Una correspondencia de quienes dirigen el santuario venir a Castellón a explicar los pormenores de los proyectos que tienen trazados
En el Hotel Intur, el próximo día 7, viernes, a las 7 de la tarde, Torreciudad presenta en Castellón el que denomina Proyecto siglo XXI. Lo hará Antonio Quintana, director de Desarrollo del santuario aragonés. La entrada es libre para todo aquel que conoce este moderno santuario a la Virgen de Torreciudad, o quiere conocer los proyectos que tiene en estos años. Muchos de los que viajan allí cada año proceden de la provincia de Castellón y de la Comunidad Valenciana, por lo que es una correspondencia de quienes dirigen el santuario venir a Castellón a explicar los pormenores de los proyectos que tienen trazados. Además, el arquitecto de este moderno santuario es un valenciano, Heliodoro Dols Morell.
A poco más de 20 kilómetros de Barbastro, este santuario aragonés tiene unas características propias. Se inauguró en 1975, con un estilo moderno, y cerca de la ermita de la Virgen de Torreciudad, que se venera en la comarca desde el año 1084. Coexisten una ermita milenaria y un santuario que es el resultado de la devoción de los católicos a finales del siglo XX, cuando parecía que la época de construir santuarios o catedrales había pasado a la historia. En este caso, el santuario es un proyecto impulsado por San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, muy devoto de la Virgen de Torreciudad, como lo eran y son las gentes de la comarca: en su caso, con un motivo especial de gratitud, porque su madre le llevó hasta la ermita cuando tenía 2 años, desahuciado por los médicos, y se curó.
«Colaboraban personas de los cinco continentes, hasta de Filipinas, lo cual multiplicaba nuestro asombro»
Recuerdo con viveza que asistí a un curso de verano en 1973, en julio, muy cerca del pantano de El Grado y, por tanto, veíamos cada día el desarrollo de las obras del santuario de Torreciudad. Despertaba en nosotros una mezcla de curiosidad y admiración: se veían grúas, obras, idas y venidas de obreros, en lo alto de una montaña donde parecía no caber casi nada, y mucho menos un santuario de considerables dimensiones, con una explanada grande, o al menos eso nos contaban. Como estaba en obras, no podíamos verlas de cerca por seguridad, pero todos nos quedamos con la ilusión de visitarlo, porque «lo habíamos visto construirse». Nos contaron que colaboraban personas de los cinco continentes, hasta de Filipinas, lo cual multiplicaba nuestro asombro. Sus datos son relevantes: 10 millones de visitantes y tercer destino turístico de Aragón. Es un imán, que atrae a cientos de miles de personas cada año de más de 100 países. He estado allí con frecuencia estos años: vale la pena conocerlo.