En su catequesis durante la Audiencia general de esta mañana, dedicada a la vejez, el Papa subrayó la fuerza de la alianza entre las generaciones
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy encontramos inspiración para nuestra catequesis sobre los ancianos en el libro de Rut y en la enseñanza que nos da sobre la alianza entre las generaciones. En él, la joven Rut demuestra ser capaz de volver a entusiasmar a la anciana Noemí, y esta recupera la fuerza para hacer que en la joven renazca una nueva esperanza de futuro.
Noemí, cuando mueren sus hijos, se siente incapaz de aportar algo a las jóvenes nueras que han quedado viudas y, de forma generosa y altruista, las invita a volver a sus hogares para rehacer sus vidas con los suyos. Pero Rut se niega a abandonarla. De ese modo, el inicial pesimismo de Noemí es vencido por la fidelidad de Rut, hasta el punto de que Noemí toma la iniciativa y la anima a encontrar marido en Israel.
En esta historia vemos muchos elementos de conflicto que se van pacificando: el hecho de ser mujeres y estar solas, además de su condición de extranjeras las hace vulnerables, pero el amor y el valor que se dan recíprocamente supera las dificultades. Y es así que Noemí, cuando nace el hijo de Rut y Booz, puede ver el futuro con esperanza.
Hoy seguimos reflexionando sobre los ancianos, sobre los abuelos, sobre la vejez, la palabra parece fea, pero no, ¡los viejos son geniales, son hermosos! Y hoy nos dejaremos inspirar por el espléndido Libro de Rut, una joya de la Biblia. La parábola de Ruth ilumina la belleza de los lazos familiares: generados por la relación de pareja, pero que van más allá del vínculo de pareja. Lazos de amor capaces de ser igualmente fuertes, en los que irradia la perfección de ese poliedro de los afectos fundamentales que forman la gramática familiar del amor. Esta gramática aporta sangre vital y sabiduría generativa al conjunto de relaciones que construyen la comunidad. Comparado con el Cantar de los Cantares, el Libro de Ruth es como la otra tabla del díptico del amor nupcial. Igualmente importante, igualmente esencial, celebra el poder y la poesía que deben habitar los lazos de generación, parentesco, entrega, fidelidad que envuelven toda la constelación familiar. Y que incluso se vuelven capaces, en las coyunturas dramáticas de la vida de una pareja, de aportar una fuerza de amor inimaginable, capaz de relanzar su esperanza y su futuro.
Sabemos que los clichés sobre los lazos de parentesco creados por el matrimonio, especialmente el de la suegra, ese vínculo entre suegra y nuera, hablan en contra de esta perspectiva. Pero, precisamente por eso, la palabra de Dios se vuelve preciosa. La inspiración de la fe sabe abrir un horizonte de testimonio frente a los prejuicios más comunes, un horizonte precioso para toda la comunidad humana. ¡Os invito a redescubrir el libro de Ruth! Especialmente en la meditación sobre el amor y en la catequesis sobre la familia.
Este librito contiene también una preciosa enseñanza sobre la alianza de las generaciones: donde la juventud se muestra capaz de devolver el entusiasmo a la edad madura −esto es esencial: cuando la juventud da entusiasmo a los ancianos−, donde la vejez se descubre capaz de reabrir el futuro a los juventud herida. Al principio, la anciana Noemí, aunque conmovida por el cariño de sus nueras, que enviudaron de sus dos hijos, se muestra pesimista sobre su destino dentro de un pueblo que no es el suyo. Por eso anima con cariño a las jóvenes a volver con sus familias para reconstruir sus vidas −eran viudas jóvenes−. Dice: “No puedo hacer nada por vosotras”. Esto ya parece ser un acto de amor: la anciana, sin marido y sin más hijos, insiste en que sus nueras la abandonen. Pero también es una especie de resignación: no hay futuro posible para las viudas extranjeras, sin la protección de sus maridos. Ruth lo sabe y se resiste a este generoso ofrecimiento, no quiere irse a su casa. El vínculo que se ha establecido entre suegra y nuera ha sido bendecido por Dios: Noemí no puede pedir que la abandonen. Al principio, Noemí se muestra más resignada que contenta con esta oferta: quizás piensa que este extraño vínculo agravará el riesgo para ambas. En algunos casos, la tendencia al pesimismo de los viejos necesita ser contrarrestada por la insistencia afectuosa de los jóvenes.
De hecho, Noemí, movida por la entrega de Ruth, saldrá de su pesimismo e incluso tomará la iniciativa, abriendo un nuevo futuro para Ruth. Instruye y alienta a Rut, la viuda de su hijo, a buscar un nuevo marido en Israel. Booz, el candidato, muestra su nobleza al defender a Ruth de sus empleados. Por desgracia, es un riesgo que todavía ocurre hoy.
Se celebra el nuevo matrimonio de Ruth y los mundos se pacifican una vez más. Las mujeres de Israel le dicen a Noemí que Ruth, la extranjera, vale “más que siete hijos” y que ese matrimonio será una “bendición del Señor”. Noemí, que estaba llena de amargura y también decía que su nombre es amargura, en su vejez conocerá el gozo de tener parte en la generación de un nuevo nacimiento. ¡Mirad cuántos “milagros” acompañan la conversión de esta anciana! Se convierte en el compromiso de hacerse disponible, con amor, para el futuro de una generación herida por la pérdida y en riesgo de abandono. Los frentes de recomposición son los mismos que, según las probabilidades trazadas por los prejuicios del sentido común, deberían generar fracturas insalvables. En cambio, la fe y el amor permiten vencerlos: la suegra vence los celos por su hijo, amando el nuevo vínculo de Ruth; las mujeres de Israel vencen la desconfianza hacia el extranjero (y si las mujeres lo hacen, todos lo harán); la vulnerabilidad de la joven sola, frente al poder del varón, se reconcilia con un vínculo lleno de amor y respeto.
Y todo ello porque la joven Ruth se ha empeñado en ser fiel a un vínculo expuesto a prejuicios étnicos y religiosos. Y vuelvo a lo que dije al principio, hoy en día la suegra es un personaje mítico, la suegra no digo que la veamos como al diablo, pero siempre la vemos de mala manera. Pero la suegra es la madre de tu marido, es la madre de tu mujer. Pensemos hoy en ese sentimiento un tanto extendido de que la suegra cuanto más lejos mejor. ¡No! Es madre, es anciana. Una de las mejores cosas de las abuelas es ver a sus nietos, cuando sus hijos tienen hijos, reviven. Fijaos bien en la relación que tenéis con vuestras suegras: a veces son un poco especiales, pero te han dado la maternidad de tu cónyuge, te han dado todo. Por lo menos hay que hacerlas felices, para que lleven su vejez con felicidad. Y si tienen algún defecto, debes ayudarlas a corregirse. También a las suegras os digo: tened cuidado con la lengua, porque la lengua es uno de los peores pecados de las suegras, estad atentas.
Y Ruth en este libro acepta a su suegra y la hace revivir, y la anciana Noemí toma la iniciativa de reabrir el futuro para Ruth, en vez simplemente de disfrutar de su apoyo. Si los jóvenes se abren a la gratitud por lo recibido y los mayores toman la iniciativa de relanzar su futuro, ¡nada podrá detener el florecimiento de las bendiciones de Dios entre los pueblos! Por favor, que los jóvenes hablen con sus abuelos, que los jóvenes hablen con los viejos, que los viejos hablen con los jóvenes. Este puente hay que restablecerlo con fuerza, ahí hay una corriente de salvación, de felicidad. Que el Señor nos ayude, haciendo esto, a crecer en armonía en las familias, esa armonía constructiva que va de los mayores a los más pequeños, ese hermoso puente que debemos cuidar y conservar.
Me alegra saludar a los peregrinos de los países francófonos, especialmente a los seminaristas de Rennes y Toulouse, a los jóvenes de Francia y Suiza, en particular a la pastoral juvenil de la diócesis de Lyon, y a los confirmados de Friburgo. En este momento difícil en el que la humanidad está sedienta de paz y fraternidad, es urgente que la alianza entre ancianos y jóvenes sea fecunda y lleve a cada uno, en su estado de vida, a ser testigo y mediador de las bendiciones de Dios entre los pueblos A todos mi Bendición!
Saludo a los peregrinos de lengua inglesa presentes en la audiencia de hoy, en particular a los de Inglaterra, Dinamarca y Estados Unidos de América. En la alegría de Cristo Resucitado, invoco sobre cada uno de vosotros, y sobre vuestras familias, el amor misericordioso de Dios nuestro Padre. ¡El Señor os bendiga!
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua alemana. En los evangelios de este tiempo pascual escuchamos a menudo cómo el Señor resucitado se aparece a las personas más diversas, dándoles nueva esperanza y nueva vida. ¡Os deseo también a vosotros la experiencia de su presencia viva y revitalizadora!
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Los animo a ver los milagros que se producen en este breve episodio y a intentar sacar una lección para nuestra vida. Aprendamos de Noemí a recuperar el ánimo y a estar disponibles para recomponer las heridas de los jóvenes que necesitan nuestro apoyo. De ese modo, superaremos las barreras de la desconfianza y reconstruiremos vínculos de amor y respeto en la sociedad. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias.
Queridos peregrinos de lengua portuguesa, os pido que perseveréis en la oración incesante por la paz. Que se callen las armas, para que los que tienen el poder de parar la guerra, oigan el grito de paz de toda la humanidad ¡Dios os bendiga!
Saludo a los fieles de lengua árabe. Si los jóvenes se abren a la gratitud por lo que han recibido y los viejos toman la iniciativa de relanzar su futuro, nada podrá parar el florecer de las bendiciones de Dios entre los pueblos. ¡El Señor os bendiga a todos y os proteja siempre de todo mal!
Saludo cordialmente a los polacos, especialmente a los peregrinos de la Archidiócesis de Łódź, que con sus pastores, dan gracias a Dios por el centenario de su Diócesis. Saludo también a los fieles de la parroquia polaca de Swindon, en Inglaterra, y de la Basílica de la Santísima Virgen María Reina de Polonia en Gdynia. Después de la audiencia bendeciré las coronas con las que será adornada la imagen de la Virgen que se encuentra en esa iglesia. Hoy, en el octavo aniversario de la canonización de San Juan Pablo II, por su intercesión, pedimos ser fieles testigos de Cristo y de su amor misericordioso en el mundo, en la familia y en los lugares de trabajo. ¡Os bendigo a todos de corazón!
Saludo con alegría a los peregrinos croatas, en particular a la delegación del Ministerio de Defensa de la República de Croacia, con el Ministro y demás oficiales del Estado Mayor General y de la Academia Militar, así como los oficiales del Ordinariato Militar acompañados por su obispo. Queridos amigos, que el encuentro y el camino diario con el Señor resucitado haga arder vuestros corazones para que, con entusiasmo, podáis dar testimonio de la fe y anunciar las grandes obras de Dios, como verdaderos pacificadores en la sociedad y en el mundo. ¡Alabado sea Jesús y María!
Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana. En particular, saludo a las Hermanas de la Compañía de María Nuestra Señora, a las Monjas Clarisas de Anagni, a la Autoridad Sanitaria de Nápoles 3 Sur, al Club de Fútbol de la Isla de Elba: ¡ganarán el campeonato! Dirijo un pensamiento especial a los fieles de Vignale Monferrato, acompañados por el obispo, y renuevo mi gratitud por lo que han hecho en favor del joven enfermo terminal de Ghana. ¡Gracias!
Finalmente, como siempre, mi pensamiento se dirige a los ancianos, enfermos, jóvenes y recién casados. En este tiempo pascual, que nos invita a meditar en el misterio de la Resurrección de Cristo, la gloria del Señor sea fuente de nueva energía para cada uno en el camino de la salvación. Que ayude a los jóvenes a seguir fielmente el Evangelio; que sostenga a los ancianos y enfermos para que caminéis adelante con confianza y esperanza; y guíe a los recién casados a fundar familias sólidas en el signo de la verdad evangélica.
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Quería decir una cosa. Os pido disculpas si os saludo sentado, porque esta rodilla todavía no se cura y no puedo estar mucho tiempo de pie. Perdonadme. Gracias.
Fuente: vatican.va
Traducción de Luis Montoya
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