En Finlandia llevamos unos años, como ocurre en otros países, donde se debate el derecho a una muerte digna
Tras numerosas conversaciones entre políticos y expertos, el Parlamento de Finlandia, país emblemático de la cultura del bienestar, decidió rechazar la propuesta de “Ley de la eutanasia a favor de una buena muerte”, por 128 en contra y sólo 60 a favor. Se detallan aquí argumentos y el largo proceso.
En Finlandia llevamos unos años, como ocurre en otros países, donde se debate el derecho a una muerte digna. Algunos identifican muerte digna con eutanasia. No es mi intención en este artículo analizar a fondo la falacia de esta equiparación, pero no me resisto a recordar aunque sea brevemente, qué se entiende por eutanasia, pues a veces se utiliza la misma palabra con distintos significados. Con eutanasia nos referimos a toda intervención u omisión que provoca la muerte de una persona enferma en estado terminal, con el fin de evitarle dolores físicos o psicológicos intolerables e incurables. Provocar voluntariamente la muerte de un paciente no lo considero razonablemente una intervención médica, ni mucho menos una muerte digna. Es más, lo indigno es causar la muerte de la persona. Quien es digna es la persona humana y se es persona precisamente porque se está vivo. Por eso podemos decir que la vida humana es digna.
La persona sufriente en fase terminal está necesitada de ayuda no sólo del personal médico-sanitario sino también del apoyo de la familia, de los amigos, etc. Es a esa persona concreta sufriente y moriente a quien debemos ayudar a buen morir y no a causarle la muerte. Causar la muerte de una persona nunca podrá ser algo digno precisamente porque destruye su propia dignidad. Gracias al progreso biotecnológico no nos encontramos en un callejón sin salida. Al contrario, el desarrollo e implementación de los cuidados paliativos, y en concreto, la sedación paliativa, se está mostrando como una válida y eficaz solución médica para esas situaciones límites arriba mencionadas.
En Finlandia la eutanasia activa −provocar voluntariamente la muerte directa del paciente terminal− está tipificada por ley como delito con penas de encarcelación hasta ocho años. La atención del paciente terminal está regulada, entre otras, por la Guía de la Junta Nacional de Salud. Según sus directrices, el paciente en fase terminal ha de recibir la suficiente y necesaria atención médica básica sintomática, respetando su dignidad.
Como numerosos países europeos, Finlandia ha discutido durante largo tiempo la legalización de la eutanasia. En nuestro país existe la posibilidad de proponer por iniciativa popular nuevos proyectos de ley para ser discutidos en sede parlamentaria. Como requisito se exige que supere la barrera de las 50.000 firmas recogidas. Todo se puede hacer a través de internet.
Desde el 2 de septiembre de 2013 hasta el 2 de marzo de 2014 se activó la primera iniciativa popular para la legalización de la eutanasia activa bajo el título “Ley de eutanasia”. La iniciativa recibió sólo 4.339 firmas de apoyo por lo que no salió adelante.
Dos años más tarde, del 7 de noviembre al 31 de diciembre de 2016, se propuso una nueva iniciativa de “Ley de eutanasia a favor de una buena muerte”. Se trataba de una propuesta donde se defendían los cuidados paliativos, su desarrollo y aplicación a nivel nacional y, en algunos casos muy restringidos, se permitiría provocar la muerte del paciente por parte del médico. Según esta misma propuesta de ley, se estimaría que la eutanasia, según esos criterios muy estrictos, sería aplicable a unos pocos centenares de pacientes al año. Esta iniciativa popular recibió 63.078 declaraciones de apoyo por lo que se envió a sede parlamentaria para su discusión en febrero de 2017.
Quise conocer personalmente a uno de los médicos que impulsó esta iniciativa. Me recibió en su despacho de una casa de cuidados paliativos que el mismo fundó. Me chocaba que uno de los que habían introducido dicha terapia a nivel profesional en Finlandia de repente se posicionase a favor de la eutanasia. La conversación comenzó de forma muy tensa y fría por parte de él. No estaba dispuesto a hablar conmigo sobre la eutanasia. Yo le expliqué que mi intención era pedirle permiso para venir una vez a la semana a su casa de cuidados paliativos con estudiantes universitarios para hacer compañía y, en lo posible, echar una mano a asear, dar de comer, etc., a las personas que desde el punto de visto médico y social estaban ya desahuciadas.
Tanto le sorprendió mi propuesta que apenas le dio crédito. Le resultaba inimaginable ver a jóvenes dispuestos a tan magna tarea. Cuando comenzamos a ir y se dio cuenta de que los jóvenes estaban totalmente involucrados, este médico me abrió su corazón y me contó sobre la muerte de su madre y cómo al verla sufrir tanto se dijo a sí mismo que haría lo posible para que otras personas no sufrieran en el momento de la muerte. De esta manera, surgió en él el pensamiento de la eutanasia como remedio al sufrimiento tanto de las personas morientes como de los allegados.
Es cierto que a veces el sufrimiento es imposible de paliar pero el hecho de acompañar de manera adecuada a la persona en ese duro trance se le puede hacer más llevadero. No hablo de teorías. Gracias a Dios, he podido acompañar a mis padres en sus últimos momentos de su vida. Con varios años de distancia los dos sufrieron mucho por un proceso cancerígeno de larga duración. En su caso, la fe y esperanza que Dios les otorgó fueron de inestimable ayuda. Pero no menos eficaz fue el amor con que fueron acompañados día y noche. El hecho de estar con ellos, agradecerles, escucharles, acariciarles, besarles, eso que nos distingue a los humanos, hace que la muerte sea digna. Y esto está al alcance de todos. O debería estarlo.
Pero volvamos a la propuesta de ley sobre eutanasia que dejamos en sede parlamentaria. Es muy loable la práctica de consultas del parlamento finlandés cuando tratan temas delicados, especialmente con clara dimensión ética que afecta a libertades y derechos, como el derecho a la vida, libertad de expresión, libertad religiosa, derecho a la educación religiosa en los colegios. En este sentido, el parlamento ha pedido en numerosas ocasiones el parecer de las distintas comunidades religiosas del país y, por tanto, también el de la Iglesia católica. Aunque apenas somos el 0, 2 % de la población, la clase política valora en mucho la experiencia y saber de la Iglesia católica. Expertos y políticos siempre nos han escuchado con respeto e interés, asumiendo si es el caso las sugerencias pertinentes.
El 4 de mayo de 2018, después de numerosas y abiertas conversaciones entre expertos y políticos se decidió rechazar a nivel parlamentario la propuesta de “Ley de la eutanasia a favor de una buena muerte”. El resultado de la votación resultó ser contundente: 128 en contra de dicha ley y tan sólo 60 a favor. Al mismo tiempo se decidió potenciar aún más los cuidados paliativos como medio eficaz de aliviar el sufrimiento y velar por la dignidad de las personas en la hora de su muerte. En este sentido, parte del presupuesto del Estado en materia sanitaria será utilizado en concreto para formar de manera profesional al cuerpo sanitario y abastecer de los recursos necesarios a todos los hospitales del país, y lograr así que todos los pacientes terminales puedan gozar de los cuidados paliativos requeridos.
En el ámbito médico y en gran parte de la sociedad se es consciente que detrás de la defensa de la eutanasia hay un componente ideológico muy fuerte que en realidad está poco interesado en el bien concreto de los pacientes terminales. Probablemente se seguirá intentado imponer la eutanasia en Finlandia. Pero a día de hoy nuestro país, un baluarte de la sociedad del bienestar, sigue firme avanzando con honradez hacia el desarrollo de los cuidados paliativos, la real y eficaz respuesta a la muerte digna.
Raimo Goyarrola. Helsinki (Finlandia)
Fuente: Revista Palabra.
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