La primera cosa grande que ha pasado en nuestra vida es que Dios nos ama con locura (Isabel Sánchez)
Mujeres esenciales para humanizar el mundo creado tiene como objetivo mostrar perfiles femeninos que entienden a la persona como una realidad dimensionada y transversal. Qué se expresa en lo corporal y en la psique a través de la dualidad. Haciéndose posible de esta forma el descubrimiento de la identidad recibida, poder experimentarla y sentirla. El mundo creado necesita seguir reconociendo la dignidad absoluta de la esencia humana como única e irrepetible, así como su carácter ambital, siempre abierto a otros.
Nuestra primera mujer esencial es Isabel Sánchez Serrano (Murcia, 1969), ella dirige desde 2010 la Asesoría Central del Opus Dei, el organismo compuesto por mujeres que asesoran al prelado en el gobierno del Opus Dei. Es licenciada en Derecho, vive en Roma desde 1992 y trabaja para las más de 50.000 mujeres que forman parte de la institución en 70 países.
Cuando se lee esta breve semblanza sobre nuestra protagonista es muy probable -que de encontrarnos con ella- podríamos sentir cierto nerviosismo. Pero eso deja de ocurrir en el momento en que se lee detenidamente. Porque junto al verbo “dirige” aparecen las palabras “trabaja para”. Y es que estas últimas lo cambian todo, hablan de trabajo, de liderazgo entendido como servicio y cuidado, generosidad, delicadeza, amor a Dios y a los demás a través de lo cotidiano. Ese es el resumen del mensaje del Opus Dei, institución de la Iglesia Católica fundada en 1928 por San Josemaría, ya en camino de celebrar su primer centenario.
Nuestra protagonista ha saltado a los focos por la publicación de su libro “Mujeres brújula en un bosque de retos”. Un libro totalmente inspirador. Los medios han dado abundantemente cuenta de ello.
Sandra Rilova ha creado esta hermosa ilustración para la cubierta del libro «Mujeres brújula en un bosque de retos», escrito por Isabel Sánchez y editado por Espasa.
Isabel, muchas gracias por dedicarnos este espacio dentro de tu ajetreado día.
WE.- A las lectoras y lectores de Woman Essentia les gustaría conocer algunos enfoques por los que una mujer del Opus Dei puede resultar esencial para el mundo en el que vivimos.
Isabel Sánchez.- Todo ser humano es esencial para el mundo en que vivimos, en el sentido de que su aportación será única e insustituible. Una mujer del Opus Dei sabe que no es mejor que las demás, pero siente una llamada de Dios a servir a todos, convivir con todos y a trabajar apasionadamente para que en este mundo brillen los valores evangélicos: la caridad, la justicia, el aprecio profundo por los más necesitados. Esto llena de sentido su cotidianidad y de esperanza contagiosa su vida entera.
WE.- Recientemente escuché que te referías a las mujeres del Opus Dei como locomotoras. A menudo se habla del liderazgo femenino ¿son conscientes las mujeres del Opus Dei de su gran aportación -en este sentido- a la sociedad?
IS.- En parte, mi trabajo consiste en hacerlas cada vez más conscientes. Pienso que lo son, pero si en algún caso falta esa convicción, entono yo también el mea culpa.
Considero que el reto fundamental de la mujer en este siglo es construir con el hombre una cultura del cuidado, que impregne todos los ámbitos de la realidad: laboral, social, político, y por supuesto el de la propia familia
Y en el caso de las mujeres cristianas, tenemos el desafío de aspirar a ser santas de pura cepa: con un amor a Dios y a los demás mucho más grande que nuestros defectos y limitaciones, que son patentes e innegables.
WE.- Tú colaboras en la dirección del Opus Dei ayudando al Prelado en la Asesoría Central. ¿Qué se siente cuando se tiene la oportunidad de conocer de primera mano la actividad de 50.000 mujeres luchando por ser santas cada día?
IS.- Agradecimiento a Dios, asombro, respeto hacia cada una de ellas, responsabilidad para hacer mi trabajo lo mejor que pueda, porque se lo merecen y ganas de que muchas más personas conozcan el mensaje de San Josémaría, pues sus enseñanzas han hecho muy felices a miles de personas.
WE.- A diario experimentamos la gran batalla que se está desarrollando entre el bien y el mal. ¿Desde ahí arriba, cómo se ve?
IS.- No es que yo esté situada por encima de nadie. Lo de “ahí arriba” puede servir como analogía, porque Roma (y en concreto este puesto de trabajo) ofrece una visión panorámica del mundo entero. Sin embargo, no hace falta ir muy lejos para advertir con realismo esa lucha entre el bien y mal: la encontramos cada uno, cada día, dentro de nuestro corazón. Eso ayuda a no juzgar a nadie, a intentar ser mejor en primera persona y a acudir al único que nos puede limpiar y sanar: Dios, a través de su gracia.
WE.- Tal como decía San Josemaría, el fundador de la institución que ayudas a dirigir “De que tú y yo nos portemos como Dios quiere, no lo olvides, dependen cosas grandes”, o “Estas crisis mundiales son crisis de santos”. ¿Qué te inspiran estas frases?
IS.- No querría que se entendieran en sentido moralista, como “cosas que tenemos que hacer” para que Dios esté contento o premie nuestras acciones. Eso sería una reducción. La primera cosa grande que ha pasado en nuestra vida es que Dios nos ama con locura (si no, no no estaríamos en este mundo) y nos espera en el otro. La convicción de este amor filial (somos hijos del mejor Padre) es lo que nos llena de una esperanza que se convierte en motor para convertir todas las circunstancias en las que nos encontremos en ocasión de hacer el bien, de amar cada vez más a Dios, el mundo que nos ha dado como hogar y a cada persona
WE.- Y ahora, una pregunta más personal: por tu cuenta de Instagram (isanchez_roma) parece que este año has tenido problemas de salud. ¿Cómo se “puede con todo”, cuando faltan las fuerzas físicas?
IS.- Cuando llega la falta de salud, la primera lección es aceptar con realismo la limitación y no intentar llegar a todo como cuando se está al 100%. Además, en esas circunstancias cambian las prioridades vitales: se saborea cada minuto como un regalo; aprendes a amoldarte a las fuerzas de cada momento, agradeciendo los buenos y afrontando con valentía y paciencia los malos; se perciben con especial brillo las manifestaciones de afecto e interés por parte de la familia, amigos, colegas y, como consecuencia de eso, se comprende que lo más importante del trabajo es cuidar a cada uno de los que te rodea. Doy gracias a Dios, por esa temporada de enfermedad, que me ha proporcionado más intimidad con Él, ha afianzado muchas amistades y me ha traído otras nuevas.
Muchísimas gracias Isabel por tu tiempo y por haber compartido tantas ideas con otras muchas mujeres esenciales, que no se ven pero que tiran como verdaderas locomotoras de su familia cada día y que hacen que todo creado sea más humano.
Lourdes Delgado, en womanessentia.com/
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