Europa y el populismo de Pilatos, según Spaemann y Ruini
Alfa y Omega (Entrevista de Gian Guido Vecchi)
En Europa hay graves limitaciones a la libertad de opinión (…) No se pregunta si es cierto o no, sino si es políticamente correcto o no. Y lo que es políticamente correcto lo decide quien tiene el poder
«Mire, he crecido en la época del nazismo y he visto desde joven que la mayoría de los hombres pueden pensar de manera equivocaba. He aprendido que al hombre y el sentido común hay que defenderlos siempre, incluso en contra de la mayoría». Robert Spaemann, 85 años, es uno de los principales filósofos contemporáneos, coetáneo y amigo de Joseph Ratzinger. En la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, de Roma, el 10 de enero, se presentó su obra ‘Fines naturales. Historia y redescubrimiento del pensamiento teleológico’ (editorial Ares), traducido al italiano con un prólogo del cardenal Camillo Ruini, Presidente del Proyecto Cultural de la Conferencia Episcopal Italiana.
Ambos responden a las preguntas del diario italiano Corriere della Sera:
Las reflexiones ontológicas del libro hacen referencia a temas de actualidad: vida, muerte, cuestiones éticas, biopolítica. Muchos partidos tienden a dejar de lado la libertad de conciencia. ¿Qué piensan al respecto?
Spaemann: El Papa habla de la dictadura del relativismo. Y el relativismo radical es una cosa muy peligrosa. Algunos piensan que es la condición de la tolerancia, pero es realmente lo contrario. La tolerancia se basa en el respeto al hombre, a la persona. Si esto desaparece, si no existe algo así como la naturaleza del hombre, entonces con el hombre −y la naturaleza− se puede hacer todo. Sólo si la tolerancia se fundamenta en una profunda convicción, es estable. Por lo demás, una cosa son los juicios, y otra, las decisiones de la conciencia. La conciencia es la convicción de que ciertas cosas son buenas y justas. Si hay una confrontación entre dos conciencias y dicen cosas diferentes, se deben tolerar mutuamente, pero no es posible que las dos sean correctas.
Ruini: La Humanidad del siglo XXI se enfrenta a cuestiones fundamentales, que antes no habían sido sometidas a nuestra elección personal, social, política. Los grandes temas éticos y antropológicos son ciertamente un asunto de conciencia, pero no sólo. Yo recurriría, más bien, al concepto de objeción de conciencia. Una fuerza política puede decir: Si alguien no está de acuerdo, se le concede la objeción de conciencia, pero no todo puede reducirse a la conciencia personal de los exponentes individuales. No es apropiado para la importancia práctica del problema de hoy.
En ‘La infancia de Jesús’, Ratzinger parece que toma como icono del escepticismo moderno a Pilatos, que pregunta: ¿Qué es la verdad?
Spaemann: Estoy de acuerdo, la sentencia de Pilatos es una victoria del populismo sobre el Derecho. Jesús muere por la falta de coraje de un juez. Si no hay verdad, todas las preguntas se convierten en cuestiones de poder. Esto es lo que está sucediendo hoy en día. En Europa hay graves limitaciones a la libertad de opinión. No se dice: Lo que sostienes es falso. Se dice: ¡Esto no lo puedes apoyar! No se pregunta si es cierto o no, sino si es políticamente correcto o no. Y lo que es políticamente correcto lo decide quien tiene el poder.
Ruini: Puede faltar coraje, pero sobre todo veo una gran confusión de ideas: porque se piensa que la verdad es un concepto antiguo, superado.
Eminencia, ¿existe el riesgo de que un pensamiento orientado a la verdad sea usado, hipócritamente, como falsa bandera electoral?
Ruini: Es una situación compleja; también hay quien busca votos hablando contra los valores éticos. El riesgo de instrumentalización, en política, siempre existe, y es difícil de discernir. Pero hay un riesgo que se supera con la verificación de lo que realmente hacen las fuerzas políticas cuando tienen la oportunidad. Sobre el tema de la familia, por ejemplo, un poco todos están dispuestos a hacer declaraciones. Que luego se vayan a poner en práctica, es algo que sucede muy pocas veces.