogas no debe ser abandonada, porque sea difícil” (Le Monde, 16.6.2011).
En el debate ha comparecido con fuerza Monique Pelletier, que se encargó en 1977 de dirigir los primeros trabajos oficiales sobre la situación de las drogas en Francia, con la consiguiente propuesta de políticas. Entre las razones que aduce contra la legalización, destaca la certeza científica de que el uso regular de cannabis causa lesiones cerebrales y enfermedades mentales. La solución no es legalizar, sino convencer a los jóvenes de los riesgos que implica la adicción, informándoles con veracidad y ganándose su confianza (Le Monde, 23.6.2011). Hay suficientes razones científicas sobre los males que causa la droga, como para que la Academia Americana de Pediatría haya optado claramente en contra de la liberalización del cannabis.
Muchos matices y argumentos de entidad aporta el extenso debate con Jean-Pierre Couteron, presidente de la Federación Addiction, que incluye la edición digital de Le Monde el 15 de junio 2011. No obstante, reconoce paladinamente la dificultad de prohibir aquello a lo que la propia sociedad incita: “vivimos en una sociedad fundamentalmente adictógena. En una sociedad que anima a consumir, a buscar sensaciones fuertes, a ir a tope; es una sociedad que ridiculiza las respuestas educativas”.
Como ha escrito Carlo Bellieni, “la droga no es principalmente un problema de delincuencia, sino de falta de esperanza y de proyecto vital, colmado por una felicidad artificial que destruye el cerebro” (L'Osservatore Romano, 9.6.2011). El anhelo de sentido y de amor del ser humano no puede ser colmado por el alcohol o las drogas. Por ese camino más bien se llega a la exclusión, a la marginalidad.
En definitiva, uno de los mayores y más complejos problemas sociales de nuestro tiempo no puede resolverse con soluciones arbitristas. Es preciso enfocarlo en el contexto de cuestiones decisivas, como el sentido de la vida, la crisis de la cultura y de los valores, y el papel prioritario de la familia en la educación de los hijos.