Unas jornadas académicas destinadas a reconocer a John Henry Newman como «ideal de sabiduría y humanismo para el siglo XXI»
El papa Francisco canonizó el pasado 13 de octubre de 2019 a John Henry Newman. El hombre que en pleno siglo XIX abandonó el anglicanismo para convertirse al catolicismo es ya santo de la Iglesia. El cardenal Newman destaca por su incansable búsqueda de la Verdad, un objetivo que le ocasionó no pocos problemas en su vida.
Para celebrar este acontecimiento y para profundizar en el pensamiento de esta gran figura de la Iglesia, la ACdP y el Instituto CEU de Humanidades Ángel Ayala organizaron unas jornadas académicas destinadas a reconocer a John Henry Newman como «ideal de sabiduría y humanismo para el siglo XXI».
Desglosar la vida y la obra de san John Henry Newman requieren de un libro, o varios, Manuel Oriol, profesor de Filosofía en la Universidad CEU San Pablo y director de Ediciones Encuentro, resume el recorrido vital de un cardenal que, en palabras de Benedicto XVI, «nos recuerda que fuimos creados para conocer la verdad, y encontrar en esta verdad nuestra libertad última».
Las jornadas contaron con la presencia de Jack Valero, delegado y portavoz de la Causa de Canonización de John Henry Newman. Su labor fue la de convertir este acontecimiento en un evento de relevancia no solo para los católicos. Para abordar esa tarea, Valero puso en valor la figura y el papel del cardenal en contextos tan variados como la educación, la política o la cultura. «Newman es un gigante del siglo XIX de Inglaterra, una de las diez personas más importantes del siglo», asegura el también fundador de Catholic Voices, un santo que habla a todo el mundo, no solo a los intelectuales.
Además del trabajo de comunicación, la canonización requiere de un largo proceso en el seno de la Iglesia en el que, entre otras cuestiones, es necesaria la certificación de un milagro. En el caso de John Henry Newman, esa gracia lo une a las familias, puesto que fue Melissa Villalobos, madre de siete niños, quien se curó tras rezarle al santo inglés. Su testimonio, recogido por EL DEBATE DE HOY es el de una mujer agradecida.
De los trabajos, estudios, textos y sermones del cardenal Newman se pueden recoger enseñanzas en multitud de campos, como explicaba Jack Valero. De todos ellos, y en un ambiente universitario, las jornadas celebradas en el Colegio Mayor San Pablo, se centraron en el santo como ideal de sabiduría y humanismo en el siglo XXI. Esta idea entronca necesariamente con el papel de la universidad en nuestros días.
Higinio Marín, profesor titular de Antropología de la Universidad CEU Cardenal Herrera, glosa a Newman cuando explica que «la existencia de Dios es inverosímil sin la afirmación robusta de la existencia de la libertad humana» y lo relaciona con el ambiente académico al asegurar que considerar este «como el lugar de la defensa de la libertad del hombre en el conjunto de los saberes que cultiva y difunde» es la «la primera y elemental forma de incardinar la fe en la existencia de Dios en la misión propia de la universidad«.
Siguiendo con esta idea, Ángel Gómez Negrete, profesor del Instituto Superior de Estudios Teológicos San Ildefonso, aborda los textos de cardenal que apuestan por una Universidad en los que «se enseñe el saber universal o, al menos, que enseñe con espíritu de universalidad». Será en este trabajo en el que se defina al «hombre de hábito filosófico», aquel que «ha echado el cimiento intelectual de sus creencias y posee un sistema en el que todo lo que le llega va colocándose en el conjunto con facilidad, por tener relación con algo que ya hay en la mente y con lo que se ponen en relación los nuevos conocimientos».
Esta idea de Newman acabaría con el utilitarismo en el seno de la universidad, uno de sus males en nuestros días.
Las idea que John Henry Newman tiene sobre la universidad pueden resumirse con estas palabras del propio santo que bien pueden concluir este especial:
«La universidad logra su objetivo no a través de reglas escritas, sino por sagacidad, sabiduría y paciencia; investigando profundamente cada tema y por una vigilante represión a cualquier agresión o fanatismo. Lo que un imperio es en la historia política, es una universidad en la esfera de la filosofía y la investigación. Es el más alto protector de todo conocimiento y ciencia, de hecho y principio, de indagación y descubrimiento, de experimento y especulación…»