El escritor vallisoletano Miguel Delibes, cuyo centenario se conmemoró en 2020, fue un hombre de una sola mujer, Ángeles de Castro. Su muerte prematura a los 52 años provocó en Miguel la pérdida del equilibrio
Desde Nuestro Tiempo nos escriben a los suscriptores: “Sin comerlo ni beberlo ya estamos aquí, en Semana Santa. Por ese motivo, porque habrá que celebrar la Pascua, el lunes que viene no tendrás newsletter. Pero para compensarte te he traído un texto maravilloso: la historia de amor de Miguel Delibes y Ángeles de Castro contada por una de sus hijas”.
«Cuando se apagan las luces, en el escenario solo queda una habitación vacía. Hay polvo en todas partes: sobre el escritorio, sobre la tela del cuadro que preside el habitáculo, en la estantería, encima de la mesa que acompaña al sofá, en las dos sillas enfrentadas en una de las esquinas. Justo ahí aparece un hombre desgastado. Se pasa la mano por la frente. Viste un jersey de cuello vuelto rojo, una chaqueta beis y pantalones azul oscuro. Se sienta en una de las sillas. Dice: «No ignoro que el recurso de beber para huir es un viejo truco pero ¿conoces tú alguno más eficaz para escapar de ti mismo?».
El hombre que habla es el actor José Sacristán, aunque también podemos decir que es un pintor. O un escritor que se llama Miguel Delibes (Valladolid, 1920-2010). En cualquier caso, esas palabras marcan el inicio de Señora de rojo sobre fondo gris, su obra más autobiográfica. Cuando se publicó en 1991, la crítica aseguró que era una de sus mejores novelas. Enseguida se supo que la protagonista de la historia, Ana, en realidad tenía otro nombre: Ángeles de Castro (Valladolid, 1922-Madrid, 1974), la mujer de Delibes.
«Él defendía que era una novela porque cambió cosas, y es verdad», explica Elisa Delibes de Castro, cuarta hija del matrimonio y presidenta de la fundación que lleva el nombre de su padre. «Pero me chirría un poco que, siendo tan autobiográfica, haya hecho alteraciones. Creo que debería haber puesto su nombre, que el protagonista tendría que haber sido escritor y no pintor… Yo todo lo hubiera puesto de verdad».
Elisa cuenta que, a pesar de los esfuerzos de Delibes por camuflar a sus personajes, los protagonistas de la novela se han ido reconociendo al leerla. Ella, por ejemplo, aparece con el nombre de Alicia. Evelio Estefanía es, en realidad, Julián Marías, amigo de la familia. Los médicos que operaron a Ángeles también se descubrieron en el relato. Hay otras obras, como El príncipe destronado −«el príncipe es mi hermano Adolfo», comenta Elisa−, en las que Delibes retrata la realidad, pero en esta fue tajante: no quería verla representada ni en el cine ni en el teatro. Era demasiado suya. Por eso, cuando Sacristán le propuso a Elisa llevarla a los escenarios, ella tuvo que pensárselo dos veces. Al principio le dejó, luego se dio cuenta de que tenía que preguntarles a sus hermanos. Al final, accedieron. «No puedes decir que el libro es bueno y el teatro es malo, porque era lo mismo pero un poco reducido −defiende Elisa−. Ahí mi padre cuenta alguna anécdota de Ángeles, como que regaba los hoteles con sus camisones porque se olvidaba todo. Ella era una mujer sencilla. Lo único que le importaba era que mi padre estuviera contento. Mucho más que los hijos y mucho más que todo».
Un noviazgo en bicicleta
Miguel Delibes y Ángeles de Castro se conocieron cuando él tenía diecinueve y ella, «quince o dieciséis». Ella procedía de una familia humilde, de Sedano (Burgos), que se trasladó a Valladolid…