En su diálogo con ‘Portaluz’, Binetti no desconoce que "hay aún un problema de no valoración adecuada de la mujer en la Iglesia. Es algo que también Papa Francisco ha puesto en evidencia"
Las diversas experiencias del ser mujer nutren con sus luces y sombras los también distintos “feminismos” que −si bien pueden coincidir en la urgencia de algunas reivindicaciones−, se expresan en formas diversas.
La fe, manifiesta en el aporte de personas y comunidades católicas en todo el mundo, no es ajena al feminismo. “La Iglesia siempre ha hecho de la defensa de la dignidad de la mujer un punto de referencia importante… Hoy, en una sociedad oprimida por diversas circunstancias, la Iglesia pone a la mujer en primer plano”, comenta en entrevista con Portaluz la destacada miembro del parlamento italiano Paola Binetti.
Invitada a Chile por la Academia de Líderes Católicos a participar en el Diplomado “Feminismos, Género e Identidad Católica en el siglo XXI”, la diputado Binetti −que es también una connotada científico, defensora de los derechos de los niños y de personas que viven cualesquier condición de minusvalía− nos comparte el perfil del feminismo que la identifica, su apasionada admiración por la Virgen María como modelo para la vida política y los desafíos pendientes de la Iglesia que permitirán profundizar en la “valoración” y el “reconocimiento” de la mujer.
Usted es una profesional del ámbito de la salud, participa en política, también en el campo de la reflexión bioética y la enseñanza, entre otros. ¿Es usted una mujer atípica, privilegiada, mirando digo a la media de las mujeres de su generación?
Yo creo que de hecho sí. Pienso que de alguna manera soy una privilegiada. Lo pienso porque he conseguido en mi vida seguir una misma línea de conducta ¿no? Que ha sido empezar a estudiar medicina, ocuparme de niños con problemas, ocuparme de sus familias, intentar que estos chicos sean siempre más aceptados no solo por sus familias, sino también por la sociedad. He trabajado enseñando esto a otros médicos. Y luego todo esto también a través de la actividad política.
¿Qué mujeres a lo largo de su vida y qué de ellas modelaron su vocación?
No pienso en una sola mujer. Pienso en cuánto me han ayudado personas que hacen de su vida una acción de servicio inteligente y socialmente útil, para que el deseo de salir al encuentro con los demás no se quede solo en palabras, sino que se traduzca en hechos concretos de servicio… Sabiendo por cierto que cada uno de nosotros tiene su camino y no puedes ir por las sendas de los demás. Tienes que descubrir. Como dice el poeta Machado ‘Caminante no hay camino, se hace camino al andar, golpe a golpe…’, todo esto.
Y en su infancia, adolescencia. ¿Hubo figuras referenciales?
Sí, por supuesto. Soy hija de una madre y un padre educadores, ambos docentes. Por tanto, siempre viví en mi casa esta atmósfera del acoger personas que pudieran tener dificultad y con la convicción profunda de que la educación puede cambiar el curso de la historia. Esta era una idea fuerte de mi padre: La educación cambiará el mundo si nosotros somos capaces de dar educación. Desde que yo era pequeña vi que mi padre daba clases gratuitamente a chicos que eran huérfanos de la guerra. Estamos hablando de inicios de los años cincuenta. Y lo hacía convencido que la mejor garantía para su libertad era educarlos.
También el trabajo de mi madre para que en su clase no hubiese chicos que, por sus limitaciones, fueren marginados. Ella los traía a nuestra casa, nuestras habitaciones, con nuestros libros, con nuestras cosas les apoyaba.
Así es como de distintas formas he vivido una experiencia de familia muy sensible, en la normalidad de sus trabajos profesionales. Eso me impactó más de lo que daba cuenta entonces.
Hoy cuando líderes políticos buscan imponer el laicismo y dejar reducido al ámbito de lo privado la religión y sus valores debe ser complejo ser una parlamentaria coherente con su fe católica... ¿Inspira −y cómo− la Virgen María su identidad y banderas políticas?
En mi vida personal la Virgen María es una referente sobre todo por el hecho de su maternidad universal. Cuando crees que la política −como la definía Pablo VI− puede ser la forma más alta de la caridad, entiendes que es también una forma de maternidad; disponible para servir sobre todo a personas que no tienen recursos; bien porque son enfermos, migrantes, pobres u otra condición. Así entonces el gran corazón de María, que es maternal, que es acogida, es un punto de referencia importante.
Decía Pablo VI que la política no es otra cosa sino la organización estructurada de las obras de misericordia. Dar de comer a los que tienen hambre, dar de beber a los que tienen sed, vestir a los que están sin nada, salir al encuentro de los extranjeros, acoger a los peregrinos, cuidar de los enfermos. Quiero decir que las obras de misericordia son un reflejo muy fuerte de la vida política, porque son en realidad el horizonte hacia el que vamos.
La dimensión mariana añade a todo esto la ternura, la delicadeza de corresponder −no sólo con la inteligencia organizativa, sino también con la inteligencia emotiva− a todas estas necesidades. Y hacerlo con la delicadeza con que podríamos imaginar a la Virgen; al respecto Papa Francisco ha destacado a la Virgen Desatadora de nudos. Y parece que en la política siempre hay que estar intentando desatar nudos para que se puedan solucionar problemas. Así entonces la Virgen nos ayuda a ver cada problema como un desafío positivo a solucionar interesándose por las personas.
¿Ve a la Virgen María como una feminista?
Ella es la expresión más alta de un feminismo en el sentido católico. La mujer por excelencia, en todas sus cualidades. Por ejemplo, en el famoso episodio del niño perdido y hallado en el templo… ella es la mujer que busca a su hijo. No había motivo para estar preocupada siendo Jesús el Hijo de Dios, pero ella no se conforma con el hecho evidente, porque es madre hasta la médula. Y cuando le ve no se priva de reprocharle: Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Ella es una mujer que recuerda a las madres de este tiempo la importancia de preocuparse de sus hijos, buscarlos cuando se alejan es lo que debe hacer una madre.
Disculpe, pero además de este rol tradicional de la maternidad con que se asocia a la mujer. ¿existe algún otro rasgo en un feminismo que podríamos llamar católico o es un asunto por desarrollar?
Bueno, hay aún un problema de no valoración adecuada de la mujer en la iglesia. Es algo que también Papa Francisco ha puesto en evidencia. Hay que reconocer a la mujer las cualidades enormes que tiene, su capacidad de enfrentar y solventar los problemas. Y no siempre esto tiene un reconocimiento oficial.
Pero si esto quiere decir, como algunos entienden, que la mujer es discriminada porque no puede −por ejemplo− celebrar misa, pues me parece una tontería. La mujer tiene que ser reconocida en su papel, el cual involucra también −por ejemplo− la altísima responsabilidad con que mujeres religiosas se han hecho cargo de la formación de las clases más sencillas, dirigentes y también de las mujeres en el plano cultural, intelectual, ético, de la sensibilidad social, espiritual y cultural. La presencia de monjas, mujeres, en los hospitales ha hecho tomar conciencia lo que significa curar al enfermo... Hay mujeres fuertes en Siria trabajando en campos de protección. Ellas se hacen cargo con una maternidad en condición extrema, en peligro de sus vidas. En África hay muchos dispensarios donde abunda el ébola u otras condiciones y ellas ponen en riesgo su vida. Las mujeres han hecho infinitas cosas. Ellas merecen reconocimiento.
¿A qué se refiere con un reconocimiento?
Toda la dignidad que pueden tener esas aptitudes tiene que estar representada de manera también más alta en los lugares donde se toman las decisiones.
¿Se define como feminista?
Feminista católica, convencida. Defensora de los derechos de la mujer; pero nada tengo que ver con otros movimientos feministas, los cuales aun cuando han dado batallas importantes −pienso por ejemplo en la batalla del derecho al voto de las mujeres−, no siempre han dado estas batallas poniendo la maternidad, tanto biológica y social-espiritual, como el eje sobre el cual gira su organización.
¿Cuál es su parecer sobre el movimiento Femen?
El estilo del movimiento Femen no lo considero destacable. Ese presentarse medio desnudas y con preferencia en lugares consagrados de la fe cristiana. Como cuando llegaron a la Plaza de San Pedro, provocadoras o en una iglesia, lo considero a lo menos de pésimo gusto. Pero, algunas de las cosas que ellas piden son atendibles. Pienso por ejemplo en la gran batalla que debemos dar por el sueldo femenino. No hay motivo por el cual, si un hombre y una mujer cumplen el mismo trabajo, reciba el hombre un sueldo mayor. No tiene sentido porque la mujer está contribuyendo con su trabajo, con su vida, con su sueldo a mantener a otros, a ayudar a otros, al desarrollo de la sociedad.
¿Se equivocan las chicas de Femen cuando cuestionan a la Iglesia como un modelo de estructura machista, patriarcal, de lo que domina, de lo masculino?
Es que esas mujeres no se han dado cuenta de todo lo que la Iglesia ha hecho para la liberación de la mujer. No se dan cuenta que la dignidad de la mujer en muchos lugares ha sido defendida solo por la Iglesia. La Iglesia siempre ha hecho de la defensa de la dignidad de la mujer un punto de referencia importante. También de la acción de servicio que tienen las mujeres, en todos los campos. La voz que tuvo Pablo VI, Juan Pablo II y su Carta Apostólica Mulieris Dignitatem; el concepto central cuando habla del genio femenino es que Dios confía el hombre a la mujer. La misión más alta de la mujer es este tomar cuidado del hombre. Hoy, en una sociedad oprimida por diversas circunstancias la Iglesia pone a la mujer en primer plano.
En Europa, las américas y cada vez más en distintas regiones del planeta las mujeres tienen derecho a voto participan en política como también en la mayoría de los ámbitos públicos, académicos o del desarrollo humano. La mujer tiene presencia coherente y eficiente en distintos planos de la vida pública social. Sin embargo, las mujeres siguen demandando cambios, reconocimiento, participación… y situando incluso por sobre otras urgencias de políticas públicas sus reivindicaciones. ¿Qué demandas del feminismo le parecen hoy urgentes y por qué?
Es muy sencilla la contestación a esta pregunta tan real, profunda e importante. Y es que las mujeres han conseguido todas estas libertades a precio de “una” libertad. Que es la libertad de poder hacer todo esto teniendo familias y teniendo en familia los hijos que ellas mismas quieran.
Todavía hoy en algunas profesiones o actividades para llegar a los niveles que por su inteligencia, capacidad o competencia merecerían, se les impone renunciar a tener hijos o tienen que postergar su deseo de maternidad. Porque las mujeres han seguido un mito, que es el mito de igualdad de oportunidades. Tienen oportunidades teóricamente iguales, pero ellas son distintas porque además de cuidar de su trabajo profesional tienen la responsabilidad inevitable de cuidar de los hijos que en ciertas edades las necesitan con mayor intensidad. Las mujeres quieren tener el derecho de estar presente en todos estos campos y también en los de la familia. Pero para esto hacer falta ir más allá de la igualdad de oportunidades y desarrollar más el pensamiento que llamamos: de la diferencia. Ser diferentes no quiere decir ser más o menos, mejor o peor. Quiere decir reconocer la necesidad de complementariedad, la necesidad de integrar lo que somos −cada uno con su especificidad− pero poniendo siempre de manifiesto la complejidad de la vocación femenina. No sirve que las mujeres hagan todas las cosas ‘como’ los hombres; necesitamos que las hagan ‘como’ mujeres. Quiere decir un servicio más calificado, más profundo, más humano, también dirigido a los hombres.
Fuente: portaluz.org.
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