Familia Actual
No podemos conformarnos con dar de comer a nuestros hijos, también debemos darles de leer. No podemos conformarnos con alimentar sus cuerpos; también tenemos que nutrir su espíritu.
Cuidar de ellos, asearlos, vestirlos, llenarles de afecto, enseñarles los hábitos básicos, ayudarles a crecer… son actos imprescindibles, tanto como lo son enseñarles a pensar, a sentir, a desear, a hacer volar su imaginación…
Hemos de darles de leer para que nuestros hijos crezcan por dentro y no sean personas anémicas, porque la lectura es como un complejo vitamínico que les prepara para el aprendizaje, les aporta vocabulario, les provee de experiencia, les proporciona conocimientos, les previene contra el aburrimiento, les abre horizontes…
Darles de leer se parece a darles de comer, es un hábito que requiere algunos actos concretos:
• Así como no esperamos a que sepa comer para darle la comida, no debemos esperar a que sepa leer para animarle a la lectura. Un buen lector comienza a formarse cuando todavía no sabe leer. Por eso existen los libros de pre-lectura, para que ya el bebé se familiarice con ellos, los toque, los mire, los muerda… Se aprende a leer en la escuela, pero se forman lectores en la familia.
• Así como fijamos las horas de las comidas, podemos hacer lo mismo con la lectura, estableciendo, por ejemplo, un rato al día en que toda la familia se pone a leer. Y es que el amor a la lectura se contagia. Si nunca nos ven con un libro en las manos, será difícil que nuestros hijos se interesen por la lectura. No podemos hacer que lean, pero sí crear un ambiente propicio en el que los libros formen parte del hogar.
• Así como debemos dar ejemplo en la mesa, debemos dárselo también en este tema: que nos vean disfrutar leyendo. Generamos expectativas positivas si comentamos cosas como “qué bueno es este libro”, si nos reímos cuando lo estamos leyendo, o les releemos un pasaje que nos ha gustado especialmente.
• Así como empezamos dándoles de comer a la boca (a veces diciendo “¡mmm… qué rico!”), deberemos también leerles cuentos cuando son pequeños y hacerlo saboreando la lectura, que perciban que disfrutamos con ello. Crearemos en nuestros hijos fascinación por las historias e interés por los libros que las contienen.
• Así como culminamos una celebración con una tarta o un pastel, no puede faltar un libro, por lo menos… Lógicamente, no se ha de regalar sólo libros, pero nunca deben faltar. Así irán completando su biblioteca.
• Así como intentamos preparar bien la comida, no sólo que sea nutritiva y sabrosa, sino también, presentarla de forma atractiva, del mismo modo hemos de buscar libros atractivos tanto en la forma como en el contenido. Los libros también entran por la vista (como la comida), sobre todo, por los ojos de los más pequeños. Hemos de tener en cuenta los dibujos, los colores, el tamaño y la forma de la letra… Cuando son un poco más mayores, es conveniente buscar libros relacionados con sus aficiones e intereses.
• Así como no debemos usar la comida como castigo (“¡Hoy te quedas sin postre!”), nunca haremos lo mismo con la lectura. No podemos enviarlos a leer a su habitación porque se han portado mal. Debemos presentar la lectura no como algo gravoso, sino como algo divertido. Leer es, en todo caso, un premio, jamás un castigo.
• Hay lógicamente cosas que no debemos hacer con la alimentación, pero sí con la lectura, por ejemplo: es bueno leer entre horas, empacharse con la lectura, mezclar libros o dejar un libro sin terminar (uno de los derechos del lector según Daniel Pennac).
Aprovechemos el Día del Libro para seguir dándoles de leer a nuestros hijos.
Pilar Guembe y Carlos Goñi
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