Como mi trabajo consiste en copiar y pegar, junté las cuatro frases en una; es un texto que invita a la reflexión y a darse cuenta de que no podemos ir tarados por la vida
Hace mucho tiempo leí una frase de Bill Gates que me encantó. Más tarde leí otra del filósofo Alimbau que también me pareció genial y la guardé. Hace menos tiempo leí otra de mi admirado Francesc Torralba y la colgué en mi habitación y finalmente leí una reflexión del Papa Francisco que también quise conservar. Me di cuenta de que todas ellas decían algo muy parecido y decidí, como mi trabajo consiste en copiar y pegar, juntar las cuatro en una. Es un texto que invita a la reflexión y a darse cuenta de que no podemos ir tarados por la vida. Allá va!
Vivimos en la sociedad del escaparate, en la que cuenta mas parecer que ser; la sociedad del aparentar, del figurar, del exhibir. Es el reino de lo ficticio, del envoltorio, de Instagram, es una carrera sin tregua que nos intenta arrastrar a todos, nos desgasta, nos desequilibra.
La sociedad actual ha logrado multiplicar las ocasiones de placer, pero encuentra muchas dificultades para generar felicidad y alegría interior, qué es lo que en el fondo todos buscamos. Porque todos queremos encontrar sentido a nuestras vidas; en el fondo de cada uno de nosotros existe el anhelo de vivir una vida de grandeza, de dejar huella, de aportar algo, de tener una vida con sentido. Y eso hay que buscarlo en el silencio, apartándose un poco de la sociedad, que lo es del ruido.
En un entorno como el actual, que no vamos a cambiar y que se caracteriza por la rapidez y el estrés, es responsabilidad de cada uno de nosotros reivindicar momentos para la pausa, buscar espacios para la reflexión. Sin silencio nuestras vidas se ven invadidas por lo urgente, por lo superficial, sin tiempo para lo importante. Sin silencio olvidamos lo que es prioritario en nuestras vidas y nos dispersamos en mil cosas intrascendentes. Sin parar a pensar, sin parar a reflexionar, pasamos por la vida pero no la vivimos en profundidad.
El tiempo y el esfuerzo que muchas personas invierten en acumular y mantener riquezas externas o materiales, corriendo como pollos sin cabeza, deja muy pocas oportunidades para cultivar la riqueza interior con cualidades como la bondad, la compasión, la amabilidad, la paciencia, la tolerancia, la humildad y la generosidad, que son las cualidades más importantes que podemos tener como padres, parejas, amigos y profesionales.