Es un privilegio poder seguir un pontificado como el de Benedicto XVI
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Sus enseñanzas no son solo una riqueza para la Iglesia sino para toda una humanidad desorientada, como la actual
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Benedicto XVI continua siendo un desconocido para numerosas personas, todavía prisioneras de los muchos clichés que se han construido sobre Joseph Ratzinger. El Papa acaba de cumplir 84 años y el 19 de abril su pontificado llega al sexto aniversario. Y lo hace con una agenda repleta para los próximos meses. Como son fechas que invitan al balance, aunque sea provisional, pienso que se pueda decir que la acción del Papa, sin proponérselo, niega los lugares comunes más difundidos sobre su persona.
No pretendo ser exhaustivo sobre esos estereotipos, simplemente ofrezco algunos, seguidos de un breve comentario:
• Un Papa rígido, autoritario, retrógrado —la última muestra de colegialidad será la reunión que se tendrá en la Congregación para los obispos sobre el nombramiento del arzobispo de Milán, un tipo de iniciativa de la que no se tiene memoria.
• Un Papa encerrado —ha realizado 18 viajes internacionales y 28 en Italia. Y otros cuatro internacionales en proyecto para antes de que acabe 2011.
• Un Papa poco amigo de la comunicación —ha publicado un libro-entrevista, que se suma a los tres que ya hizo cuando era cardenal; dentro de unos días, será entrevistado en televisión; muchas de sus intervenciones –a veces, las mejores– son “sin papeles”.
• Un Papa “intelectual”, lejano de los problemas del mundo —su diagnóstico de la situación actual (redescubrir que no todo es lo mismo, que la verdad existe; recuperar la dimensión ética de las decisiones para evitar la dictadura de la técnica…) tienen una fuerte dimensión práctica.
• Un Papa con poco enganche con la juventud —lo veremos este verano en Madrid durante su tercera Jornada Mundial de la Juventud, después de las de Colonia y Sidney.
Es una pena que algunos todavía tengan las anteojeras puestas cuando se trata de hablar del Papa, pues estoy convencido de que es un privilegio poder seguir un pontificado como el de Benedicto XVI. Sus enseñanzas no son solo una riqueza para la Iglesia sino para toda una humanidad desorientada, como la actual. El Papa recuerda con frecuencia lo que parece obvio. Pero como afirmaba alguien, la labor de los grandes hombres es recordar lo obvio a sus contemporáneos distraídos con menudencias.