Era apenas una cartulina amarilla tamaño A3, manuscrita, que una chica levantaba sobre su cabeza…
En la manifestación en Lalín contra el proyecto de ley del ministro Wert se exhibió una pancarta maravillosa por lo que decía y por cómo lo decía. Era apenas una cartulina amarilla tamaño A3, manuscrita, que una chica levantaba sobre su cabeza: «Queremos una educación que forme Personas no Técnicos En Mantenimiento de este Sistema». Firmaría con entusiasmo debajo de esa frase. Comparto todos sus subrayados y todas sus mayúsculas, sin excepción ni matices. Cualquier modelo educativo avanzado debería proponerse semejante objetivo, pero…
También firmaría esa pancarta contra la vigente ley de educación y contra la anterior, forjadoras ambas de los técnicos en mantenimiento del sistema que padecemos, tan quebrado e inmoral. El medio más seguro de formar técnicos del sistema consiste en desconsiderar a los estudiantes como personas e intentar uniformarlos, convertirlos en clicks de Playmobil perfectamente intercambiables, indiferenciados, prescindibles (van incluso más allá de los famosos muñecos, porque los clicks, al menos, diferencian entre sexos). Se consigue excluyendo del proceso educativo a todo el que no esté de acuerdo con quien manda, de manera que el poder quede libre para moldear a capricho conciencias y espíritus, sin que ni siquiera los padres puedan decir o hacer nada, o muy poco, o a muy alto precio.
Y al final, en efecto, se logra criar un ganado tranquilo, que pasta manso en los centros comerciales mientras sueña con que es muy contestatario, revolucionario o liberal, porque se mueve en las lindes, señaladas ya en la infancia, de lo políticamente correcto. Ningún halcón capitalista sería capaz de inventar un modelo educativo más a propósito o conveniente para sus negocios, para el sistema.