Una "masacre" ante la que se eleva un grito al cielo: "Que se ponga fin a esta guerra, que se silencien las armas, se termine de sembrar muerte y destrucción…". Francisco ha hablado en tono serio durante la Audiencia general de hoy
"Las recientes noticias sobre la guerra en Ucrania, en lugar de traer alivio y esperanza, atestiguan en cambio nuevas atrocidades, como la masacre de Bucha", ha afirmado el Santo Padre.
Catequesis del Santo Padre en español
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos! El sábado y domingo pasados estuve en Malta: un viaje apostólico que estaba programado desde hace tiempo; fue pospuesto hace dos años, por el covid y sus consecuencias. Pocos saben que Malta, aun siendo una isla en medio del Mediterráneo, recibió muy pronto el Evangelio. ¿Por qué? Porque el apóstol Pablo naufragó cerca de su costa y prodigiosamente se salvó con todos los que estaban en el barco, más de 270 personas. Cuenta el libro de los Hechos de los Apóstoles que los malteses les acogieron a todos, y dice esta palabra: con «una humanidad poco común» (28,2). Esto es importante, no olvidarlo: “con una humanidad poco común”. Elegí precisamente esas palabras: con una humanidad poco común, como lema de mi viaje, porque indican el camino a seguir no solo para afrontar el fenómeno de los inmigrantes, sino más en general para que el mundo se vuelva más fraterno, más vivible, y se salve de un “naufragio” que nos amenaza a todos, que estamos −como hemos aprendido− en la misma barca, todos. Malta es, en ese horizonte, un lugar clave.
Lo es sobre todo geográficamente, por su posición en el centro del Mar que está entre Europa y África, pero que baña también Asia. Malta es una especie de “rosa de los vientos”, donde se cruzan pueblos y culturas; es un punto privilegiado para observar a 360 grados la zona mediterránea. Hoy se habla a menudo de “geopolítica”, pero por desgracia la lógica dominante es la de las estrategias de los Estados más poderosos para afirmar sus propios intereses extendiendo su área de influencia económica, ideológica o militar: lo estamos viendo con la guerra. Malta representa, en ese marco, el derecho y la fuerza de los “pequeños”, de las Naciones pequeñas pero ricas de historia y civilización, que deberían llevar adelante otra lógica: la del respeto y la libertad, la del respeto y también la lógica de la libertad, de la convivencia de las diferencias, opuesta a la colonización de los más poderosos. Lo estamos viendo ahora. Y no solo de un lado: también de otros… Después de la segunda guerra mundial se intentó poner las bases de una nueva historia de paz, pero lamentablemente −no aprendemos− ha seguido adelante la vieja historia de grandes potencias competidoras. Y, en la actual guerra en Ucrania, asistimos a la impotencia de la Organización de las Naciones Unidas.
Segundo aspecto: Malta es un lugar clave en lo que se refiere al fenómeno de las migraciones. En el Centro de acogida Juan XXIII encontré numerosos inmigrantes, que desembarcaron en la isla después de viajes terribles. No hay que cansarse de escuchar sus testimonios, porque solo así se sale de la visión distorsionada que a menudo circula en los medios de comunicación, y se pueden reconocer los rostros, las historias, las heridas, los sueños y esperanzas de esos inmigrantes. Cada inmigrante es único: no es un número, es una persona; es único como cada uno de nosotros. Cada inmigrante es una persona con su dignidad, sus raíces, su cultura. Cada uno de ellos es portador de una riqueza infinitamente más grande que los problemas que implica. Y no olvidemos que Europa fue hecha con las migraciones.
Ciertamente, la acogida debe ser organizada −eso es verdad− debe ser gobernada, y antes, mucho antes, debe ser proyectada juntos, a nivel internacional. Porque el fenómeno migratorio no puede ser reducido a una emergencia, es un signo de nuestros tiempos. Y como tal debe ser leído e interpretado. Se puede convertir en un signo de conflicto, o en un signo de paz. Depende de cómo lo tomemos, depende de nosotros. Quien en Malta dio vida al Centro Juan XXIII eligió la opción cristiana y por eso lo llamó “Peace Lab”: laboratorio de paz. Pero yo quisiera decir que ¡Malta en su conjunto es un laboratorio de paz! Toda la nación con su actitud, con su propia actitud, es un laboratorio de paz. Y puede realizar esa misión suya si, desde sus raíces, toma la savia de la fraternidad, de la compasión, de la solidaridad. El pueblo maltés ha recibido esos valores junto con el Evangelio, y gracias al Evangelio podrá mantenerlos vivos.
Por eso, como Obispo de Roma, fui a confirmar a ese pueblo en la fe y en la comunión. De hecho −tercer aspecto− Malta es un lugar clave también desde el punto de vista de la evangelización. De Malta y de Gozo, las dos diócesis del país, han salido muchos sacerdotes y religiosos, pero también fieles laicos, que han llevado a todo el mundo el testimonio cristiano. ¡Cómo si el paso de san Pablo hubiera dejado la misión en el ADN de los malteses! Por eso mi visita ha sido sobre todo un acto de reconocimiento, reconocimiento a Dios y a su santo pueblo fiel que está en Malta y en Gozo.
Sin embargo, también allí sopla el viento del secularismo y de la pseudo-cultura globalizada a base de consumismo, neocapitalismo y relativismo. También allí, por eso, es tiempo de nueva evangelización. La visita que, como mis predecesores, realicé a la Gruta de San Pablo fue como ir a la fuente, para que el Evangelio pueda brotar en Malta con la frescura de sus orígenes y reavivar su gran patrimonio de religiosidad popular que está simbolizada en el Santuario mariano nacional de Ta’ Pinu, en la isla de Gozo, donde celebramos un intenso encuentro de oración. Allí sentí latir el corazón del pueblo maltés, que confía tanto en su Santa Madre. María nos lleva siempre a lo esencial, a Cristo crucificado y resucitado, y eso por nosotros, a su amor misericordioso. María nos ayuda a reavivar la llama de la fe tomando del fuego del Espíritu Santo, que anima de generación en generación el alegre anuncio del Evangelio, ¡porque la alegría de la Iglesia es evangelizar! No olvidemos esa frase de san Pablo VI: la vocación de la Iglesia es evangelizar; la alegría de la Iglesia es evangelizar. No la olvidemos porque es la definición más bonita de la Iglesia.
Aprovecho esta ocasión para renovar mi agradecimiento al señor presidente de la República de Malta, tan cortés y hermano: gracias a él y a su familia; al señor primer ministro y a las demás autoridades civiles, que me han acogido con tanta gentileza; como también a los obispos y a todos los miembros de la comunidad eclesial, a los voluntarios y a los que me han acompañado con la oración. No quisiera dejar de mencionar al Centro de acogida para inmigrantes Juan XXIII: allí el monje franciscano que lo lleva adelante, el padre Dionisio Mintoff, tiene 91 años y sigue trabajando así, con la ayuda de los colaboradores de la diócesis. Es un ejemplo de celo apostólico y de amor a los inmigrantes, que hoy hace tanta falta. Nosotros, con esta visita, sembramos, pero es el Señor quien hace crecer. ¡Qué su bondad infinita conceda frutos abundantes de paz y de bien al querido pueblo maltés! Gracias al pueblo maltés por su acogida tan humana, tan cristiana. Muchas gracias.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua francesa, en particular a la Oficina Internacional de Enseñanza Católica y a los jóvenes venidos de Francia y Bélgica. Hermanos y hermanas, en estos momentos en que el mundo afronta grandes fenómenos migratorios, aprendamos, con el ejemplo de los malteses, a vencer la indiferencia y el miedo al otro para construir sociedades fundadas en la acogida y la solidaridad. Sobre cada uno de vosotros invoco la Bendición de Dios.
Saludo a los peregrinos de lengua inglesa presentes en la audiencia de hoy, en particular a los provenientes de Dinamarca y Estados Unidos. A todos deseo que el camino cuaresmal nos lleve a la celebración de la Pascua con el corazón purificado y renovado por la gracia del Espíritu Santo. Sobre cada uno de vosotros y vuestras familias invoco la alegría y la paz del Señor Jesús.
Saludo de corazón a los peregrinos de lengua alemana. María acompañó fielmente a su Hijo por la vía de la cruz. Que Ella esté también con nosotros en todas las tinieblas de nuestro tiempo. Nos lleve a su Hijo que, a través de su muerte y resurrección, nos abría la vía de la alegría eterna. Aunque no estaba escrito, saludo a la banda alemana que estaba tocando cuando entré. ¡Muchas gracias!
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Agradezco al Señor haberme permitido realizar este Viaje apostólico a Malta y también por todos los misioneros que desde esa nación han llevado al mundo el testimonio del Evangelio. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.
Dirijo un saludo especial a los peregrinos de lengua portuguesa, en particular a los escolares de Lourinhã. Os agradezco las oraciones, sobre todo las hechas por mi reciente viaje apostólico a Malta. Nuestra vida es un estupendo peregrinaje que puede contar con la cercanía de Jesús. Él nos empuja a encontrarnos y amarnos, mutuamente, como hermanos. ¡Dios os bendiga!
Saludo a los fieles de lengua árabe. Permaneced firmes en vuestra fe en Jesucristo, porque os ama, cree en vosotros y no os defraudará jamás. ¡Que el Señor os bendiga a todos y os proteja siempre de todo mal!
Saludo cordialmente a los peregrinos polacos. Gracias por haberme acompañado en la oración durante mi peregrinación a Malta. Durante este tiempo de Cuaresma, que nos prepara a la celebración de la Resurrección del Señor, habéis demostrado una generosidad extraordinaria y ejemplar con nuestros hermanos ucranianos, para los que habéis abierto los corazones y las puertas de vuestras casas. Que el Señor bendiga vuestra patria por esa solidaridad y os muestre Su Rostro.
Dirijo una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana, que son mayoría. En concreto, saludo a los cónyuges y sacerdotes asistentes de la Asociación “Encuentro Matrimonial”, animando su servicio a las parejas de esposos, a las familias, a los novios y a cuantos quieren mejorar la calidad de sus relaciones. No olvidemos que es importante el catecumenado matrimonial: antes del matrimonio y después del matrimonio, los primeros años, para ayudar a desarrollar la belleza de la familia y del matrimonio. Saludo además a los sacerdotes formadores de los Padres del Verbo Divino, así como a los alumnos y docentes de las Escuelas “Dédalo”. A todos animo a llevar a todas partes la luz del Evangelio, mediante un alegre testimonio cristiano.
Mi pensamiento va finalmente, como de costumbre, a los ancianos, enfermos, jóvenes y recién casados. Os invito a vivir la inminente Semana Santa con intensa participación en el Misterio del amor redentor, que en ella será recordado. Que la luz del Hijo de Dios, crucificad y resucitado, os guíe al testimonio de su verdad, la cual abre la mente de los jóvenes, serena el corazón de los enfermos y de los ancianos y sostiene el mutuo amor de los esposos. ¡A todos mi bendición!
Las recientes noticias sobre la guerra en Ucrania, en lugar de traer alivio y esperanza, dan testimonio de nuevas atrocidades, como la masacre de Bucha: crueldades cada vez más horrendas, realizadas contra civiles, mujeres y niños indefensos. Son víctimas cuya sangre inocente clama al Cielo e implora: ¡se ponga fin a esta guerra! ¡Callen las armas! ¡Se deje de sembrar muerte y destrucción! Recemos juntos por esto…
Y ayer, precisamente de Bucha, me trajeron esta bandera. Esta bandera viene de la guerra, precisamente de esa ciudad martirizada, Bucha. Y también, están aquí algunos niños ucranianos que nos acompañan. Saludémoslos y recemos junto a ellos. Estos niños han tenido que huir y llegar a una tierra extranjera: este es uno de los frutos de la guerra. No los olvidemos, y no olvidemos al pueblo ucraniano.
* * *
Se celebra hoy la Jornada Mundial del Deporte por la Paz y el Desarrollo, convocada por las Naciones Unidas. Me dirijo a los hombres y mujeres del deporte, para que a través de su actividad puedan ser testigos constructores de fraternidad y de paz. El deporte, con sus valores, puede desarrollar un papel importante en el mundo, abriendo caminos de concordia entre los pueblos, siempre y cuando no pierda su capacidad de gratuidad: el deporte por el deporte, y no se vuelva comercial. Esa condición amateur propia del verdadero deporte.
Fuente: vatican.va / romereports.com
Traducción de Luis Montoya
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