"Lo que más me llamó la atención de su personalidad fue, en primer lugar, la refrescante serenidad que emanaba de él y que envolvía toda la conversación. Después, el increíble ritmo con que fluían sus ideas; y, finalmente, la sorprendente capacidad de entablar contacto inmediatamente con sus interlocutores" - Viktor Frankl
Quisiera comentar sobre dos facetas de la vida de San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, de las que raramente se habla y que siempre fueron advertidas por quienes le conocieron: su alegría y buen humor. Yo no tuve la oportunidad de conocerlo personalmente, pero sí me atrajo desde la primera vez que conocí a miembros de esa Prelatura de la Iglesia darme cuenta de que la mayoría de ellos y ellas transmitían de forma natural estas dos cualidades.
El famoso psiquiatra vienés Viktor Frankl habló en una ocasión con San Josemaría. Junto a su mujer, viajó a Roma por motivos profesionales, y allí le visitaron. Después, el profesor Frankl resumió sus impresiones sobre la frescura de su carácter: "Lo que más me llamó la atención de su personalidad fue, en primer lugar, la refrescante serenidad que emanaba de él y que envolvía toda la conversación. Después, el increíble ritmo con que fluían sus ideas; y, finalmente, la sorprendente capacidad de entablar contacto inmediatamente con sus interlocutores". Viktor Frankl, un sobreviviente judío de los campos de prisioneros levantados por los nazis en Auschwitz y Dachau, entre 1942 hasta 1945, pudo lograr salir gracias a su fe y su humanidad. Efectivamente, Frankl captó la alegría de vivir, describiéndolo como alguien que vivía de manera plena el momento presente, abriéndose a los demás y dándose a sí mismo completamente.
Así mismo, el columnista español Eugenio Montes describió que un signo característico de santidad es precisamente la alegría: "Se ha dicho que es posible encontrar la sonrisa de Santa Teresa en su prosa castellana". Y eso es lo que San Josemaría Escrivá reflejaba entre quienes lo trataron, disfrutando de su conversación que habitualmente resultaba divertida y agradable.(https://opusdei.org/es/article/un-santo-con-humor/)
El mensaje que monseñor Escrivá de Balaguer había venido transmitiendo con alegría y buen humor a todos los rincones del mundo desde el 2 de octubre de 1928, fecha de inicio del Opus Dei, es sorprendentemente atractivo: "Lo he enseñado constantemente con palabras de la Escritura Santa: el mundo no es malo, porque ha salido de las manos de Dios, porque es criatura suya, porque Yaveh lo miró y vio que era bueno (Gen 1, 7 y ss.)... No lo dudéis, hijos míos: cualquier modo de evasión de las honestas realidades diarias es para vosotros, hombres y mujeres del mundo, cosa opuesta a la voluntad de Dios. Por el contrario, debéis comprender ahora, con una nueva claridad, que Dios os llama a servirle en y desde las tareas civiles, materiales, seculares de la vida humana: en un laboratorio, en el quirófano de un hospital, en el cuartel, en la cátedra universitaria, en la fábrica, en el taller, en el campo, en el hogar de familia y en todo el inmenso panorama del trabajo, Dios nos espera cada día. Sabedlo bien: hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir... A ese Dios invisible, lo encontramos en las cosas más visibles y materiales. No hay otro camino, hijos míos: o sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca".
El Opus Dei me ha enseñado a mirar con nuevos ojos la realidad cotidiana, mostrándome como en una escuela que ahora es global, que se pueden tener motivos de alegría y buen humor en la aparente monotonía diaria: "...Os he repetido, con un repetido martilleo, que la vocación cristiana consiste en hacer endecasílabos de la prosa de cada día. En la línea del horizonte hijos míos, parecen unirse el cielo y la tierra. Pero no, donde de verdad se juntan es en vuestros corazones, cuando vivís santamente la vida ordinaria...". ¡Gracias, San Josemaría!