Entrevistamos al salesiano Peter Žatkuľák, que tiene a su cargo la atención pastoral de la comunidad gitana de Luník IX, sobre su trabajo y la preparación a la visita del Papa Francisco.
Andrej Matis, en omnesmag.com/
Peter Žatkuľák es sacerdote católico. Tiene 40 años y es salesiano de Don Bosco desde hace 21 años. Cuando el cuidado pastoral de Luník IX fue encomendado a su comunidad religiosa en 2008, no dudó en aceptar el reto, junto con su hermano de congregación Peter Beshenyei. Así comenzó a escribir un nuevo capítulo de su vida. A pesar de que las condiciones pastorales del distrito, en el que la gran mayoría de la población pertenece a la minoría romaní (gitana), no son fáciles, y tras un tiempo de pausa en una institución salesiana en Žilina, Peter volvió a Luník IX donde ha permanecido desde entonces. Hoy es responsable de la pastoral de los gitanos, junto con otros tres salesianos.
Así explica su trabajo, en esta entrevista para Omnes.
Peter, ¿qué es Luník IX?
Luník IX es un gueto urbano, con sus propias normas. Y son estas mismas normas las que producen la miseria que hay aquí. Una pequeña minoría piensa que la mayoría debe respetar el tono que marcan ellos: música a todo volumen hasta altas horas de la noche, niños corriendo fuera de casa después de la cena, contenedores incendiados, basura tirada en la calle…
¿Cómo es posible que surja un gueto en una ciudad como Košice, que obtuvo el título de Ciudad Europea de la Cultura en 2013?
Originariamente, Luník IX iba a ser una urbanización corriente de Košice, como los otros distritos llamados Luník que existen y funcionan normalmente en la ciudad. Luník IX está incluso muy bien situado. Alrededor del año 2000 también vivían aquí eslovacos. Pero entonces se produjo un cambio. La ciudad necesitaba “limpiar” las casas históricas del centro de la ciudad en las que vivían los gitanos, y les ofreció una vivienda social alternativa en el nuevo barrio de Luník IX. Como ya he dicho, al principio también había eslovacos viviendo en el barrio, pero tras la llegada de los gitanos empezaron a marcharse gradualmente.
Cuando llegamos nosotros en 2008, había unas 8.000 personas, y ahora hay 4.300. Mucha gente se ha ido, incluidos muchos gitanos. Los que querían irse y podían hacerlo, se iban. Por un lado, nos alegramos por las personas que lo han conseguido, pero, por otro lado, significa que la situación general es cada vez peor.
¿Cómo percibe la relación entre nuestra sociedad y la situación de la comunidad gitana?
Luník IX es un espejo de la sociedad. Nos refleja si permitimos o no que las personas con problemas se hundan cada vez más en problemas aún mayores, o si les echamos una mano. O si les damos todo gratis y no les hacemos más fuertes para que puedan proveerse ellos mismos de lo que necesitan.
¿Cree que Eslovaquia está realmente interesada en que los gitanos se integren en la sociedad?
Todavía no los aceptamos. Pero también hay comunidades en las que sí se los acepta. Es como un viaje de ida y vuelta. Yo no diría que los gitanos son un problema o que no están insertados. Es nuestro problema común. De los gitanos y de los blancos. No estamos abiertos a aceptar a alguien diferente. Pero la mayoría de los gitanos de Eslovaquia están integrados; estamos hablando de una minoría de gitanos.
¿Qué pensó al enterarse de que el Papa Francisco iba a venir a Luník IX?
Que es una excelente elección. Somos conscientes de que no sabemos hacer un trabajo pastoral con los gitanos. Hace más de 30 años que la Iglesia católica de Eslovaquia trabaja entre los gitanos, pero no hemos visto grandes frutos. Vemos gitanos individuales, decenas o cientos de personas que han aceptado la fe. Pero no es algo masivo. Francisco comunica esto: se trata de encontrarse con estas personas, con cada una de ellas personalmente. Para regalarles tu sonrisa. Si no nos hacemos sus amigos, los gitanos no aceptarán la fe.
Ha mencionado que algunos gitanos consiguen alzarse en pie y otros aceptan la fe. ¿Qué es lo que hace que algunos se conviertan?
Todos los gitanos que se han convertido y han conseguido salir adelante han tenido en su vida a alguien que valía la pena, alguien que les dio un sentido de dignidad, alguien con quien formaron una relación a largo plazo. Estas personas crecieron. La relación personal, la amistad, es clave. Si no me doy a mí mismo, tampoco podré dar a mi Dios. A menos que me los gane como persona, que me convierta en su amigo, no tiene sentido hablarles de la fe.
¿Cómo perciben los gitanos el gesto del Papa de ir a visitarlos?
Con la llegada de Francisco, la gente está más abierta. Viene a crear relaciones personales, y tenemos que continuar con esta apertura. Después de la visita, seremos el Papa Francisco para ellos. Esto es algo poderoso.
¿Cree que la visita del Papa es una oportunidad para el cambio?
Como he mencionado antes, en Lunik IX es punto de partida es que la minoría dicta las reglas a la mayoría, y tira de ella hacia abajo. La mayoría ya está cansada de eso. Ahora, antes de la visita del Papa, se siente que los que son buenos, pero antes tenían miedo de expresarse, empiezan a actuar, a expresarse hacia afuera. Por ejemplo, se están dedicando a arreglar los exteriores y cosas semejantes.
Uno de los temas del Papa es la periferia. Usted tiene experiencia personal en la periferia. ¿De qué se trata?
La periferia alude a la autoaceptación interior, a la confianza en uno mismo.
¿Y la pobreza?
La pobreza no es sólo una cuestión de dinero. A veces pregunto a los niños de Lunik IX: ¿por qué no tienes zapatos?, pídeselos a tus padres. Y responden: porque sé que si un niño pide zapatos, se los dan. El problema está en otra parte. Tienes que quererlos.
La pobreza mayor es la pobreza de las relaciones. Los niños sufren abusos y negligencia. En casa se escuchan gritos y no se habla. A menudo aprenden a hablar con nosotros o en la escuela.
Al principio intentábamos ayudar más a los gitanos también desde el punto de vista material. Pero luego nos dimos cuenta de que no teníamos los medios para eso. Establecimos prioridades. Nuestra prioridad no es la ayuda material. Nos interesa sobre todo la ayuda espiritual. La ayuda material puede estar ahí, pero no es la razón principal por la que estoy en la Iglesia.
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