Jason Evert y su mujer fundaron “Chastity Project”, una plataforma a través de la cual recuerdan a los jóvenes que “sus corazones están hechos para el amor y sus mentes para la verdad, y la castidad les da ambas cosas”
Paloma López Campos en omnesmag.com
Jason Evert comienza la entrevista por teléfono y en el coche. Su mujer y él tienen un trabajo intenso fuera de casa y con ocho hijos hace falta ser lo más efectivo posible, también en los trayectos. Juntos fundaron hace años “ChastityProject“, una plataforma a través de la cual habla sobre castidad.
En cuanto puede, aparca el coche para hablar sobre este tema, con unas palabras en las que une reflexión y experiencia. Está convencido de que “la paz y la alegría que provienen de la castidad valen más que todos los placeres del mundo”.
Evert no habla sobre esta virtud con acusaciones o removiendo las penas. Considera que vivir la castidad es el único modo de hacer realidad aquello para lo que hemos sido creados, “recibir amor y dar amor”.
Para entender mejor su mensaje, basado en la teología del cuerpo de san Juan Pablo II, le preguntamos acerca de la sexualidad en pareja, la sed de los jóvenes y la belleza de la castidad.
¿Puedes darnos una definición positiva de la castidad?
El Papa Juan Pablo II dijo que la palabra “castidad” necesita ser rehabilitada. Hoy en día tiene muchas connotaciones negativas. El Santo Padre dijo que la virtud de la castidad sólo puede concebirse asociada a la virtud del amor. Y creo que lo que quería decir con eso era que la función de la castidad es liberarnos para amar y ser auténticamente amados.
¿Cómo nos libera para amar? Desde la perspectiva de un hombre, si no puedo decir que no a mis impulsos sexuales, decirles sí no significa nada. Si no tengo autodominio, no puedo entregar a mi esposa el don de mí mismo. Si un hombre nunca aprende a dominarse antes del matrimonio, no creo que pueda hacer el amor con su propia mujer, sólo utilizará su cuerpo como válvula de escape de lo que él considera sus necesidades sexuales. Y una mujer sabe la diferencia.
La castidad también te libera para saber si estás siendo amada. Desde la perspectiva de una mujer, si un hombre no está dispuesto a salir contigo si no vas a darle ciertos placeres sexuales, entonces demuestra que no es a ti a quien desea, sino al placer que puede obtener de ti.
La castidad es una virtud que no es simplemente abstinencia. La virtud de la castidad es más sinónimo de pureza, pureza de corazón. Y uno de los beneficios de eso es que te hace libre para ver a Dios. No sólo para ver a Dios en el Cielo, sino para ver a Dios en tu novia, en ti mismo y en el universo creado. Es una virtud que te da claridad de visión.
La castidad no es una actitud negativa y mojigata hacia la sexualidad, es una virtud que te libera para amar.
Has afirmado que la pureza es el único camino hacia la intimidad auténtica. ¿Qué quieres decir con eso?
La lujuria bloquea la intimidad, porque la lujuria no es atracción o deseo sexual, que en sí mismos son cosas buenas. La lujuria es la reducción de una persona humana a su valor sexual. Y eso no tiene nada de íntimo. No ves a una persona, ves un cuerpo.
La lujuria bloquea la intimidad, pero la castidad la hace posible, porque estás viendo al otro como una persona, no sólo como algo de lo que puedes extraer placer.
La sexualidad se vive de forma muy diferente entre hombres y mujeres. ¿Cómo encontrar el equilibrio en la pareja, tanto en el noviazgo como en el matrimonio, cuando se vive en castidad?
Es importante que tengamos en cuenta las debilidades de los demás. El otro puede tener tentaciones que nosotros no tenemos. Y creo que la palabra “modestia” es importante. La hemos reducido a la ropa, pero eso no es todo.
Por supuesto, la ropa forma parte de la modestia y tendemos a pensar en ella en relación con las mujeres. Pero también es cosa de los hombres. En particular tenemos que hablar de la modestia en las intenciones de los hombres. Porque a veces las intenciones de un hombre hacia una mujer pueden ser mucho más inmodestas que cualquier atuendo que ella se ponga. Los hombres tienen que comprobar si están siendo impúdicos emocionalmente.
Por su parte, las chicas pueden caer en el lado opuesto. Deben comprobar si están intentando manipular físicamente al hombre para obtener placer emocional de él.
En resumen, tenemos que comprender nuestras propias debilidades y desafíos, y entender los del otro sexo, para tenerlo en cuenta. Y por eso Juan Pablo II llamó a la modestia la “guardiana del amor”, porque abre un camino hacia el amor y ayuda a enamorarse por las razones correctas.
Eres fundador de “Chastity Project”. ¿Por qué pusiste en marcha este proyecto?
Lo empecé por dos razones. Una es que dirigí muchos retiros para estudiantes de secundaria y en estos retiros los chavales compartían conmigo todas las luchas que estaban teniendo. Muchas de ellas estaban relacionadas con la castidad, o la falta de ella. Había mucha confusión en las relaciones y no tenían formación ni orientación sobre este tema.
Al mismo tiempo, asesoraba a mujeres que estaban pensando en abortar. Lo hacía como “consejero en la acera”, así que hablaba con las mujeres justo antes de que abortaran. Pero sentía que llegaba tarde. Sí, estaba hablando con una mujer pero ella tenía una cita para abortar 45 minutos después. Allí me preguntaba por qué no podía haberla conocido cuando tenía 16 años. Porque tal vez entonces, si ella hubiera aprendido sobre la castidad, no estaría en esta difícil situación. No salvas bebés delante de una clínica abortista, no lo haces intentando cambiar la oferta del aborto. Eso se hace reduciendo la demanda de aborto. Hay que actuar antes.
Mientras realizaba estos diferentes ministerios, también leía el libro del Papa Juan Pablo II “Amor y responsabilidad”, y empecé a verlo como el antídoto para tanto dolor y confusión.
Mucha gente piensa que la Iglesia no debería hablar de sexo, alegando que los sacerdotes no saben mucho al respecto. ¿Podríamos decir que lo que afirman es verdad en cierta medida?
Creo que el mundo comete un gran error al desacreditar las enseñanzas de la Iglesia sobre sexualidad, porque las proclaman hombres célibes. En particular, cuando el Papa Juan Pablo II era profesor en la universidad de Lublin (Polonia) y sus aulas estaban abarrotadas. Sus alumnas pensaban que debía de haber estado casado en algún momento, o al menos comprometido, por lo bien que entendía a las mujeres. Pero entendía tan bien a las mujeres porque era un oyente extraordinario. Un sacerdote escucha miles de confesiones, muchas de ellas de mujeres, mujeres casadas, que dicen cosas que ni siquiera dirían a su propio marido.
No es necesario mantener relaciones sexuales para comprender el don de nuestra sexualidad como hombres y mujeres, igual que un oncólogo no necesita tener cáncer para poder tratarlo. Y si alguien duda de esto, no tiene más que leer el libro “Amor y responsabilidad”.
A la pregunta de cómo enseñar todo esto al mundo moderno, el Papa Juan Pablo II respondió diciendo: “Es necesario comprender el alma de la mujer”. Todas estas cosas que han prometido liberarla, el sexo prematrimonial, la anticoncepción, el aborto… En realidad, la han esclavizado.
El Papa Juan Pablo II también hablaba de cuando Adán vio por primera vez el cuerpo desnudo de Eva. Juan Pablo II dice que ella experimentó “la paz de la mirada interior”. Lo que quería decir con esto es que las mujeres son muy perceptivas en cuanto a cómo las miran los hombres. Si una mujer percibe que un hombre la mira de forma cosificadora, se pone a la defensiva y se inquieta, se siente vulnerable y expuesta. Incluso puede sentir resentimiento hacia él o hacia la sexualidad en general. Pero si un hombre tiene pureza de corazón, en particular un marido hacia su mujer, es capaz de darle toda la paz de la mirada interior. Es decir, ella descansa en su presencia, puede desnudarse sin vergüenza porque sabe que él la mira con amor.
Parece que una vez que te casas, todo está permitido en el sexo. ¿Cómo se vive la castidad en el matrimonio?
El plan de Dios para el sexo en el matrimonio es pronunciar los votos matrimoniales con el cuerpo. En los votos matrimoniales prometes que tu amor será libre, total, fiel y que acogerá a los hijos. Y así, cuando un marido y una mujer hacen el amor, lo que están haciendo es renovar sus votos matrimoniales con sus cuerpos.
Como cónyuge, me entrego a ti libremente, no te obligo, no te manipulo ni te presiono, es un don gratuito de mí mismo. No soy adicto a la lujuria. Es un don total, no os retenéis nada el uno al otro, ni siquiera vuestra paternidad o maternidad. Es un regalo fiel, no sólo con el cuerpo sino también con la imaginación. Y es un acto fructífero, por lo que nunca se esteriliza, se usan anticonceptivos o aborta.
Todo esto significa no adulterio, no pornografía, no anticoncepción, pureza de corazón, reverencia por el don de la sexualidad… Esencialmente, lo que estás haciendo es decir la verdad con tu cuerpo. Porque el sexo es decir con tu cuerpo que soy completamente tuyo, que me entrego totalmente a ti. Y así estás renovando tus votos matrimoniales.
Por desgracia, mucha gente piensa que el deseo sexual es lujuria. Así pues, si experimentas deseo sexual debes estar pecando, pero la Iglesia no entiende así estos términos, porque de lo contrario el acto de hacer el amor en sí tendría que ser estéril, sin emociones y objetivamente desinteresado. Pero Dios no lo diseñó así.
El Papa Juan Pablo II dijo que el impulso sexual es un don de Dios. Tenemos que recuperarlo de las formas en que el mundo lo ha tergiversado.
Muchos jóvenes asisten a sus conferencias, ¿por qué les interesa tanto este tema? ¿Qué buscan?
Buscan el amor. Fueron creados por amor, para el amor, para recibir amor. Y la castidad hace posible el amor. Han pasado por el desamor, por el dolor. Saben que toda la pornografía que han consumido no les ha acercado ni un milímetro al amor que sus corazones realmente anhelan. Los jóvenes buscan algo que pueda atravesar todo este dolor y confusión.
Tienen hambre de esto porque sus corazones están hechos para el amor y sus mentes están hechas para la verdad, y la castidad les da ambas cosas.
¿Qué pasa si alguien no ha vivido la castidad desde joven? ¿Cómo curar esas heridas?
El primer paso es darse cuenta de que nunca es demasiado tarde. Eres valioso, tu valor no viene de tu virginidad. Tu sexualidad tiene valor por ti, tú eres el regalo. Todavía tienes algo que dar, no somos mercancía dañada.
Si te sientes herido por el pasado, no infectes la herida, no vuelvas a ese viejo estilo de vida de falsos consuelos. Pero empieza de nuevo. Si tu futura esposa o esposo anda por ahí y ha cometido errores, ¿dejarías de amarlo por su pasado? No. Lo amarías y querrías que empezara de nuevo.
Hoy es ese día de tu vida en el que puedes empezar de nuevo. Ama a tu pareja antes de conocerla, y esto te dará mayor claridad para darte cuenta si esa es la persona adecuada con la que casarte. Una vez que tienes intimidad sexual con alguien, tu capacidad de ser objetivo desaparece.
Así que empieza de nuevo. Si eres católico, acude al sacramento de la Confesión y empieza de nuevo.
Dices que es importante que sean los jóvenes quienes hablen a otros sobre la belleza de la castidad. ¿Por qué piensas que es relevante?
La castidad es una virtud contra la que es fácil resentirse. Es fácil descartarla, diciendo que no es para ti, que no es sana o realista. Pero cuando un joven dice que no es insano y que él o ella es feliz siendo casto, que la castidad no es irreal y que puede ser agradable, se vuelve más difícil descartar esta virtud y poner excusas.
¿Cómo encontrar el equilibrio entre no avergonzarse de hablar de sexo y no convertirlo en un tema banal?
En primer lugar, creo que es un tema fácil de tratar porque ya está en la mente de la gente. Pero puede ser un tema incómodo, así que intento utilizar el humor con buen gusto, y eso ayuda a la gente a relajarse. Es casi como cuando se aplica anestesia antes de operar. Si no adormeces al paciente y le clavas un cuchillo, saldrá corriendo. Así que utilizo el humor como una especie de anestesia y luego continúo y expongo algunos argumentos fuertes.
No se trata tanto de hablar de vergüenza y culpa. Yo les explico que a mí también me cuesta, porque si me abro a ellos se relajan.
Además, me gusta centrarme en por qué la castidad es algo bello. La verdad y la bondad, puedes debatirlas, pero la belleza es irrefutable, no puedes discutir con la belleza.
Ahora la pregunta que probablemente te hacen en todas tus conferencias. ¿Vale realmente la pena ser casto? ¿Es realmente posible?
Yo plantearía la pregunta al revés. ¿Es realmente realista no ser casto y ser feliz? Piensa en ello. ¿De verdad quiero convertirme en un adulto que sigue mirando pornografía? ¿Quiero cerrar de un golpe el ordenador cuando mi hija de cinco años entra en la habitación? ¿Quiero ocultar el porno a mi mujer? ¿Acostarme con un montón de tíos en la universidad es realmente lo que anhelo en el fondo de mi alma? ¿Quiero acostarme con un chico sin saber si me responderá a los mensajes dentro de dos semanas? Creo que la respuesta a todo eso es no.
Parece como si estuviéramos luchando contra lo mismo que deseamos, que es el auténtico amor humano. Así que para mí, la castidad no es irreal, lo que no es realista es esperar que la gente encuentre la plenitud viviendo fuera de la voluntad de Dios.
La gente dice que la castidad es dura, pero lo que realmente es duro es la falta de castidad. Por otro lado, tenemos que ser realistas. Cuando se trata de tentaciones, el 90% de ellas las provocamos por lo que miramos y con quién nos juntamos. Si controlamos eso un poco mejor, será mucho más fácil.
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