La vida es lo que hacemos de ella y todo repercute y todo resuena eternamente
El Mundo
Nos hemos acostumbrado a vivir demasiado pequeño. No creas que te sale a cuenta. Ya sabes que no te sale a cuenta. Dios observa cada una de tus intenciones y de tus gestos y todo lo sabe de nosotros porque ante Él somos transparentes
Dios nos creó libres pero fue el diablo quien nos hizo tomar conciencia de ello. La bondad sin inteligencia no tiene mérito y la serpiente es el símbolo del progreso. Todo depende de nuestra arquitectura moral y cuando lo olvidamos nos hundimos en la miseria. Bien y mal son absolutos y están quietos; somos nosotros los que nos movemos.
Es preferible hacer algo malo y admitir que buscábamos un provecho, que no pensar que hay muchas verdades y que lo bueno y lo perverso dependen de la circunstancia o el momento. Es preferible odiar que usar el amor como una herramienta.
Sin la posibilidad del mal no hay hombre. Ni Dios, puesto que nos hizo a su semejanza. No hay que ignorar al mal, ni despreciarle. Hay que mirarle a la cara, hablar con él, comprender su mecanismo y cómo duele. Hay que saber dónde está y saber qué quiere, tener toda la información para vencerle.
Somos víctimas de la caída y deudores de la luz. Todo lo debemos, si es que algo poseemos. Nuestro drama se realiza entre la expulsión del Paraíso y la trágica pasión por el conocimiento. No hay pausa posible. Somos hijos y padres de alarmados ejércitos. La mayor astucia del diablo es hacernos creer que no existe y cuando quieres darte cuenta tu vida se ha convertido en un lodazal de sangre y mierda.
Cada acto se justifica por sí mismo y en sí mismo nos salva o nos condena. No son palabras demasiado grandes, es que nos hemos acostumbrado a vivir demasiado pequeño. No creas que te sale a cuenta. Ya sabes que no te sale a cuenta. Dios observa cada una de tus intenciones y de tus gestos y todo lo sabe de nosotros porque ante Él somos transparentes.
Si te parece injusto es porque todavía no has entendido que la vida no es un regalo, sino un reto. La vida es lo que hacemos de ella y todo repercute y todo resuena eternamente.
La vida moral es nuestra contabilidad profunda y donde se refleja la distancia entre lo que somos y lo que querríamos ser. La mano que entre las mías perduraba. Tu nombre escrito con un bello pánico. El diablo nos hizo conscientes y el infierno existe y hemos estado allí algunas veces. La culpa es el dolor más intenso.
La bondad sin inteligencia no tiene mérito. El mal acecha y el abismo marea, pero nunca estamos solos cuando intentamos ser buenos.