No se puede responder a la crisis de la secularización vaciando todavía más de contenido el mensaje cristiano
LaIglesiaEnLaPrensa.com
Se trata de cuestiones ya asumidas desde hace tiempo por otras confesiones cristianas. El resultado está a la vista de todos: dentro de poco, esas comunidades habrán desaparecido desgraciadamente del mapa
Pasados ya varios días desde su publicación, constato que el manifiesto firmado por 143 profesores de teología (o materias colaterales) de lengua alemana, ha tenido un eco bastante discreto en la prensa internacional. Que yo haya visto, el diario que más espacio le ha dedicado ha sido el español El País; por el otro lado, llaman la atención ausencias como las del New York Times, Le Monde o The Guardian (por citar solo algunos) que no le han concedido una línea. Nada que ver, desde luego, con la “declaración de Colonia” contra Juan Pablo II firmada en 1989 por 162 profesores, también de lengua alemana.
No dudo de la buena voluntad de los firmantes, que piden una serie de reformas con el fin de que la Iglesia no siga perdiendo el tren y recupere a la gente. Lo que me parece poco autocrítico es el elenco que presentan, pues se trata de cuestiones ya asumidas desde hace tiempo por otras confesiones cristianas. El resultado está a la vista de todos: dentro de poco, esas comunidades habrán desaparecido desgraciadamente del mapa. Así pues, no se trata sólo de propuestas más o menos discutibles desde un punto de vista doctrinal, sino también de propuestas perdedoras desde el punto de vista de su eficacia.
Me parece que entre las razones del fracaso hay que considerar que no se puede responder a la crisis de la secularización vaciando todavía más de contenido el mensaje cristiano. Otra razón está en que buena parte de las propuestas (abolición del celibato, ordenación de casados y mujeres, etc.) se inscriben dentro de una sociología clerical muy autorreferencial que cada vez interesa menos fuera de esos ambientes de militancia. Existen problemas graves para la Iglesia —como la pastoral con los divorciados—, y sería deseable que las propuestas fueran un poco más creativas que la cansina repetición de viejos “dogmas”.