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La educación es fundamental en cuanto una inversión para el futuro, en particular si enseña valores que sostienen a la sociedad y cuya pérdida se tradujo en la crisis económica actual. En especial para los jóvenes tentados a pensar que no existe ni autoridad ni puntos de referencia y que todo es inagotable
Lo indicó a ZENIT el director del Instituto Cervantes en Roma, Sergio Rodríguez en el contexto de un desayuno de trabajo en el que se analizó: “¿Está realmente tan mal España?”, en el que intervino también el consejero de Educación de la embajada de dicho país en Italia, Ignacio Sánchez. El evento fue organizado por Prestomedia y Mediatrends, un observatorio independiente sobre América Latina y la española Fundación Promoción Social de la Cultura.
¿Cuál es el papel de la cultura cuando se vive una crisis económica de envergadura?
La educación es un tema fundamental en cualquier sociedad y si bien sus frutos no son inmediatos, lo son a medio y largo plazo y muy consolidados. Es evidente que en un contexto como el actual debemos sobre todo y en la medida de lo posible intentar no recortar excesivamente en el tema educativo, porque es una inversión que luego nos va a permitir tener ideas de fondo.
En el debate salió muchas veces que hay un problema de fondo que va más allá de la finanza.
El problema es que también hay una crisis moral porque en buena parte se ha quitado a la educación tradicional uno de sus pilares que es la familia, a la educación institucional la credibilidad, al punto que cualquiera pone en duda hoy el papel del profesor, del director. En fin la escuela es una institución muy sólida y debe serlo, y sobre todo lo que tiene que proponer es una educación de valores.
De acuerdo, valores ¿pero cuáles?
El problema es que durante mucho tiempo se han propuesto unos valores que no son los que debían y nos han llevado a tomar modelos antropológicos equivocados como los de personas que hacen su fortuna engañando a los demás, y gracias a eso tienen un avión privado.
Eso no es posible, es necesario que las escuelas defiendan la excelencia y al mismo tiempo la honestidad, el sacrificio. Se ha cultivado mucho la idea de que todos son derechos, y no hay ninguna responsabilidad. Y es necesario inculcar lo contrario, hay que ayudar a que los jóvenes construyan su proyecto de vida basados en sólidos valores, la búsqueda de la excelencia, cosas que no están reñidas con la solidaridad.
Lo que usted dice parece evidente, aunque mucho de esto se ha olvidado.
Sí, debido al modelo antropológico que se ha difundido. El hecho educativo no va solo, son varios factores, pero sobre todo la educación escolar. Además de los medios de comunicación que tienen una gran responsabilidad en ese proceso. Si pensamos que los jóvenes a lo largo del día ven muchas horas de televisión, y los mismos videojuegos, lo que se comunica es que la violencia es substancial al ser humano, que los conflictos se tienen que resolver por la violencia.
Que todo cae de los árboles, que la sanidad es algo que no se agota, que si se rompe un banco de una plaza pues lo reponen, que no hay ninguna responsabilidad. En cambio todo esto es fruto del esfuerzo colectivo y hay que valorarlo.
El Instituto Cervantes en este sentido ¿qué rol tiene o puede tener?
El Instituto Cervantes tiene un doble rol, el de difundir el idioma español, como idioma común con todos los hermanos de Latinoamérica, y eso es un tema muy importante. Y también difundir la cultura española y la cultura que es patrimonio común de los países latinoamericanos.
Lo que intentamos hacer es que abunde no solamente el arte o la literatura sino también abunde el pensamiento. Por ello queremos poner en marcha un ciclo de reflexión sobre lo que significa hoy Europa después de la crisis, qué nos queda para el mundo de mañana, cuáles son las tendencias del mundo educativo, en el mundo de la construcción económica. Todo eso entra en el nuevo área de reflexión del Instituto Cervantes de Roma.
¿El Cervantes tiene convenciones culturales con el Vaticano u otras instituciones?
Una de las líneas del futuro va a ser justamente eso, que el Instituto Cervantes pueda trabajar más con la Santa Sede y con la Iglesia en general. Roma es un lugar privilegiado en ese sentido porque hay academias, ateneos y universidades pontificas, una rica variedad de colegios. Sería de tontos no valorar ese acerbo y posibilidades de trabajar conjuntamente.
Hoy se ha hablado de la crisis económica en España y Europa e incluso se ha nombrado la encíclica Caritas in Veritate. ¿Por qué?
Porque uno puede ser creyente o no creyente, pero lo que no puede dejar de ver es la figura del Papa como referente moral. El mundo está carente de referencias morales. Una de las cosas que mayo del 68 hace es criticar todo, y por el hecho de tener los mismos derechos desde el punto de vista jurídico, pensar que todos somos iguales desde el punto de vista intelectual y no es igual el que predica también con su ejemplo que el que no, no es igual el que tiene una idea brillante de quien no. Todo el mundo tiene el mismo valor pero las ideas que producimos no son iguales. Y es verdad que el Papa en ese sentido ha propuesto un modelo de sociedad sobre el cual debe constituirse nuestro occidente desarrollado.
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