Frecuentemente el estupor ante la magnificencia de todo lo creado es asolado entre el barullo de la cotidianidad. La sociedad actual ha perdido la capacidad de asombrarse
Estamos rodeados de belleza, pequeños milagros diarios, a los que desgraciadamente nos acostumbramos. Cuando en realidad son constantes y testarudos reclamos que tocan e interpelan nuestro ser.
Hace unas semanas pude asistir a un BoscoEncuentro con Íñigo Pirfano organizado por Boscofilms.
En la mejor compañía, agasajados con vino y sabrosas viandas nos adentramos en ese don de ver donde otros no ven. Fuimos conquistados por una velada, en la que se nos regaló tocar y saborear la obra de arte. Llegar a donde radica la potencia del arte.
Puedo parecer un poco exagerada en mi descripción, pero es evidente que en la capacidad de mirar al mundo de otra manera nos jugamos mucho. Pues podemos hacer de la propia vida una obra artística, una vida en Verdad.
Actualmente vivimos inmersos en el impacto de una ola de feísmo que arrastra a nuestra sociedad y más que nunca se hace urgente la misión de mostrar la Belleza como vía de conocimiento.
Esa noche Íñigo Pirfano nos desveló pausadamente la grandeza que reside en la obra de arte. El encuentro, la llamada que cada obra de arte desea establecer con el sujeto, con el tú. ¡Sí, contigo! Y que, por tanto, exige una respuesta por nuestra parte. ¡Qué maravilla! ¡Qué espectáculo! Una vez más lo sublime se impone sin resistencia a todo el auditorio. Y, una y otra vez, el Misterio se hace presente en el núcleo más íntimo de la obra de arte.
Tal vez alguien se sorprenda si afirmo que el arte nos pone en comunicación con el Misterio (y no, no es un fenómeno paranormal). Ese Misterio es lo que perdura a lo largo de los siglos, es la esencia de la obra de arte, es la belleza del arte, su razón de ser. Es esperanzador y precioso saber que el Misterio es lo más verdadero y por tanto lo menos misterioso.
En un momento dado Íñigo nos habla del magnífico proyecto que ha comenzado junto con grandes amigos “The kiss of all the world”. Que yo me atrevería a resumir, permítanme la osadía, en algo así como: “La belleza salvará el mundo y sólo el amor es la clave para ello”.
Con este proyecto se pretende acercar la música, concretamente la novena sinfonía de Beethoven, a los más desfavorecidos. Como decía Iñigo, si dejamos morir lo gratuito, si renunciamos a la fuerza regeneradora de lo aparentemente inútil estamos abocados a la desertificación del espíritu.
Lo propio de la obra de arte es transmitir verdad y eso produce emoción. Por tanto, dejémonos emocionar y emocionemos. Contestemos a las preguntas que la obra de arte nos ha preparado, vaciémonos de nosotros mismos para poder mostrar la realidad más verdadera, más bella que tenemos los seres humanos. Regalemos el anhelo de vivir y solo así nacerá el poder trasformador de la obra de arte.
Y acabo con unos versos de la sinfonía Nº 9 de Beethoven:
Abrazaos multitudes, este beso al mundo entero. Hermanos, sobre la bóveda celeste debe habitar un Padre amoroso.