El Mundo
Reconocer humildemente esos límites humanos ante la opinión pública mundial es un gesto de amor a la verdad, a la verdad sobre sí mismo, algo que no es fácil; sólo hay que ver el apego a los cargos y la alta estima de sí mismos que tienen muchas personas
El cardenal Julián Herranz conoce como nadie los entresijos del Vaticano y de la Curia, el aparato administrativo de la Santa Sede. Al fin y al cabo este experto en Derecho Canónico lleva toda la vida en el Vaticano, donde entre otras muchas cosas ha sido presidente del Pontificio Consejo de Textos Legislativos y de la Comisión Disciplinaria de la Curia Romana.
El pasado lunes, como purpurado que es, estaba en el consistorio en el que Benedicto XVI anunció su decisión de dimitir.
¿Le sorprendió el anunció del Papa?
Sí, me sorprendió. Me sorprendió por la radical novedad de su decisión, que verdaderamente no tiene ningún precedente en la historia de la Iglesia. Se habla por ejemplo de la renuncia de Celestino V, pero fue distinto: era un anacoreta al que los cardenales decidieron nombrar Papa, pero que no tenía las condiciones humanas necesarias para ser Pontífice ni tenía conocimiento de la curia ni de las labores de Gobierno... Y no hay más precedentes históricos de una renuncia al Pontificado en perfectas condiciones mentales. Por todo eso me sorprendió. Pero, en cambio, no me sorprendió por la persona.
¿Quiere decir que le parece un gesto de coherencia intelectual?
El de Benedicto XVI es un acto que ha puesto de manifiesto dos grandes virtudes que yo siempre he admirado en él: la humildad y el amor a la Iglesia. Benedicto XVI es un Papa humilde, sencillo, profundamente inteligente que ha dado a conocer el Evangelio con gran profundidad teológica pero también con gran sensibilidad. El gesto del Papa me parece de una humildad heroica. Santa Teresa decía que la humildad era la verdad, y Benedicto XVI ha dicho muy claramente que por su avanzada edad no tiene fuerzas para ocuparse adecuadamente de ser pastor de la Iglesia universal y que su vigor en los últimos meses ha disminuido. Reconocer humildemente esos límites humanos ante la opinión pública mundial es un gesto de amor a la verdad, a la verdad sobre sí mismo, algo que no es fácil. Sólo hay que ver el apego a los cargos y la alta estima de sí mismos que tienen muchas personas.
¿En qué medida la dimisión de Benedicto XVI denota amor por la Iglesia?
El Papa ha hecho este gesto, y lo ha dicho claramente, porque no tiene el vigor suficiente para gobernar la barca de Pedro, para ser pastor de la Iglesia universal. La Iglesia, como ha dicho el propio Benedicto XVI, está en un mundo en plena transformación, sacudido por cuestiones de mucha importancia para la fe, y el Papa siente que ya no tiene el pulso firme para llevar el timón.
Hay quien considera que, con su anuncio de dimisión, el Papa también ha querido transmitir un mensaje a la curia, que como todos sabemos en los últimos meses se ha visto convulsionada por guerras internas y escándalos varios...
Yo creo que se ha exagerado la dimensión escandalosa que se ha dado sobre la Curia, una imagen que no corresponde a la verdad. En todas las familias siempre hay una oveja negra, pero lo que hay sobre todo en la curia son personas que trabajan con espíritu de sacrificio y una gran rectitud de intención. No creo que sea por eso por lo que el Papa ha decidido dar ese paso. Comprendo que se puedan hacer hipótesis, cábalas, me parece razonable. Pero viendo la situación desde dentro como la veo yo, habiendo compartido con el Papa encuentros de trabajo hasta hace sólo unos días, no me parece que sea ésa la razón.
Usted ha dirigido el equipo de tres cardenales que ha investigado el escándalo VatiLeaks. ¿Hasta qué punto cree que ese escándalo o el de la pederastia han podido influir en la decisión de Benedicto XVI?
Ésos son problemas que el Papa ha afrontado con gran decisión teológica y jurídica, como otros muchos. Insisto que afectan a una mínima parte de los ministros sagrados.
¿La Iglesia no volverá a ser la misma después de la dimisión de Benedicto XVI?
El gesto del Papa resulta muy novedoso comparado con 2.000 años de Historia de la Iglesia. Pero quizás en el futuro no lo sea tanto, gracias al ejemplo de humildad y de amor a la Iglesia que ha dado Benedicto XVI. La vida de los hombres cada vez se alarga más, pero eso no quiere decir que la vida física y mental de las personas se alargue igualmente, hay un empobrecimiento, una depauperación del organismo. Entra dentro de la lógica humana, y también del amor a la Iglesia, el que en un determinado momento se tenga la humildad de reconocer que uno no puede más y de retirarse, como Benedicto XVI ha hecho.
¿Cree que en ese sentido la larga agonía de Juan Pablo II puede haber influido en la decisión que ahora ha tomado Benedicto XVI?
Es posible. Pero yo no quiero entrar en la conciencia del Papa, no me lo permitiría nunca ni creo que sea legítimo. Yo no puedo dar más razones para explicar su decisión que las que él mismo ha dado.
En breve, un nuevo Papa convivirá en el Vaticano con un ex Papa. ¿Cómo cree que articulará esa relación? ¿No será muy difícil para el nuevo Pontífice?
No, no creo que sea difícil. Benedicto XVI es un hombre de una delicadeza humana y espiritual enormes, jamás se le ocurriría intervenir en lo que es competencia de otro, le repugnaría. No creo que en ese sentido vaya a haber ningún problema. Lo que no quita para que el nuevo Papa, en algún momento o en alguna ocasión, no vaya a pedir el consejo de Benedicto XVI.
¿Qué características debe de reunir el nuevo Papa? A la vista de lo que ha ocurrido con Ratzinger, ¿debería ser alguien joven, vigoroso?
Lo importante es que el nuevo Papa siga la línea de los padres de la Iglesia que ha seguido Benedicto XVI. Los padres de la Iglesia hicieron dos cosas fundamentales: conocer y amar a Cristo y enseñar a los primeros cristianos a vivir con entereza las exigencias de su bautismo en medio de una sociedad pagana. Las circunstancias del mundo actual no son muy distintas, y Benedicto XVI ha encarnado muy bien esas dos dimensiones del buen pastor: dar a conocer a Cristo (ha escrito tres libros dedicados a Jesús de Nazaret recortando tiempos a sus otras obligaciones) y está enseñando a los cristianos a vivir responsablemente en el ambiente de una sociedad neopagana como es la del llamado primer mundo. Creo que su sucesor tendrá que seguir en esa línea. Lo demás, si es italiano o no europeo, joven o más mayor, buen comunicador, es secundario.
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