Está demostrado que es posible salir de la desilusión en tiempos de coronavirus. Uno de los modos es poner en juego el talento que tenemos para ser mejores y hacer que muchos más también lo sean
La hora del aperitivo en las semanas de confinamiento ya no suponía tomar un refresco y unas patatas en una terraza. Para las reuniones de trabajo, de familia y de amigos había una pantalla de por medio y cada uno estaba en su casa. Abro Zoom, enciendo el micro y la webcam y paso un rato con Javi Fernández Contreras, graduado en ADE y Publicidad y Relaciones Públicas, que desde que se decretó el estado de alarma está inquieto por aprovechar el tiempo y no rendirse al desánimo.
Es un joven sevillano, afincado en Pozuelo (Madrid) desde que dio el salto a la universidad, al que le preocupa que la sociedad se venza con tanto pesimismo: “Veo que muchos dan por perdidas estas semanas que llevamos encerrados y se limitan a rellenar los días”. Me cuenta que los primeros días quedó de forma online con otros cuatro amigos para charlar de lo divino y lo humano. En una de esas conversaciones surgió la gran idea: “Uno de nosotros propuso: ¿y si aprovechamos todo esto para pararnos y pensar de verdad, en vez de dedicarnos a matar el tiempo?”. La propuesta consistía en hacer directos en los que tratasen temas formativos. Pero ya no sólo entre ellos, sino invitando a algunos amigos que no tuvieran costumbre de participar en este tipo de encuentros. Crearon un grupo de whatsapp abierto.
Creció el boca a boca. Empezó a sumarse gente. En menos de 24 horas tenían más de 2000 personas. “Esto nos obligó a crear rápidamente un logo, un nombre comercial, una página web y un canal de Youtube”.
En cada conexión invitaban a una persona que les aportaba su visión de la situación actual. Aquí nacía ItsTimeToThink, unas charlas en directo con el propósito de ayudar a crecer interiormente. “En principio éramos cinco, el invitado y el que quisiera apuntarse, pero cuatro semanas después más de 30.000 dispositivos se conectaron a alguna de las charlas”, reconoce Javi, sorprendido. Cuando el invitado termina su exposición, normalmente de unos 20 minutos, entra en contacto directo con el público: cualquier espectador puede aportar su punto de vista o enviar su pregunta.
La idea ha ido evolucionando de manera orgánica y el abanico de temáticas se ha ampliado con temas como el futuro de la Iglesia, el relativismo moral, la necesidad de líderes revolucionarios o las raíces de Europa. Las charlas han sido impartidas por invitados conocidos como José Luis Martínez Almeida, Jaime Mayor Oreja, Carlos Chiclana, Jesús Higueras, José María Zavala, Fulgencio Espa o Nicolás Álvarez de las Asturias.
“Recibimos muchos emails a diario, lo mejor de todo es que se están conectando muchos que no creen en Dios. Con Ramón Goyarrola, sacerdote, un amigo ateo hizo una pregunta y terminada la charla nos escribió agradeciendo el inmenso bien que para él supuso la respuesta”, señala Javier. Intentan priorizar las preguntas de las personas que discrepen de la opinión del ponente, introduciendo cierta polémica para que puedan aclararse temas sobre los que habitualmente se entra poco al trapo. En una de las últimas charlas abordaron con Nicolás Álvarez de las Asturias las 16 cuestiones más preguntadas por los ateos hoy día. El resultado fue todo un éxito, con muchos feedbacks de personas que están cambiando su opinión sobre la Iglesia.
Más adelante hago un zoom con el resto de los amigos, ilusionados con los frutos de la iniciativa. Todos coindicen: “Muchas veces nos ponemos barreras mentales para no comenzar este tipo de proyectos, pero con la ayuda de Dios todo es mucho más sencillo de lo que pensamos. No hemos hecho nada extraordinario, simplemente hemos puesto iniciativa”. “Pensemos que el estado de shock en que se encuentra la sociedad está teniendo consecuencias positivas”, explica Tabo. “Muchas personas se plantean cosas que antes no se planteaban, y nosotros lo vemos de primera mano”, señala Álvaro. “Es curioso que se conecten tantos ateos o personas alejadas de Dios a este tipo de charlas y encima se lancen a preguntar y a agradecer las respuestas, eso denota una gran apertura”, valora Jose.
“Hace tres meses esto sería impensable”, se sorprende Iñigo. Han conseguido lo que buscaban: no matar el tiempo durante el confinamiento sino aprovecharlo para crecer.