Por tu defensa sin fisuras de la vida humana, por enseñarnos que cada uno de nosotros es una historia de amor, por haber declarado inadmisible la pena de muerte, y por tu firme condena del aborto y la eutanasia
Mil gracias, Papa Francisco, por haber aceptado el pontificado en un momento complejo de la historia de la Iglesia y del mundo, y a una edad avanzada, dando lo mejor de ti mismo hasta el último momento.
Mil gracias, Papa Francisco, por tu ejemplo de humildad, por tu estilo de vida sencillo, por tu rechazo de los lujos, por tu cercanía y autenticidad, y por habernos enseñado a vivir desprendidos de nuestras cosas.
Mil gracias, Papa Francisco, por tu liderazgo carismático y global, por tu firme defensa de la paz en un mundo repleto de conflictos, por tu llamada al diálogo y a la reconciliación que nos ha llenado de esperanza en tiempos de crisis.
Mil gracias, Papa Francisco, por ocuparte de los más necesitados, por enseñarnos que los pobres son el corazón de la Iglesia, por tu denuncia de la cultura del descarte, por haber guiado a tantas personas hacia la caridad y el servicio comunitario, por recordarnos la necesidad de que la Iglesia se acerque a las periferias.
Mil gracias, Papa Francisco, por tu defensa sin fisuras de la vida humana, por enseñarnos que cada uno de nosotros es una historia de amor, por haber declarado inadmisible la pena de muerte, y por tu firme condena del aborto y la eutanasia.
Mil gracias, Papa Francisco, por tu invitación a cuidar nuestra casa común, el planeta Tierra, como algo propio, y por promover la sostenibilidad, la responsabilidad ambiental y una economía integral basada en la cultura del amor.
Mil gracias, Papa Francisco, por habernos recordado la centralidad de la familia, el lugar donde se aprende a amar, la relevancia del hogar, la revolución de la ternura, y haber incorporado al lenguaje político el amor al enemigo.
Mil gracias, Papa Francisco, por haber cuidado de nuestros ancianos y habernos enseñado a apreciar en ellos la rica tradición del pasado y la belleza que nos brinda el paso del tiempo.
Mil gracias, Papa Francisco, por haber trabajado sin descanso por la unión de los cristianos ─ortodoxos, católicos y protestantes─, por haber fomentado un diálogo abierto y fecundo entre las diferentes religiones, y por haber conversado con tantos líderes religiosos.
Mil gracias, Papa Francisco, por invitarnos a vivir un amor incondicional, por llevarnos hacia la misericordia del Corazón de Jesucristo y por recordarnos la importancia de ser compasivos y solidarios en cada momento de nuestras vidas.
Mil gracias, Papa Francisco, por tu enfoque pastoral inclusivo, en el que cada persona cuenta y todos suman, sin miedos al qué dirán, y por tu valentía para abordar cuestiones éticas complejas en beneficio de tu rebaño.
Mil gracias, Papa Francisco, por tu defensa de la justicia social y los auténticos derechos humanos, esos que brotan del corazón de cada hombre, creado a imagen de Dios, especialmente la libertad religiosa, la libertad de expresión y el derecho a la educación.
Mil gracias, Papa Francisco, por tus incansables viajes y por haber llevado la luz de la buena nueva a los rincones más alejados del mundo.
Mil gracias, Papa Francisco, por promover a nivel mundial un perdón incondicional e ilimitado, que nos une íntimamente a todos los hombres y nos libera de rencores y resentimientos.
Mil gracias, Papa Francisco, por tu invitación a superar los miedos para abrirse a nuevas experiencias de Dios y ayudarnos a no crear un falso muro de separación entre lo material y lo espiritual.
Mil gracias, Papa Francisco, por haber enfatizado la necesaria búsqueda de la verdad, la relevancia de la conciencia personal, y habernos mostrado la importancia de asumir la propia responsabilidad en nuestras acciones y decisiones.
Mil gracias, Papa Francisco, por tu compromiso con la transparencia, por tu lucha contra la corrupción y tu tolerancia cero con los abusos sexuales perpetrados en el seno de la Iglesia Católica.
Mil gracias, Papa Francisco, por enseñarnos que el amor es más fuerte, por proponernos como modelo al buen samaritano, por tu doctrina sobre la santidad de la puerta de al lado y por haber resaltado la importancia de las bienaventuranzas en la vida cotidiana.
Mil gracias, Papa Francisco, por enseñarnos a transmitir la alegría del Evangelio y el gozo y la paz que nacen de las personas enamoradas de Jesucristo.
Mil gracias, Papa Francisco, por tu piedad conmovedora, casi infantil, y por enseñarnos a mantener las devociones que aprendimos de niños y un amor filial a nuestra Madre del Cielo.
Mil gracias, Papa Francisco, por haber vivido en perfecta sintonía con los papas anteriores, mostrando que la diversidad de talentos enriquece el único mensaje cristiano.
Mil gracias, Papa Francisco, por haber muerto con las botas puestas, como mueren los grandes campeones de la eternidad. Tu legado permanecerá para siempre.
Rafael Domingo en eldebate.com
Una nueva primavera para la Iglesia |
El mensaje y legado social de san Josemaría a 50 años de su paso por América |
El pecado: Negación consciente, libre y responsable al o(O)tro una interpretación desde la filosofía de Byung-Chul Han |
El culto a la Virgen, santa María |
Ecumenismo y paz |
Verdad y libertad I |
La razón, bajo sospecha. Panorámica de las corrientes ideológicas dominantes |
La «experiencia» como lugar antropológico en C. S. Lewis IV |
La «experiencia» como lugar antropológico en C. S. Lewis III |
La «experiencia» como lugar antropológico en C. S. Lewis II |
La «experiencia» como lugar antropológico en C. S. Lewis I |
En torno a la ideología de género |
El matrimonio, una vocación a la santidad |
¿De dónde venimos, qué somos, a dónde vamos? |
Introducción a la serie sobre “Perdón, la reconciliación y la Justicia Restaurativa” |