Debo dejar constancia de mis no pocas deudas intelectuales con el actual pontífice
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Pienso que es consciente de que su decisión invita a todos los católicos a rezar por su sucesor; yo ya he empezado...
A nadie podrá extrañar que para un profesor universitario haya constituido un auténtico regalo escuchar y leer a un papa que, forjado intelectualmente como profesor, ha considerado lógico no dejar de serlo; no ha renunciado siquiera a ir engrosando la amplia lista de sus aportaciones académicas. Para un laico, además, resultan reconfortantes los discursos de quien durante años los dirigió a universitarios de las más diversas mentalidades y creencias y no a un público adicto y previamente convencido.
Para quien ha sido durante casi dos decenios diputado, aparte de haber desempeñado y desempeñar aún otras responsabilidades públicas, resulta también muy de agradecer que Benedicto XVI haya dedicado de modo habitual una particular atención a problemas jurídico-políticos decisivos para nuestra convivencia democrática. Lo que sin duda me ha influido más de sus intervenciones ha sido su recurrente preocupación por el diálogo entre "fe y razón"; debo pues dejar constancia de mis no pocas deudas intelectuales con el actual pontífice.
Su inesperada renuncia resalta que, en lo humano, en la Iglesia los cargos son cargas; tanto más cuanto más arriba. Sobrenaturalmente demuestra una notable humildad y una confianza absoluta en que el Espíritu Santo se encargará de resolver esta novedosa situación para bien de la Iglesia. Pienso que además es consciente de que su decisión invita a todos los católicos a rezar por su sucesor. Yo ya he empezado...
Andrés Ollero, magistrado del Tribunal Constitucional