Mensaje de Mons. Fernando Ocáriz con ocasión de la solemnidad del Nacimiento de Jesús
Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!
Se acerca la noche en la que celebramos el nacimiento del Niño Jesús. Son jornadas en las que el ambiente externo acompaña nuestra alegría interior. La señal dada a los pastores de Belén para que pudieran reconocer al Mesías fue que encontrarían «un niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre» (Lc 2,12): allí les esperaba el Hijo de Dios. ¡Acerquémonos a la sencillez y silencio de Belén! Dejémonos envolver por ese recogimiento del corazón al que nuestro Padre llamaba «el portero de la vida interior» (Camino, n. 281). En el silencio de Belén −de la mano de María y de José− encuentran su lugar, con renovada claridad, nuestras alegrías, nuestros anhelos y nuestras penas.
Con mi bendición más cariñosa, os deseo una muy feliz y santa Navidad