Tenemos una gran responsabilidad, especialmente con las generaciones futuras
Queridos hermanos y hermanas: con la encíclica Laudato si', promulgada en 2015, invité a todas las personas de buena voluntad a cuidar la Tierra, nuestra casa común. Desde hace tiempo, esta casa que nos aloja sufre las heridas que provocamos a causa de una actitud depredadora, que hace que nos sintamos dueños del planeta y de sus recursos y nos lleva a un uso irresponsable de los bienes que Dios nos ha dado. Hoy, esas heridas se manifiestan dramáticamente en una crisis ecológica sin precedentes que afecta al suelo, al aire, al agua y, en general, al ecosistema en el que viven los seres humanos. La actual pandemia, además, ha sacado a la luz de forma aún más aguda el clamor de la naturaleza y de los pobres, que son los que más sufren las consecuencias, confirmando que todo está interconectado e interdependiente y que nuestra salud no está separada de la salud del ambiente en el que vivimos.
Necesitamos, por tanto, un nuevo enfoque ecológico que transforme nuestra manera de vivir en el mundo, nuestros estilos de vida, nuestra relación con los recursos de la Tierra y, en general, nuestra forma de ver al ser humano y de vivir la vida. Una ecología humana integral, que involucra no sólo las cuestiones ambientales sino al hombre en su totalidad, se vuelve capaz de escuchar el clamor de los pobres y de ser levadura para una nueva sociedad.
Tenemos una gran responsabilidad, especialmente con las generaciones futuras. ¿Qué mundo queremos dejar a nuestros hijos y a nuestros jóvenes? ¡Nuestro egoísmo, nuestra indiferencia y nuestra irresponsabilidad amenazan su futuro! Renuevo, pues, mi llamamiento: cuidemos de nuestra madre Tierra, superemos la tentación del egoísmo que nos vuelve depredadores de los recursos, cultivemos el respeto por los dones de la Tierra y de la creación, inauguremos un estilo de vida y una sociedad por fin ecosostenibles: tenemos la oportunidad de preparar un mañana mejor para todos. De las manos de Dios hemos recibido un jardín; no podemos dejar un desierto a nuestros hijos.
En este contexto, el 24 de mayo de 2020 proclamé el año Laudato si', cuya organización fue encargada al Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Doy las gracias a todos los que han celebrado este año con tantas iniciativas. Hoy me complace anunciar que el año de la Laudato si' se traducirá en un proyecto de acción concreto, la Laudato si' Action Platform, un camino de siete años en el que nuestras comunidades se esforzarán de diferentes maneras para llegar a ser totalmente sostenibles, en el espíritu de la ecología integral.
Quisiera, pues, invitar a todos a emprender juntos este camino y, en particular, me dirijo a estas siete realidades: familias — parroquias y diócesis — escuelas y universidades — hospitales — empresas y haciendas agrícolas — organizaciones, grupos y movimientos — instituciones religiosas. Trabajar juntos. Sólo así podremos crear el futuro que queremos: un mundo más inclusivo, fraternal, pacífico y sostenible.
En un camino que durará siete años, nos dejaremos guiar por los siete objetivos de Laudato si', que nos indicarán la dirección mientras perseguimos la visión de la ecología integral: la respuesta al clamor de la Tierra, la respuesta al clamor de los pobres, la economía ecológica, la adopción de un estilo de vida sencillo, la educación ecológica, la espiritualidad ecológica y el compromiso comunitario.
Hay esperanza. Todos podemos colaborar, cada uno con su propia cultura y experiencia, cada uno con sus propias iniciativas y capacidades, para que nuestra madre Tierra recupere su belleza original y la creación vuelva a resplandecer según el proyecto de Dios.
Que Dios os bendiga a cada uno y bendiga nuestra misión de reconstruir nuestra casa común. Gracias.