Tú tienes el poder de cambiar las cosas, de negativas a hacerlas positivas
Olimpia Fuertes Criado tiene 37 años. Hace unos meses me enteré de su historia gracias a un mensaje de agradecimiento que se difundió en las redes sociales. Al leerlo, me resultó llamativo ver cómo una experiencia tan horrible podía ser contada utilizando palabras tan llenas de fuerza y de ganas de compartir una enseñanza muy importante: de que de lo más negativo siempre puede brotar algo bueno.
Ella ha aceptado contarnos su historia para los lectores de Cuentamealgobueno.
«Te cuento como fue: el verano pasado tuve un retraso de regla. Me hice las pruebas y salió que no estaba embarazada. Escuché un poco al cuerpo y me di cuenta de que algo no iba bien, no sabía por qué. Además me dolía mucho el pecho: un día me lo toqué, me hice una exploración y me noté un bulto. Esto había que mirarlo ya: la prevención es muy importante. En el hospital de Manises me mandaron a ecografía y mamografía. Se me cayó el mundo encima porque pasé de pensar que lo que tenía era una simple calcificación a enterarme, después de la biopsia, de que tenía un cáncer maligno en el pecho derecho.
Ahí ya empezó el calvario. Se supone que lo cogí muy a tiempo, por eso insisto en la importancia de la prevención. Medía un centímetro. Me hicieron un montón de pruebas y salió que tenía otro tumor, también muy pequeño, al lado del pezón: el primero estaba más al lado de la axila.
Lo que había que hacer era operar y limpiar: en la operación me quitaron los ganglios de la axila para evitar cualquier riesgo de ramificación. Eso fue en diciembre: estuve de baja un tiempo para recuperarme de la operación, luego empecé la quimioterapia. Lo más duro fue la sensación de cansancio: pesadez de brazos, de piernas, de cuerpo.
Siempre decía: es como si se hubieran llevado mi cuerpo y me hubieran dado uno de una mujer de 90 años. Me dijeron que me iba a empezar a caer el pelo. Yo no quería ver eso, así que decidí raparme. Me lo dejé muy cortito pero en unas semana el pelo fue desapareciendo ya. Eso sí que me impactó mucho, es algo muy feo de ver que de repente estás sin pelo».
«Yo tengo una niña de 6 años, y me recomendaron contárselo todo. Entonces ya le conté todo lo que me iba a pasar, que a mamá le iba a caer el pelo, que le habían puesto una medicación muy fuerte, pero que luego le iba a crecer muy fuerte, que mamá estaba muy contenta de eso, que se iba a poner mejor y tal.
Luego que mamá iba a tener unos días así más malos en el sillón, cansada, que iba a estar malita pero luego que me iba a recuperar y que iba a estar contigo otra vez. Cuando me pusieron el último gotero me la llevé, para que viera que a mamá no le habían puesto nada malo, que no había sufrido, que no le hacían daño. La hice un poco partícipe de la enfermedad para que lo llevara bien.
Empezó a caerme el pelo también de las cejas y las pestañas. Eso ya era verte en el espejo y decir ¡Vaya tela!: mi rostro había desaparecido, no era yo para nada. Aunque yo me pintaba los labios y las cejas y la gente me animaba, luego me miraba al espejo y alucinaba, pero en vez de hundirme me convencí de que eso que me pasaba era algo pasajero, de que eso iba a ser un paréntesis de mi vida y de que no me tenía que preocupar».
«No qué va, mira yo tenía muy claro que peluca no iba a llevar, a no ser que a mi hija le impactara mucho. Al principio siempre me ponía pañuelo pero ya llegó el mes de junio y dije yo: “¡es que me muero de calor!” Un día me puse a pensarlo y dije “¿Por qué llevo pañuelo? Pues para que no me vea la gente. ¡Pero si mi novio me acepta así como soy, si yo en casa voy sin pañuelo ni nada!”
Así que cogí un día y me fui sin pañuelo a la calle, sin pelo ninguno. La gente me miró así raro un día, pero el segundo o tercer día me veían ya normal. A mi lo que me importaba era curarme, estar bien, y no tener que sufrir más de lo que estaba sufriendo. “Me quedo en casa, para que nadie me vea…” no, ¡yo de eso nada!
Y eso me sirvió porque la gente me apoyó muchísimo, me dio ánimo. Nunca dejé de comer, nunca se me fue el apetito, nunca me han bajado las defensas, intenté llevar mi vida de la forma más normal que pudiera. Mi hermana siempre ha sido fallera mayor, y este año me fui con ella. Hacía pasacalles, hacía de todo, no me quedaba en casa para nada. Hay muchas enfermedades malísimas, pero no es necesario esconderse, taparse. Hay que dejarse curarse, dejarse querer, dejarse mimar».
«Para la enfermedad también, y mucho. Nunca me he parado a pensar: madre mía, tengo cáncer… yo eso de morirme no lo he pensado nunca jamás. Porque yo no quiero morir, yo quiero vivir.
La mente es prodigiosa en lo bueno y en lo malo: yo creo que por determinadas experiencias de mi vida el cuerpo me ha querido dar un toque de atención. Ha salido algo de verdad para que yo me diera cuenta de mi estado emocional: hoy en día vivimos muy estresados, aguantamos cosas que no tenemos que aguantar y llega un punto en el que el cuerpo revienta».
«Tú tienes el poder con tu mente de cambiar las cosas. De negativas a hacerlas positivas. Hay que aceptar lo malo, y decir vale eso es para mi, y ahora a lo que toca. Y dejarse curar, porque la actitud positiva o la medicina natural ayudan pero solas no son suficientes.
Ahora me estoy recuperando muy bien: ya veo mi cara, mis ojos, el pelo empieza a crecer, las cejas, las pestañas… Ahora a curarse mucho, a andar todos los días, a comer bien, comer de todo, mucha fruta…
Para mi lo he superado ya, quedan mucha revisión y muchas cosas, pero lo malo ha pasado, y se ha pasado volando. Es muy importante contarlo para que la gente te apoye, que te digan lo guapa que estás, que te den energía, y la verdad es que se lo agradezco un montón a todos.
¡Enhorabuena Oli, y gracias por contarnos tu historia! Seguro que como la tuya hay muchas, pero el hecho de querer compartirla con tu sorprendente entusiasmo no es algo tan habitual.
El dolor no debería ser algo privado, que hay que esconder, del que hay que tener vergüenza. Los demás pueden ser un recurso esencial para nuestra recuperación y para nuestro bienestar.
Marco Fazzini, en cuentamealgobueno.com
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