Creo firmemente en la dignidad de todo trabajo humano. También en la satisfacción que puede producir desempeñarlo bien: con profesionalidad, buscando su plenitud de sentido
Y en que hay mucha buena gente que así lo lleva a cabo. Sin engreimiento. Sin alharacas. Desde el anonimato, en la inmensa mayoría de los casos. Con pundonor, compromiso y sentido del deber. De forma servicial, que no servil. Y felices. Felices de sacar adelante su profesión y… a los suyos. Y de levantar España (como hay bastantes seguidores del blog de otros países, puedes poner aquí el nombre del tuyo).
El ‘termómetro’ de la excelencia no está en el tipo de labor que uno desempeña, sino en su realización cuidadosa, en el detalle; en la entrega a aquello que ocupa tu vocación, tu actividad profesional. Siempre pensando en cada persona a la que atiendes o con la que trabajas.
Seguramente has tenido en tu padre o en tu madre un referente: incluso −no faltaba más, es sustancial− cuando se dedicaba a las ‘tareas del hogar’, algo que no es baladí de cara al sustento, cuidado, educación, futuro… de los seres más queridos. Vaya mi máximo reconocimiento a esa esencial labor.
Estos días leía en las redes sociales a dos chicas. Las dos hijas. Cada una de su padre y de su madre. Y las dos orgullosas −con motivo−, en este caso, de su respectivo progenitor.
Una se encontró en las redes con que alguien difundió que había visto al chófer de un autobús, en una de las paradas del trayecto, descender del mismo: para ayudar a bajar y a cruzar la calle a uno de sus pasajeros, que sufría ceguera. Servicio completo. Como debe ser.
La fotografía de ambos atravesando −agarrados del brazo− la carretera, con el bus al fondo, circuló por Internet. Aquello fue haciéndose viral… hasta que llegó a los ojos −a la cuenta de Twitter− de la hija del conductor. Y a su corazón.
Esta, emocionada, no pudo menos que apuntar: “¡Ese chófer es mi padre!”.
¡Qué orgullo −legítimo y merecido− el de la hija!
Otra chica, poco tiempo después, nos trasladaba una fotografía de su padre cavando una fosa. Él, septuagenario, sigue siendo enterrador en un pequeño cementerio de un país latinoamericano. Sepulturero.
La hija comentaba cómo su padre había ido cambiando de oficio para sacar adelante a su familia, con tanto sudor como honestidad. Hasta que llegó al camposanto. Vivo. Y nos relataba cómo ahora que su papá ya había criado a los suyos, podía jubilarse. Pero… no.
El buen hombre había descubierto que, haciendo las cosas bien en su trabajo, podía dar un mínimo alivio a muchas familias que se presentan allí rotas de dolor. Y, mientras el cuerpo aguantase, quería hacerlo. Y hacerlo bien.
En El País: “¿Bebés de diseño? La selección de embriones no garantiza tener hijos más altos o más listos”.
Y yo reflexionaba: no está mal ser alto; o ser listo, pero… ¿por qué esa obsesión por “ser más”? ¿Y a qué precio?
¿Es que los bajitos −¿quién marca, por cierto, la talla?− o los que tengan un CI inferior a (¿quién pone la cifra?) deben ser desechados? ¿Hemos perdido el sentido?
¿Ahora vamos a medir el valor de las personas por sus centímetros? ¿Por su estatura física o intelectual?
Me da pena un mundo con tanta ‘inflación’ −y no aludo a la económica− y engreimiento. Enfermo. Necesitado de muchas vitaminas de ‘minoridad’.
Donde algunos falsifican su ‘altura’ y… hasta carreras o doctorados y, tramposos, pretenden presentarse como no son.
Donde de la boquita de muchos ‘altos’ cargos o personas ‘famosas’ salen frecuentemente tantas opiniones tan osadas como ignorantes; y tantas frases ampulosas. Como si su verbo fuera el oráculo de los dioses. Sobre cuestiones que no dominan; eso sí: aunque pasado un tiempo −no por conciencia sino por conveniencia- sentencien justo lo contrario; y sin el menor rubor, como si fuéramos tontos; porque no tienen vergüenza.
Suelo afirmar con frecuencia que prefiero un buen panadero a un mediocre notario (o si quieres, lo pones al revés). La mediocridad es lo que me desencaja. Y añado −seguro que ya te lo he contado− que si todo el mundo fuera notario nos tendríamos que comer… las escrituras públicas.
Hoy quiero que sean noticia −humildemente, solo en Dame tres minutos, que es el canal que tengo− este servicial chófer de autobús y el buen sepulturero. Y su condición de personas, de profesionales, de bien. También, insisto, los hay entre los notarios (¡no quiero que nadie, con razón, se enfade y me quede sin poder testar, je, je!).
¿A qué viene toda esta reflexión? A nada en especial.
O sí.
Este próximo miércoles, día 27 de noviembre de 2019, en Pamplona, a las 19 h, presento −junto a Pablo A. Zubieta, uno de sus autores, el otro es René Mena− el libro “Felicidad Profesional. Logra la mejor versión de ti”. Y de eso se trata.
Me encantaría verte.
Si vives en Madrid, el día 25 anterior Pablo lo presenta con Álvaro Lleo y Marián Rojas. Ahí es nada.
Un pequeño gran libro, de fácil lectura, práctico, que puede aportarte mucho. Seas estudiante, aún, o trabajador, ya. Orientación vocacional y profesional… para una vida lograda.
Yo no me lo perdería. De hecho, no me lo he perdido. Es más: pienso regalarlo estas Navidades a hijos y yernos. No tengo −aún− nueras; ¡que nadie se ponga suspicaz, je, je!
Si te interesa el libro −el prólogo es de Ángel Gómez Montoro, ex rector de la UNAV−, te animo a que vengas a a escucharnos. Sobre todo al autor. Se presenta en la librería Troa Universitaria, en la Avda. Sancho el Fuerte, 24.
Puedes incluso acercarte en autobús (a ver si encuentras a un chófer como ese del que te he hablado).
No es necesario, obvio es, que pases por el cementerio. Primero, porque no tiene objeto: nadie nos ha dado vela en entierro alguno. Además, porque quizás no sabes ni dónde está. Y no me digas que eso no es problema en los tiempos actuales, pues te basta con poner el GPS.
Ponlo si quieres, pero antes recuerda que, cuando llegues al camposanto, una amable voz te dirá: “Ha llegado a su destino”.
Tú verás.
Te espero. Te esperamos.
Oye, ¿me ayudas a difundir? El post no sé, pero el libro merece −y mucho− la pena.
¡Gracias por tu apoyo! ¡Y un abrazo!
José Iribas, en dametresminutos.wordpress.com
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