El silencio que rodea esta experiencia es lo que permite que la situación se siga manteniendo.
El abuso sexual es una situación traumática que sufren muchos menores. Una situación de este tipo, produce dolor y angustia. Sin embargo, para poder proteger a vuestros hijos/as, es necesario que vosotros y ellos/as sepáis que existe el abuso sexual. En este sentido, tenéis que saber que la mayoría de los abusos a menores los cometen personas cercanas al entorno del niño/a. Son personas conocidas que tienen fácil acceso a ellos. El silencio que rodea esta experiencia es lo que permite que la situación se siga manteniendo.
Tras las recientes y alarmantes noticias sobre abusos sexuales en menores de las que se han hecho eco los medios de comunicación, la Fundación ANAR quiere ofrecer a los padres y las madres unos consejos para prevenir desde la familia el abuso sexual:
Es importante que cada día habléis con vuestros hijos/as, les preguntéis y les observéis. Mostrad una actitud cercana y de escucha, creando un clima de confianza. Preguntadles por su día a día, compañías, ocio, profesores/as… Contad también vuestros problemas y mostradles que siempre se puede buscar una solución. De esta manera, si vuestro hijo/a tiene cualquier problema, acudirá a vosotros. Ellos/as tienen que saber que pueden acudir a vosotros pase lo que pase.
Algunos factores de protección contra situaciones de este tipo son:
– Que los dos progenitores (padre y madre) sean partícipes del cuidado del niño desde el momento de su nacimiento.
– Enséñales a identificar sus partes íntimas y a nombrarlas correctamente, os recomendamos que veáis el vídeo de La Regla de Kiko del Consejos de Europa
Cuando los niños/as son pequeños, es necesario que aprendan a diferenciar una situación agradable de otra que no lo es. Así mismo, a distinguir situaciones positivas de contacto de aquellas que son “raras” o les hacen sentir mal. Las zonas íntimas de su cuerpo pertenecen a la parcela de su intimidad y nadie debe tocarlas. Si alguien quiere hacerlo, tiene que negarse y contarlo al adulto más cercano en quien confíe. De la misma manera, nadie puede obligarle a tocar a otra persona o a presenciar escenas que le hagan sentir violento. Si eso ocurre, os lo tiene que contar.
El abuso sexual suele estar rodeado de secretismo y culpabilidad. Cuando una persona adulta quiere abusar sexualmente de un menor y no quiere que le descubran, utiliza al niño/a diciéndole que es un secreto entre ambos y que si lo cuenta, algo malo le pasará a él o a su familia. Por ello, es muy importante enseñar, sobre todo a los pequeños, a distinguir entre “secretos buenos” (una sorpresa para un regalo) y “secretos malos” (cuando sientes que no estás bien callándote). Además, es necesario que les remarquéis que ante este tipo de actuaciones, el único culpable es la persona que está obligándole a hacer algo que no quiere hacer.
El Sexting, el Grooming y otras formas de ciberacoso son algunos de ellos. Los/as adolescentes manejan de forma constante el mundo de las nuevas tecnologías sin saber que existen conductas que les pueden poner en riesgo. En este sentido, es muy importante que les alertéis sobre la falsa identidad que pueden tener algunas personas que contacten con ellos/as porque pueden querer aprovecharse y tener intenciones que nada tienen que ver con lo que ellos/as tienen en mente. Por esto, es necesario que no den datos personales suyos, no difundan imágenes propias a través de la red, ni queden personalmente con nadie para conocerse. Además, deben saber que difundir imágenes de contenido sexual de otras personas, es un delito.
Cuando un niño pequeño habla de abuso sexual no pongáis en duda porque algo le está pasando. Para él/ella supone un gran esfuerzo hacerlo porque se siente mal. Reforzadle lo valiente que está siendo al hablar sobre lo que le ha ocurrido y hacedle saber que vosotros, sus padres, vais a hacer cuanto esté en vuestra mano para protegerle/a.
Por otro lado, en niños muy pequeños, una conducta que debe hacernos sospechar, son los juegos sexualizados. Ante la duda, consultad al Teléfono ANAR
Mantened una actitud de serenidad ante vuestro hijos/a y tened cuidado con las preguntas que le hacéis sobre la situación que ha vivido. A pesar de la angustia, la rabia, el miedo y cuantas emociones negativas os genere, escuchar que vuestro hijo/a ha sido víctima de abuso sexual, tratad de no agobiarlo con preguntas porque puede bloquearse, retractarse y no querer contar más. El acogimiento que vosotros le deis y la angustia que mostréis, será lo que determine el significado y la emoción que le de vuestro hijo/a al acontecimiento. Por ello, es importante que sean los profesionales competentes quienes indaguen cómo han ocurrido los hechos.
Si vuestro hijo/a os está contando que ha sido víctima de un abuso sexual, no le culpabilicéis por ello. En ocasiones, los sentimientos desagradables que podéis sentir al saber lo que ha ocurrido, pueden haceros culpar a vuestro hijo/a o decirle lo que debería haber hecho. Pensad que ha pasado por una situación, en la que, dependiendo de la edad, se ha podido sentir partícipe sin tener conocimiento o incluso viviendo algo desagradable y traumático. Por ese motivo, lo que ahora necesita es sentir que vosotros le entendéis, apoyáis y protegéis. La única persona culpable en un abuso sexual, es quien lo comete.
Solemos pensar que cuando se da una circunstancia de abuso sexual, es de un adulto hacia un menor. Sin embargo, hay veces que un menor se vale de su situación de poder (mayor edad, conocimiento de cómo es el niño/a…) para aprovecharse de él/ella sexualmente. En estos casos, si el menor agresor tiene 14 años o más, tiene edad penal y ante una denuncia, deberá responder ante la justicia. Si es menor de esa edad, serán los padres quiénes tengan que responder ante lo que su hijo ha hecho y ante la denuncia, intervendrán los organismos competentes en materia de menores.
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