Un volumen analiza la génesis del documento de Pablo VI sobre la vida y la familia, a los 50 años de su promulgación
“Sin familia no habría Iglesia ni tampoco sociedad humana. Objetivamente las familias se encuentran hoy ante enormes desafíos. La Iglesia desde siempre les ofrece su ayuda pastoral”. Es el cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin en la presentación en el Vaticano del libro La nascita di un’Enciclica Humanae Vitae alla luce degli Archivi Vaticani de Gilfredo Marengo. El volumen, editado por la Libreria Editrice Vaticana, analiza la génesis del documento de Pablo VI sobre la vida y la familia, a los 50 años de su promulgación.
La familia en crisis
En aquella época “se empezaba a notar la difusión de métodos que progresivamente han puesto en crisis profunda a la familia tradicional”, explica el cardenal Parolin, y la Humanae Vitae “se comprometió a hacerse cargo de las nuevas problemáticas emergentes, procurando eliminar cualquier matiz nostálgico de tiempos pasados”.
La paternidad responsable
El objetivo de la Encíclica, que fue elaborada en cinco años, fue el de “trazar las grandes líneas de la espiritualidad cristiana, de la vocación y de la vida conyugal” y “la de los padres y de la familia”. En particular el tema de la “paternidad-maternidad responsable”, que “no es otra cosa que un importante componente de toda la espiritualidad conyugal y familiar”, con una “vocación a la perfección” corroborada por el Sacramento del matrimonio.
La Iglesia en 1968
Para la Iglesia post-conciliar era crucial “trasmitir a las nuevas generaciones la belleza de lo que conocemos sobre la verdadera naturaleza del matrimonio, de la familia y de la sexualidad humana”. En la elaboración de la Encíclica, en el contexto histórico del ’68 y la propagación de nuevas prácticas anticonceptivas, “al inicio el catalizador fue la preocupación por la difusión de políticas antinatalistas”, pero, progresivamente, “el centro de la atención se focalizó en problemáticas estrictamente de carácter teológico-moral”.
El contenido doctrinal
Como surge de los estudios inéditos del profesor Marengo, “en muchos momentos del debate se nota un significativo desplazamiento desde temas inherentes a la presencia de la Iglesia en el mundo, a los pertinentes más bien a la urgencia de recordar los principios de una doctrina moral y su obligatoriedad”. Dos perspectivas “no contrapuestas de manera abstracta”, con Pablo VI que “no tenía dudas sobre el contenido doctrinal que la Encíclica debía tener: su preocupación era precisamente la de saber hallar los modos adecuados para presentarlo”.
El compromiso de Pablo VI
Una preocupación que justifica el largo tiempo de preparación del documento pontificio y que explica, como revela de manera inédita el volumen, la decisión de Pablo VI de no publicar un texto, el De nascendae prolis, “cuando se le hizo notar que este se limitaba a una rigurosa reafirmación de la doctrina, a la que se pedía −a los cristianos y a todos los hombres− adherirse dócilmente y sin reservas”.
La dimensión social
Porque “el Magisterio no es un monolito inmutable, sino un organismo vivo que crece y se desarrolla”, sigue explicando el cardenal Parolin, y al Papa no le faltaba “la aguda intuición de que la regulación de los nacimientos era una cuestión que no afectaba solo al obrar moral de las parejas cristianas, sino que tenía una dimensión social, cultural e incluso política, universal: se trataba de dar un juicio a propósito de orientaciones que ponían en discusión el valor supremo de la vida humana, tanto que querían someter a las parejas a un ejercicio de la paternidad y maternidad condicionado por decisiones políticas y estrategias económicas contrarias a la dignidad del hombre, como desgraciadamente pasó y sigue pasando en el mundo”.
Un “acento profético”
Hoy, “estamos en condiciones de apreciar mejor todo el valor de la Humanae vitae, su acento profético, y dejar de lado los debates y las oposiciones que siguieron a su publicación, que eran hijas de una etapa no fácil en la vida de la Iglesia, que ya pertenece al pasado, aunque a veces parecen todavía condicionar algunas tomas de posición y polémicas de las que se debería prescindir”.
La continuidad entre los Pontífices
Tras el pontificado de San Juan Pablo II, que eligió ser recordado como “el Papa de la familia”, del Papa Benedicto XVI y sus textos sobre el misterio del amor de Dios, y del Papa Francisco, “que ha querido poner de nuevo en el centro la vida de la Iglesia y de la familia con la rica estación sinodal”, muchos son todavía los retos.
La modernidad de la “Humanae Vitae”
“Si el amor de los esposos es el lugar donde el Creador genera nuevas vidas, ¿cómo no interrogarse sobre los modos con los que tantas, demasiadas veces, el hijo es considerado “un problema más en la vida de las parejas o, al contrario, como un ‘objeto’ que se desea a toda costa?”. En ese sentido, la Humanae Vitae, concluye el cardenal Parolin, sigue siendo actual, también por cuanto se refiere a la emancipación de la mujer, que “parece haber sido redimensionada en el actual contexto social”.
Por eso hacen falta “intervenciones de muy variado tipo, empezando por los legislativos, pero se trata sobre todo de volver a descubrir y valorar la específica dignidad de la mujer y su vocación en la sociedad y en la Iglesia. Quizá uno de los modos más eficaces de promover tal dignidad es la educación en familia y en la escuela. En el estudio de la interacción social los jóvenes pueden adquirir el sentido de su propio valor y reconocer la belleza de la complementariedad hombre-mujer