El Papa visitó el pasado domingo, 7 de abril, la parroquia de San Giulio a Monteverde, que está terminando las obras de reestructuración tras un grave deterioro del techo hace tres años
La tarde del V Domingo de Cuaresma fue una fiesta para la Parroquia romana de San Julio en el barrio de Monteverde que recibió al Obispo de Roma en visita Pastoral. Aquí Francisco fue testigo del afecto y agradecimiento de esta comunidad viva que festeja la conclusión de los trabajos de consolidación de su templo
Señora: Queremos agradecerle esta visita suya, un privilegio, y recibimos con tanto reconocimiento como un don del Señor su visita entre nosotros. Le queremos dar las gracias también porque, en todos estos años, Usted nos ha tomado amorosamente de la mano y nos ha llevado a Jesús. Nos bendiga, Padre, estamos seguros de que este encuentro estará para todos nosotros lleno de fruto. Rezaremos siempre por Usted, le aseguramos nuestra oración continua porque le queremos mucho.
Señor: Buenas tardes, Santidad, la inspiración de esta poesía la tuve en la Plaza de San Pedro cuando, junto a miles de fieles, esperábamos conocerle a Usted, el nuevo Papa. Por eso cuenta ese momento. Está escrita en romanesco, esperemos que no le cree problemas. Dice así:
“Er fumo appare pe la quinta volta,
speriamo questa sia la volta bona!
Poi sento un urlo, la gente se n’è accorta:
er fumo è bianco! E l’eco s’arisona.
Subito in piazza nascono i commenti:
‘Presto, domanda, senti chi hanno eletto,
che l’emozione me fa ballà li denti!’.
‘Ma statte calmo, non fa lo spiccialetto’
Poi, come d’incanto, migliaia de cristiani
te puntano curiosi er finestrone:
ecco, s’affaccia! Battiamogli le mani
come mette li piedi sur balcone!
Lei se presenta e dice: ‘Bonasera,
scusate se vengo da lontano.
Io so’ Francesco, so’ Papa da stasera’.
La gente pensa: ‘Ma com’è er capitano?’.
Quel ‘bonasera’ insolito, cordiale,
toglie ogni dubbio alla perplessa gente.
‘Questo è un amico –pensa–, meno male,
somiglia pure a Cristo enormemente:
con quell’aspetto umile, assennato,
che al sol vederlo, abbasta na parola,
de dije na preghiera che ha pregato,
e n’er silenzio l’orare mio s’invola.
Che v’ho da dì? Me so’ emozionato,
me rimagno er precedente scritto
quando sul Papa la penna ci ho calcato!
Sbaglio pur’io, ce l’avrò il diritto?
Me sento de st’evento entusiasmato,
per cui lo vojo dì proprio de gusto
che tra li tanti l’hanno ben capato,
e finalmente abbiamo er Papa giusto!
Evviva er Papa!”.
(atrevida traducción, aproximada y sin rima)
“El humo aparece por quinta vez, ¡esperemos que esta sea la buena! Luego oigo un grito, la gente se ha dado cuenta: ¡el humo es blanco! Y el eco se extiende. En la Plaza los comentarios surgen enseguida: ‘¡Rápido, pregunta, entérate a quién han elegido, que la emoción me abre el apetito!’. ‘Pero, tranquilo, ¡no te hagas el interesante!’. Luego, como por encanto, miles de cristianos miran curiosos al balcón: ¡eh, que ya se asoma! ¡Aplaudamos en cuanto aparezca por el balcón! Usted se presenta y dice: ‘Buenas tardes, perdonadme si vengo de lejos. Yo soy Francisco, soy Papa desde esta tarde’. La gente piensa: ‘Pero, ¿qué capitán es este?’. Ese ‘buenas tardes’ insólito, cordial, aleja toda duda a la gente perpleja. ‘Este es un amigo −piensa−, menos mal, hasta se parece a Cristo enormemente: con ese aspecto humilde, sensato, que con solo verlo, basta una palabra, decir la oración que ha pedido, y en el silencio mi rezo vuela. ¿Qué voy a decir? ¡Me he emocionado, pero queda este escrito cuando la pluma lo escribió acerca el Papa! Yo también me equivoco, ¿tendré el derecho? Me siento entusiasmado por este santo acontecimiento, por lo gozo y me alegra que entre tantos lo hayan elegido, ¡y finalmente tengamos al Papa justo! ¡Que viva el Papa!”.
Papa: Gracias, muchas gracias. En el saludo, la señora ha dicho que estabais contentos porque hoy ha venido Pedro. Es verdad el Papa es el sucesor de Pedro, pero esta mañana, alguien −un joven de unos 30 años, más o menos− me ha dicho: “¿Es cierto lo que nos decía la abuela, que el Papa como sucesor de Pedro tiene el número de teléfono de Pedro y lo llama?”. ¡Es la primera vez oía eso! ¡Es divertido! No, no tengo el móvil de Pedro, pero intento hacer lo que Jesús pidió a Pedro: “confirmar”, confirmar a los hermanos en la fe, en la esperanza, en la caridad. Y deciros que, sí, está la vejez, están las enfermedades, hay tantos problemas, pero está Jesús. Y Jesús nunca defrauda, jamás. “Pero, Señor, yo estoy sufriendo…”. Y Jesús qué dice: “También yo sé qué es el sufrimiento”. Todas las quejas que podamos hacer a Jesús, Él las transforma en oración y las presenta al Padre, porque ya pasó por todas esas cosas antes que nosotros. No olvidéis a Jesús. Sí, viva el Papa, viva Pedro, pero Jesús, ¡que viva Jesús! Las otras cosas sin Jesús no sirven, no salen adelante. ¿Y cómo encontrar a Jesús? Él nos escucha, nos ve, nos ama. Hablar simplemente con nuestras palabras, y también quejarse: “Eh sí, pero Señor, es demasiado, es demasiado, es demasiado…”. Sí, dilo, Él lo entiende. Pero no os olvidéis: Jesús, Jesús, Jesús. Yo no tengo el móvil de Pedro, pero todos tenemos el “móvil” de Jesús, y todos podemos “conectarnos” con Jesús, y ahí “siempre hay campo”, siempre, siempre. Nos escucha siempre, porque Él es así, cercano a nosotros. Gracias, gracias por vuestra acogida y por vuestras oraciones. Y rezad por mí, no lo olvidéis. Ahora yo rezaré por vosotros. Y recemos juntos a la Virgen.
Bienvenido, Santidad, esperemos que nuestro saludo, la alegría y la emoción que sentimos al verle lleguen hasta Usted. En esta estructura que fue nuestra iglesia durante tres años está reunida una parte fundamental del camino cristiano, empezando por los niños bautizados en los últimos años, continuando con los niños y chicos que se preparan para la Comunión y la Confirmación, hasta llegar a los adolescentes, a los jóvenes y a sus catequistas. Desde que supimos por nuestro párroco don Darío que Usted presidiría el rito de la Dedicación de la Iglesia de San Julio nos estamos preparando para recibirle lo mejor posible y, como bien se puede imaginar, muchos de nosotros habrían querido hacerle preguntas. En nombre de todos lo harán Eleonora y Carlotta.
Eleonora: ¿Alguna vez le ha dado de comer a los pobres personalmente?
Sí, lo he hecho, bastantes veces. Es algo que todos los cristianos deben hacer: dar de comer a los pobres personalmente. Todos, en un momento de la vida, fuimos como los pobres, no sabíamos comer, y fue mamá quien nos amamantó, nos hizo crecer, nos dio de comer… Pues nosotros también. Otros no tienen para comer ni cuando crecen, niños como tú, por ejemplo no tienen qué comer porque el papá no tiene trabajo, y entonces se pasa hambre en esa casa. Todos deberíamos hacer siempre ese gesto de dar de comer a los demás, como Dios nos da de comer a nosotros. Gracias.
Carlotta: Santo Padre, buenas tardes. Soy Carlotta, tengo 20 años y soy una de las animadoras de los adolescentes. En estos meses hemos reflexionado con los chicos sobre el trato con Dios y, en el camino, han surgido dudas. Como dijo Jesús: “Dios mío, Dios mío, porqué me has abandonado”, también nosotros, cuando la vida nos pone a prueba, nos planteamos la misma pregunta. ¿Cómo podemos fiarnos sin reservas de Él? ¿También Usted ha dudado durante su camino? Si es así, ¿cómo ha recuperado la fe?
Gracias. Todos, todos los hombres, todas las mujeres, todos los niños en un cierto momento tienen dudas, forma parte de la vida dudar. Y dudar es también como poner a prueba a Dios: si es verdad que Él es fiel, si es cierto que Él nos oye… Nuestras dudas vienen, por ejemplo, cuando hay una enfermedad en la familia, o cuando muere el padre, la madre, el abuelo, la abuela, el hermano… “Señor, ¿por qué?”. Vienen las dudas, siempre. En ese momento debemos apostar a una cosa: la fidelidad de Jesús. Jesús es fiel, es el único totalmente fiel. Nosotros somos fieles a los amigos, pero a veces no somos fieles entre nosotros. Pero Jesús siempre. Es una fidelidad que nunca defrauda, antes o después el Señor se deja sentir. No tengáis miedo de las dudas, no tengáis miedo de dudar. Dudo, pero esa duda puedo compartirla con otros, discutir y así crecer. No tengáis miedo. Tú, como responsable de los confirmandos, enséñales a dudar bien, porque si no aprenden a dudar recibirán de la Confirmación eso que dicen algunos romanos: el “sacramento del adiós”. Después de la Confirmación, ¡felicidades y no nos volvemos a ver! Y se van, porque no saben cómo gestionar las dudas. En cambio, si tú, como responsable, les enseñas a dudar bien y a buscar respuestas fuertes y verdaderas a las dudas, tú los preparas para que la Confirmación no sea el sacramento del adiós, sino el Sacramento de la fuerza, que nos da el Espíritu Santo. No sé si he respondido…, o quieres que diga algo más…
Carlotta: Con los chicos nos hemos preguntado si también Usted, que es el más grande representante de la fe, si en su vida pasó fuertes dudas que le pusieran verdaderamente a prueba y cómo logró salir.
He tenido tantas dudas, tantas, tantas. Ante las calamidades, pero también ante las cosas que me pasaban, en mi vida. Cómo logre salir… Creo que no salí solo, nunca se puede salir solo de la duda. Hace falta la compañía de alguno que te ayude a salir adelante, por eso es importante estar siempre en grupo, juntos, con los amigos… Solo no puedes nunca. Nos ayuda también hablar de las dudas con los padres o con los amigos o con un catequista..., pero siempre hablar con otro. Y luego hablar de las dudas con Jesús. Algunas veces he oído a alguno que decía: “Yo con Jesús no hablo, porque me ha arruinado la vida. Estoy enfadado con Jesús…”. Pues hasta enfadarse con Jesús puede ser un modo de rezar; es decir a Jesús: “Mira eso, me haces enfadar…”. A Jesús le gusta ver la verdad de nuestro corazón. No disimular delante de Jesús. Delante de Jesús siempre hay que decir le cosas como las sientes. “Tengo esta duda, no creo… Tengo esto y lo otro…”. Hablar así, esa es una buena oración, y Él es tan paciente, nos espera. Hace unos días recibí una carta de un joven, tendrá unos 30 años, y me decía que tras una experiencia de noviazgo fracasado estaba lleno de angustia. Me decía: “Estoy roto”. Tantas veces nos sentimos así, hechos pedazos por dentro, destruidos, con la gran duda total: ¿qué puedo hacer? Mira a Jesús, quéjate con Él, y busca un amigo, una amiga que te ayude a levantarte. Siempre, incluso cuando hayamos caído −y en la vida todos tenemos caídas, todos las tenemos− debemos ayudar a levantarse a quien esté caído. Pensad que el único momento en que es lícito mirar a una persona de arriba abaja es para ayudarle a levantarse, de lo contrario no se puede mirar con superioridad. ¡Enseña eso también! Gracias.
Santidad, ahora Greta y Maria Chiara le entregarán unos dibujos hechos por niños de le Escuela Primaria de Piazza Forlanini, que promueven un proyecto caritativo denominado “Eccediamo”, que consiste en dar las meriendas que sobran a las personas más necesitadas.
(le entregan los dibujos y le Papa los ve y habla con los niños. Luego los invita a rezar juntos un Avemaría y al final les da la bendición. Después de la misma es cuando hace el siguiente comentario)
¡Y rezad por mí! Pero he visto algo raro por ahí… ¿Sabéis hacer bien la señal de la cruz? Enséñame… “En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, porque alguno hace así [el Papa hace una especie de garabato]. ¡Hagámoslo bien juntos! “En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Así debéis hacerlo. Adiós y gracias.
Señora: Santo Padre, estamos honrados de darle la bienvenida y encontrarnos en este día para nosotros importantísimo, que consideramos de renovación de nuestra parroquia, tanto en las paredes como sobre todo en el espíritu. En concreto, representamos el Belén viviente de la parroquia de San Julio “Venite, adoremus”. Ante Usted tiene un pequeño grupo de personas en representación de toda la comunidad que participó en la realización del belén completo. También están presentes muchos niños y jóvenes, unas 400 personas entre extras y equipo. Tenemos una historia tan breve como intensa e importante. En los últimos 3 años una simple parroquia de barrio ha logrado realizar con sus propias fuerzas y con la gracia de Dios el belén viviente para toda la ciudad de Roma y para sus visitantes.
Señor: Nuestro fin originario de recoger donativos para la reconstrucción del techo de nuestra iglesia se convirtió con el tiempo en don para nuestros hermanos paisanos y fieles que en cada representación del belén decidían compartir con nosotros el verdadero sentido de la Navidad, viviendo el misterio y las emociones de la natividad y de la familia. Porque, desde las primeras representaciones en las zonas adyacentes a nuestra iglesia llegamos al corazón de la ciudad de Roma, junto al bellísimo lugar arqueológico de Porta Asinaria, ante la Basílica de San Juan de Letrán, con el apoyo y patrocinio del vicariato y el ayuntamiento de Roma. Somos testigos directos de una bellísima historia de convivencia, fraternidad y solidaridad, sacrificio por el bien común. Ejemplo tangible de paciencia, fe, y sobre todo de alegría cristiana. Las imágenes que el monitor está reproduciendo son el vivo recuerdo de las experiencias que hemos vivido en los últimos tres años.
Señor: Santo Padre, lo que hoy queremos ofrecerle y compartir es el amor que se hace fecundo. Es el compromiso difundido por la comunidad de San Julio de la que nosotros representamos una pequeña parte, personas sencillas de una parroquia, que han puesto en común sus energías, pasiones, competencias y talentos, logrando una tarea que en sus albores parecía imposible, y don Darío se lo puede decir. ¡Parecía auténticamente imposible! Lo que hemos hecho no sería posible sin la participación activa de parte de los amigos de la comunidad de Piubega, aquí representada por nuestros amigos y hermanos. La comunidad de Piubega, pueblo de Mantua donde nuestro párroco, don Darío Frattini, ejerció el ministerio antes de venir a nuestra parroquia, tiene una experiencia de 30 años en la construcción y representación del belén viviente. Hoy nos gusta pensar que la nueva iglesia y ese nuevo techo esté aquí también gracias a las fatigas, servicios y emociones que la comunidad de San Julio ha dado en la realización de lo que a todos nos parece ser un verdadero, pequeño, gran milagro. El belén viviente de Roma. Gracias por la oportunidad que nos ha dado, de poder estar aquí junto a nosotros. Muchas gracias.
Sentaos. He visto al que hizo de Herodes… ¿Y quién hizo de san José?
Señor: ¿San José? No está… ¡Es el párroco!
¡Ah, tú! ¿Y el Niño Jesús está?
Señor: Mi hija hizo de María.
Tú has hecho de María, ¡qué bonito! ¿Y el Niño Jesús quién lo hizo? ¿No está?… Bueno. Quería hacer otra pregunta, pero la haré después, antes os diré algo que pasó el año pasado, no, el anterior, el 2017. En el tiempo de Navidad, en un País de Europa muy laico, muy laico −está prohibido todo símbolo religioso en las oficinas públicas, nada, no hay ni un símbolo cristiano ni un símbolo judío ni un símbolo musulmán, no, todo laico− no se podía poner un belén, pero el alcalde de aquella ciudad pequeña pensó que el belén está por encima, en un símbolo que está más allá de la religión, es un símbolo incluso cultural, que afecta a todos. Así lo pensó y puso un hermoso belén a la entrada de la oficina donde él trabajaba, el alcalde. Y la gente feliz, porque no siguen esas estupideces de pensar que como es un país laico no se puede poner el belén. Pero la noticia llegó al prefecto de la región de aquel país, que se molestó porque lo que había hecho el alcalde iba contra la laicidad del Estado. Tomó el teléfono, llamó al alcalde y le dijo: “¿Cómo has permitido que el párroco…?” −“¡No, lo he hecho yo!” −“¿Pero cómo?” −“Sí, pero la gente está feliz. Ahora que está no lo quitemos…” −“¡Sí, tienes que quitarlo!”, dice el prefecto al alcalde. Y el alcalde responde: “Ah, qué pena, porque quería hacerle un homenaje a usted y he puesto su fotografía”. Y el prefecto dice: “¿Cuánto tiempo falta?” −“Dos semanas, poco…” −“Bueno, como favor, sí”. Al oír lo de la fotografía le había gustado. “Y mándame una foto luego” −“Sí, sí”. Y se dejó el belén. Pero la foto no llegó, y volvió a llamar: “¿Y la foto? “ −“Sí, la envié”. Al día siguiente llama: “He recibido la foto pero no veo mi foto, ¿dónde la habéis puesto?” −“Sí, está ahí…” −“¿Pero, entre la gente?” −“Sí” −“Voy a ver”. No la encuentra y vuelve a llamar: “Pues yo no la veo, dime, en qué parte” −“En el rincón de la izquierda” −“Pero ahí no hay nada” −“Sí, está su foto” −“¿Quién es?” −“¡El asno!”. Esto es histórico, real, no es una fantasía, pasó en el 2017. Y yo os pregunto: ¿quién hizo de burro ahora? ¿Quién hizo de asno?… [risas]. Gracias por esto. No sabía de este belén viviente, pero hoy, mientras tenía un poco de tiempo, he tomado unos libros que me llegaron para verlo, llegaron esta semana, y había un pequeño libro que se llama “Belén, el Evangelio vivo”, hecho por el obispo de Chieti, donde está la historia del belén en napolitano: no se entiende, yo no entendí nada, pero es bellísimo. Y ahora me encuentro este, a vosotros… “El belén es −me gustó el título− el Evangelio vivo”. Pensad que San Francisco evangelizaba incluso solo con eso: ver a Jesús, imitar a Jesús, imitar a la Virgen, imitar a José, imitar la sencillez de los pastores, ¡no imitar a Herodes!… ¡Seguid adelante! Gracias, gracias.
Niñas: Caro Papa Francesco,
Chiara e Giulia noi ci chiamiamo,
e oggi la nostra esperienza ti raccontiamo.
Grazie a mamma e papà,
abbiamo vissuto un periodo nell’antichità.
Sentire le persone augurarci buoni auspici,
rendevano tutti noi tanto felici,
immedesimandoci nei mestieri
ricordavamo com’era ieri.
Osservando le casette dalle candele illuminate
ci facevamo lunghe passeggiate.
Ogni giorno eravamo presenti
ad aprire i battenti.
Dai bambini agli anziani,
tutti venivano battendo le mani.
Di nuovo il presepe vivente noi vogliamo far,
con la speranza che Lei ci venga a trovar!
(de nuevo, traducción sin rima)
Querido Papa Francisco, Chiara y Giulia nos llamamos, y hoy nuestra experiencia te contamos. Gracias a mamá y a papá, hemos vivido un periodo en la antigüedad. Oír a las personas desearnos buenas cosas, nos hacía tan felices, ensimismándonos en las tareas recordábamos cómo era ayer. Observando las farolas iluminadas con velas hacíamos largos paseos. Cada día estábamos presentes al abrir las puertas. Desde niñas a los ancianos todos venían tocando palmas. De nuevo el belén viviente queremos hacer, con la esperanza de que Usted nos venga a ver.
Os diré una primicia. Este año haremos, con el Dicasterio de la Nueva Evangelización, una jornada, una semana del Belén, para animar a hacer el belén en las casas, en las plazas. Esta es una noticia que os darán desde aquel Dicasterio.
Niña: Querido Papa Francisco, soy Giorgia y tengo casi 9 años. Este año haré la primera Comunión. Gracias a la catequesis familiar he aprendido que comunión quiere decir compartir con Usted la alegría y el amor que siento en mi pequeño corazón.
Ahora recemos a la Virgen. ¿Habéis ido a Greccio1? ¿En comunidad? Os invito a ir. Tú [al párroco] organiza y luego lo vemos. Es una invitación mía, os invito: que vayan. Tú prepara todo y luego me dices.
Mujer: Santo Padre, su presencia hoy para todos nosotros es fuente de alegría, de gran emoción. Parece casi un sueño tenerle en el lugar donde desde hace tres años, por iniciativa de nuestro padre Darío, se realizan los encuentros del camino hacia el Sacramento del matrimonio. Leo las reflexiones sobre el amor conyugal que han surgido en nuestros encuentros. Amor es el don de Dios que nos hace sentirnos protegidos, nos hace gozar para poder envejecer juntos tras un camino y un trecho de vida llevados de la mano. Amor es elegirse y entender, constatar en el tiempo que, también después de años de matrimonio, estamos convencidos de que la elección fue la correcta y, si tenemos que confirmar y renovar la decisión, nos volveremos a elegir. Amor es darse con paciencia, saber escuchar, tener el entusiasmo de buscarse. Amor es respetarse, y amor es también saber aceptar las debilidades del otro, sus errores e incomprensiones, las pequeñas borrascas humanas que suelen presentarse en la vida conyugal. Amor es ser conscientes de que la pareja ve y siente siempre la presencia de Jesús, ser conscientes de compartir y de vivir entre los tres. El amor de una pareja es un lugar seguro, como la roca que desafía la intemperie en la que se funda nuestra vida, es el lugar donde sentirse siempre en casa.
Varón: Santo Padre, estamos aquí tras un recorrido, un camino, y de haber meditado una palabra de un amigo nuestro común que nos dice que el amor debe ponerse más en las obras que en las palabras. Y tras esto, y después de un largo discernimiento, y sobre todo la labor de convencimiento de don Darío, se ha recuperado, después de muchos años, junto a otras parejas, el camino de preparación al matrimonio. Y algunos de esos esposos nos han pedido seguir porque han entendido que lo que era solo el inicio, no era el final. El sacramento era el sello para empezar. Y por eso nos encontramos todos los meses, alternando encuentros de oración y encuentros bíblicos, o tenemos experiencias y nos comparamos a las parejas de la Biblia, y eso nos da gran fuerza, gran esperanza y nos hace respirar un amor más grande que nuestro mismo amor conyugal. Nos hace ser familia de familias.
Mujer: Santo Padre, gracias por estar aquí con nosotros. Es una gran alegría porque llegamos tras el camino de Cuaresma donde hemos recordado juntos los dones recibidos. Deuteronomio 8: “Recuerda, Israel”. Nos sentimos de verdad personas afortunadas porque nos sentimos personas que han sido salvadas. Nuestro camino juntos es desde la esclavitud a la libertad en pareja. Estamos caminando así. Hemos preparado dos regalos simbólicos para Usted. Uno es el programa de nuestro curso. Oficialmente le invitamos a participar. Si quiere, vamos nosotros a Santa Marta… [ríen] Le dejaremos luego el programa, por si quiere leerlo. El segundo regalo lo lleva nuestro hijo, Giacomo, el primogénito. Hemos visto que ya ha bendecido los anillos; le pedimos bendecirlos nuevamente, porque luego los intercambiaremos… Estos son los colores de su nación, Argentina, es un regalo para Usted. Procuraremos lo mejor posible recordar a los esposos del día de nuestra boda, de nuestro sacramento. Los novios tendrán que tener un poco de paciencia, recogerán sus alianzas, las llevarán con ellos ya con su bendición. Un valor añadido. Le pedimos de verdad que rece por nosotros y nosotros haremos otro tanto por Usted.
Me gusta esto, porque se piensa en la preparación al matrimonio. Una vez, en la “otra diócesis”, vino una señora, casada desde hacía años, un poco enfadada porque me dijo: “Sois injustos con nosotros, porque para ser cura se debe estudiar 8 o 9 años. El obispo valora, los superiores valoran al candidato y luego lo aceptan para ser cura; pero luego ese mismo sigue adelante y si no le gusta toma otro camino y la Iglesia le dice: sí, puedes casarte, vete y cásate. Y nosotros, que nos unimos para toda la vida, ¿con 4 charlas nos apañamos? No, eso no va”. La preparación al matrimonio no es dar 4 charlas, todas teóricas, no. Y luego no va. La preparación es un camino, es un “catecumenado”. Cuando los adultos quieren bautizarse deben aprender la doctrina, hacer un camino con la comunidad. El matrimonio es lo mismo, es un catecumenado. La preparación previa no solo es conocer algo del matrimonio sino convivir con la comunidad, oír experiencias de otras personas, compartir las dudas. Y luego no acaba ahí el catecumenado. Es muy importante que siga después de la boda y que acompañe los primeros tiempos, los primeros años de matrimonio. Y me gusta ver que aquí se hace esto. Es muy importante.
Yo diría dos cosas solamente. La primera. Para la vida matrimonial hay tres palabras clave, quizá ya las sabéis, pero se deben aprender con la mente y con el corazón: “¿puedo?”, “gracias”, “perdona”. “¿Puedo?”. Siempre pedir permiso a la esposa o al esposo, no ser invasivo, somos dos. Sí, cuando estaba solo hacía lo que quería, pero ahora sois dos. Siempre decir: “¿Puedo?”, sin ser invasivo. “Gracias”. Agradecer: “gracias”. Nos olvidamos dar las gracias. Es tan importante que después de comer, el marido agradezca a la mujer: “Estaba buena la comida”. Y también la mujer el marido… Gracias. Siempre gracias, gracias por los hijos. Y “perdona”. Tener la humildad de decir: sí, me he equivocado, perdóname. Punto, y acaba la historia. Si no está esta tercera palabra la historia continúa y es fea.
Y aquí la segunda cosa que quería decir. En los matrimonios normales se pelea, se discute. No hay que tener miedo de pelearse. Cuando explota “la bomba” digo tres o cuatro cosas, hasta salen volando los platos, pero los platos se compran nuevos, no hay problema… Pero hay solamente una cosa importante: no acabar la jornada sin hacer las paces. ¿Por qué? Porque la guerra fría del día después es muy peligrosa. “Sí, pero después de todo lo que dije y me dijo, ¿cómo hacer las paces?”. Sencillo, hazle una caricia y ya. Acabada la historia. Acaba la jornada en paz, y con eso se ahorran tantos dolores. Las tres palabras y la paz al final. Y no os olvidéis de esa guerra fría del día después que es la carcoma que empieza a arruinar un matrimonio. Gracias, gracias por el testimonio. Ahora rezamos a la Virgen y a san José por vosotros. Recemos un Avemaría. ¡Adelante, ánimo!
Señor: Santidad, Eminencia, Excelencia, buenas tardes, y buenas tardes también a todos nosotros y a todos vosotros. Me dirijo a Usted como portavoz de la caridad parroquial. Representamos una parte de la comunidad, la que se caracteriza de modo específico por las acciones concretas a favor de las personas menesterosas. Acogerle aquí es un extraordinario incentivo para seguir en el camino emprendido siguiendo su invitación a ofrecer signos concretos de solidaridad ante la tentación de la indiferencia: el centro de escucha, la colecta y distribución de alimentos, ropa y medicinas, el banco de alimentos, que van a tocar la parte más pobre de nuestro territorio. Caridad es también ocuparse de lo social a través de la comunicación y el encuentro con el círculo de la amistad, del abrazo, el círculo de los hombres, la hoja parroquial y el sitio web, las ayudas a las familias con la presencia de unas actividades extraescolares que acoge semanalmente a niños, sobre todo extranjeros, y de un consultorio familiar que ofrece consultas valiosas, verdaderamente preciosas. En esta parroquia, desde 1998 está presente el Proyecto Gema −quizá siguiendo el ejemplo que nos dio san Juan Pablo II− que, ayudando a madres en dificultad para llevar adelante el embarazo, promueve la cultura de la vida. Cultura de la vida que también la comunidad de San Egidio, aquí presente con algunos de sus representantes y presente en nuestro territorio, nos empuja a difundir. Además, hemos intentado −nos lo pidió Usted en el 2015− acoger a un inmigrante; no nos ha sido posible, pero nos hemos dirigido a otras fragilidades humanas de nuestro territorio para poderlas integrar, quizá con un contrato de trabajo y con nuestra hospitalidad. Este año también, colaborando con Caritas diocesana, por lo que respecta a la emergencia frío hemos acogido a tres personas que le ha presentado nuestro párroco, con el compromiso de muchísimas familias de nuestra comunidad. Ha sido una iniciativa verdaderamente masiva, emocionante. Tenemos también un servicio para la recogida de sangre para donar al hospital pediátrico Niño Jesús. Santidad, con esta lista espero no haberle dado la impresión de un “supermercado de la caridad”, una expresión que ha usado el director de Caritas diocesana cuando vino aquí, para hacernos ver que la parroquia no es el lugar donde cada uno entra, elige algo y se va. Le aseguro que no es así. Estamos en contacto asiduo entre nosotros, nos movemos todos juntos, cada uno con sus competencias y con un solo objetivo, llegar al otro en nombre del Evangelio. Tenemos un sueño que nos gustaría realizar y que llamamos “Oficina de la solidaridad”. Es un proyecto que necesita espacio y la restructuración de los existentes, pero que nos gustaría realiza con su consentimiento y con la ayuda de la diócesis, si puede. De hecho, dentro de poco nacerá en nuestro barrio el departamento oncológico del Niño Jesús: nos gustaría estar preparados para dar hospitalidad y asistencia a las familias de los pequeños pacientes. A través de la acogida de estas múltiples realidades, aunque con nuestros límites, deseamos fuertemente compartir una idea más amplia de familia, de Iglesia, en unión fraterna entre nosotros y con los demás, como hijos de un único Padre. No faltarán nuestras oraciones por su persona y por su misión para su ministerio pastoral. Nos gustaría también que le llevase un saludo al Papa emérito, Su Santidad Benedicto XVI. En fin, pero no por último, ¡gracias, gracias, gracias por su preciosa presencia!
Yo diría que hay tres señales que hacen ver que una parroquia va bien. La primer es la oración, cuando la gente reza: una parroquia que reza, la gente viene a rezar y también reza en casa. Esa es la primera señal. Ver: ¿aquí se reza o no se reza? Y esa es una de las cosas que evitan caer en ese “supermercado” que hemos oído. Porque la oración lo transforma todo, todo. Segunda, es la caridad de los hechos, lo que hacéis vosotros. Cuidar de las necesidades de los hermanos, de las hermanas, de las familias… También las necesidades escondidas, que no se muestran por vergüenza, pero están, hay muchas… Y siempre con esa caridad operativa, una caridad activa, la caridad del “sí”: “sí, yo hago esto”, del “sí”, activa. Esa es la segunda señal. Y la tercera es la caridad pasiva. ¿Qué quiere decir la caridad pasiva? Que os amáis y no os criticáis entre vosotros. Es una enfermedad muy fuerte el chismorreo, y cuando hay chismes en una parroquia, la parroquia no va bien. Es un vicio que entra, entra sutilmente: dar una noticia para criticar a otros… No, por favor, eso no va. Ahora recemos juntos a la Virgen.
(Durante la Santa Misa, con el rito de Dedicación de la Iglesia y del altar, de nueva construcción, el Santo Padre no hizo ninguna homilía).
Fuente: vatican.va / romereports.com.
Traducción de Luis Montoya.
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