Jacinto Bátiz: «Los cuidados paliativos son un derecho de todos»
En su libro Cuestiones sobre la eutanasia, el especialista en atención paliativa Jacinto Bátiz arroja luz sobre una realidad a la que no podemos dar la espalda: la etapa final de la vida y el padecimiento que esta puede llevar aparejado.
Todos, sin excepción, hemos de pasar por el difícil trance de enfrentarnos al sufrimiento físico y psíquico que ocasiona el dolor. En la actual sociedad de la prisa, muchas veces no nos hemos parado a reflexionar sobre la etapa final de la vida y el padecimiento que esta puede llevar aparejado.
La aprobación de la ley de eutanasia en España ha revivido el fantasma de la enfermedad y la muerte. En una época en la que, gracias a los avances de la ciencia, la longevidad es cada vez mayor, ayudar a bien morir se revela como una necesidad creciente.
Sin duda, acabar con la existencia del que sufre puede parecer el recurso más fácil y el menos costoso. Pero ¿no consideran más humano ayudar al paciente y acompañarlo en su soledad? El objetivo debería ser extinguir el dolor, no al que lo padece. Si el progreso nos ofrece día a día mayores posibilidades y herramientas más sofisticadas, ¿por qué no las aprovechamos para mejorar nuestra calidad de vida?
Quien sufre no desea morir, sino que su dolor sea aliviado. Quiere sentirse apoyado y comprendido. Y eso lo ha vivido en primera línea el doctor Jacinto Bátiz Cantera, un profesional que cuenta con una larga trayectoria junto a enfermos incurables que atraviesan sus últimos momentos. Durante 25 años ha sido responsable de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital San Juan de Dios de Santurce (Vizcaya) y desde 2017 dirige el Instituto para Cuidar Mejor.
Bátiz, que ha sido elegido como uno de los 25 embajadores de la Medicina española, ha volcado toda su experiencia en su tercer libro, Cuestiones sobre la eutanasia. Con un lenguaje sencillo y un tono divulgativo, la obra, editada por Nueva Eva, es de lectura obligatoria para todo tipo de público: sanitarios, cuidadores, familiares y, por supuesto, los propios pacientes. El subtítulo del volumen resulta esclarecedor: «Principios para cuidar la vida de quien sufre».
A lo largo de diez capítulos, el autor define la eutanasia como un gran fracaso y explica la sinrazón de aprobar una ley únicamente por el deseo de morir de unos pocos. El Dr. Bátiz considera que esta práctica no es un acto médico y expone sus razones para ello. También advierte de los peligros que lleva aparejada su legalización, como la llamada ‘pendiente resbaladiza’, una realidad presente en los países que han autorizado la eutanasia. Cuando se da ese paso, se abre una peligrosa ventana que con el transcurrir del tiempo se va extendiendo a más supuestos. Es un fenómeno imparable.
Todos deseamos recibir un cuidado adecuado cuando lo necesitemos. Y muchos de nosotros lo vamos a necesitar. Por ello, el doctor en Medicina y Cirugía explica que se deben tener presentes las distintas necesidades del paciente: físicas, psicológicas, sociales y espirituales.
Los médicos tienen el deber ético de cuidar y curar, no de matar al que sufre. Frente a la cultura de la muerte, el autor propone los cuidados paliativos, medidas terapéuticas que permiten sobrellevar el sufrimiento en los últimos momentos.
Especialmente interesante resulta el capítulo «Cuidar y acompañar cuando no se puede curar». Escucha, apoyo y afecto son las mejores herramientas para atender a las personas sometidas a grandes padecimientos y para hacer más soportable su dolor.
La atención al paciente al final de su vida es un trabajo en equipo, en el que cooperan los profesionales de la medicina junto a los familiares del enfermo, que es el auténtico protagonista de este camino.
Con prólogo de Marta Moreno, editora adjunta de Nueva Era, Cuestiones sobre la eutanasia es un libro que invita a la reflexión. Nos acerca a una realidad a la que no podemos dar la espalda y a la que debemos dispensar una adecuada consideración.
Humanizar la atención al paciente ha de ser el objetivo de una sociedad civilizada, sana y compasiva, afirma el Dr. Bátiz. Y es que la compasión es un sentimiento tangible, no etéreo. El grado de salud de una nación no se mide por el nivel de vida alcanzado, sino por la manera en que nos acercamos a los demás, por la protección de los más vulnerables. «Sin la compasión no puede desarrollarse lo genuino del corazón humano», concluye el autor.
Hilda García, en eldebatedehoy.es/
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