Celebración en Roma de la Pasión del Señor, que precedió al Vía Crucis en el Coliseo
“La palabra de la Cruz es también la respuesta de los cristianos al mal que sigue actuando en nosotros y a nuestro alrededor. Los cristianos deben responder al mal con el bien, tomando sobre sí la Cruz, como Jesús”
Ayer, Viernes Santo, el Santo Padre presidió, a las cinco de la tarde, en la basílica de San Pedro, la celebración de la Pasión del Señor. Después de la liturgia de la Palabra −en la que se escuchó el relato de la Pasión según San Juan− y la homilía, se rezó la Oración universal. El rito prosiguió con la adoración de la Santa Cruz y concluyó con la comunión.
Horas más tarde, a las nueve y cuarto de la noche, el Papa Francisco presidió por primera vez el Vía Crucis en el Coliseo de Roma. Este año los textos de las meditaciones y las oraciones que acompañan las estaciones habían sido escritos por dos jóvenes libaneses, guiados por el cardenal Bechara Boutros Raï, OMM, Patriarca de Antioquía de los Maronitas (Líbano). Las imágenes del libro de los fieles reproducían las realizadas por un anónimo franciscano de Belén del siglo XIX. Más de cien mil personas, muchísimas de ellas jóvenes, y un nutrido grupo procedente del Líbano asistieron al acto.
El Santo Padre siguió la ceremonia, que fue retransmitida en mundovisión, desde un pequeño palco en la ladera del Palatino. Dos jóvenes de la diócesis de Roma y dos libaneses sostenían las antorchas al lado de la cruz, que fue llevada por el cardenal Agostino Vallini, vicario de Su Santidad para la diócesis de Roma, dos seminaristas chinos, dos frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa, dos religiosas nigerianas y dos del Líbano, dos jóvenes de Brasil, dos familias de Italia y la India y una enferma en silla de ruedas.
Al final del Vía Crucis, el Papa pronunció las siguientes palabras:
Queridos hermanos y hermanas:
Os doy las gracias por haber participado tan numerosos en este momento de intensa oración. Y doy las gracias también a todos los que se han unido a nosotros a través de los medios de comunicación social, especialmente a las personas enfermas o ancianas. No quiero añadir muchas palabras. En esta noche debe permanecer sólo una palabra, que es la Cruz misma. La Cruz de Jesús es la Palabra con la que Dios ha respondido al mal del mundo.
A veces nos parece que Dios no responde al mal, que permanece en silencio. En realidad Dios ha hablado, ha respondido, y su respuesta es la Cruz de Cristo: una palabra que es amor, misericordia, perdón. Y también juicio: Dios nos juzga amándonos. Recordemos esto: Dios nos juzga amándonos. Si acojo su amor estoy salvado, si lo rechazo me condeno, no por él, sino por mí mismo, porque Dios no condena, Él sólo ama y salva.
Queridos hermanos, la palabra de la Cruz es también la respuesta de los cristianos al mal que sigue actuando en nosotros y a nuestro alrededor. Los cristianos deben responder al mal con el bien, tomando sobre sí la Cruz, como Jesús. Esta noche hemos escuchado el testimonio de nuestros hermanos del Líbano: son ellos que han compuesto estas hermosas meditaciones y oraciones. Les agradecemos de corazón este servicio y sobre todo el testimonio que nos dan. Lo hemos visto cuando el Papa Benedicto fue al Líbano: hemos visto la belleza y la fuerza de la comunión de los cristianos de aquella Tierra y de la amistad de tantos hermanos musulmanes y muchos otros. Ha sido un signo para Oriente Medio y para el mundo entero: un signo de esperanza.
Continuemos este Vía Crucis en la vida de cada día. Caminemos juntos por la vía de la Cruz, caminemos llevando en el corazón esta palabra de amor y de perdón. Caminemos esperando la resurrección de Jesús, que nos ama tanto. Es todo amor.