La religión no es un mero producto residual de la cultura, como cierta sociología reduccionista parece defender<br /><br />
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La religión se sitúa en el origen, en el centro y en el desarrollo de toda auténtica cultura
¿Qué tiene que ver el domingo, con la razón y la libertad? Pues tiene todo que ver, porque el domingo celebramos que Dios —el mismo que nos ha creado y que se ha hecho hombre para darnos la Vida verdadera— es el garante de la razón y de la libertad.
La explicación de Benedicto XVI es diáfana. Dios ha creado el mundo y el hombre, y Cristo es el artífice de la nueva creación, al liberarnos del pecado y su principal consecuencia: la muerte definitiva.
El relato bíblico de la creación termina con el sábado, diciendo pedagógicamente que en el séptimo día Dios descansó, y por eso el hombre debe descansar y alabar a Dios en ese día. Así se expresa la Alianza del hombre con Dios. «Dios ha hecho el mundo para que exista un lugar donde pueda comunicar su amor y desde el que la respuesta de amor regrese a Él» (Homilía en la Vigilia Pascual, 23-IV-2011).
Cristo resucita el primer día de la semana. Para los cristianos, desde la Iglesia naciente, el día más importante ya no será el último de la semana, sino el primero. Y por eso se comienza a celebrar la misa precisamente el “domingo”, que quiere decir “día del Señor”, invitando al encuentro con el Resucitado.
La conexión del domingo con la creación la expresa San Juan en el prólogo de su Evangelio. Señala que desde toda la eternidad el Verbo era Dios y estaba con Dios, era el Logos, es decir, la Palabra, la Razón, el sentido de las cosas que serían creadas. Dios creó todo, según el Génesis, con su Palabra (“Y dijo Dios…”) y con su amor (“Y vio Dios que era bueno”). Su Razón es una Razón creadora y amorosa. Por eso dice el Papa: «El principio de todas las cosas es la Razón creadora, es el amor, es la libertad».
Y añade: «Si el hombre fuese solamente un producto casual de la evolución en algún lugar al margen del universo, su vida estaría privada de sentido o sería incluso un trastorno de la naturaleza». Pero no procedemos de la irracionalidad, de la falta de libertad o de la casualidad, sino de la razón, de la libertad y del amor. «Y como de la libertad se puede hacer un uso inadecuado, existe también aquello que es contrario a la creación» (el mal, el pecado).
Pero la creación sigue siendo buena, la vida sigue siendo buena y “es bueno ser una persona humana”. Y con Cristo podemos superar el mal, recuperar el sentido de la vida humana y de su libertad.
Podemos concluir que la religión no es un mero producto residual de la cultura, como cierta sociología reduccionista parece defender. Al contrario, la religión se sitúa en el origen, en el centro y en el desarrollo de toda auténtica cultura. Y de ello es signo el domingo.
De esta forma, si alguien nos preguntara: ¿Por qué vas a misa el domingo? ¿Qué sentido tiene el domingo? Una respuesta sencilla y profunda, muy adecuada al momento actual, a sus crisis y problemas, sería ésta: «Lo celebramos porque ahora, gracias al Resucitado, se manifiesta definitivamente que la razón es más fuerte que la irracionalidad, la verdad más fuerte que la mentira, el amor más fuerte que la muerte».