Concluido su Viaje apostólico a Letonia, Letonia y Estonia, el Santo Padre atendió a las preguntas de los periodistas que le acompañaban en su viaje de regreso a Roma
La del Acuerdo con China fue una de las respuestas del Papa más esperadas en el vuelo de regreso a Roma, una vez concluida su Visita apostólica a los países bálticos. Entre los temas abordados por el Santo Padre, la defensa de la identidad de las tres Repúblicas, la condena de las armas y el abuso del clero, definido como una monstruosidad.
Greg Burke: Buenas tardes, Santo Padre. Lo primero, gracias. Tres países en cuatro días, no es tan fácil, y un poco cansado… Parecía como cuatro países en cuatro días, porque el primer día tuvimos la sorpresa de China, así que hasta eso hemos hecho: nos hemos acercado a China. Procuremos mantenernos en el tema −ya lo hemos dicho muchas veces−: hablar del viaje. Naturalmente comenzaremos con los periodistas locales de cada país, pero intentaremos en la conferencia de prensa hablar del viaje a los países bálticos. No sé si Usted quiere decir algo antes…
En primer lugar, agradeceros el trabajo que habéis hecho, porque también para vosotros, tres países en cuatro días, no es fácil. Sobre todo, desplazarse de una parte a otra es cansado. Os agradezco mucho el servicio que dais a la gente sobre este viaje, que es lo más importante de vuestra comunicación: qué ha pasado ahí… Hay cosas muy interesantes en este viaje, y espero las preguntas en ese sentido.
Saulena ŽIUGŽDAITE, Bernardinai.LT, de Lituania: Santo Padre, gracias por este momento y por todo el viaje. Cuando habló en Vilna del alma lituana, dijo que debemos ser puente entre Este y Oeste. Pero no es fácil ser puente: siempre te están atravesando los demás. Alguno dice que nuestra tragedia es que estamos en el puente. Quizá uno dice: “Claramente es mejor ser parte de Occidente con sus valores”. ¿Qué quería decir Usted, qué significa ser un puente?
Es verdad… Es evidente que hoy formáis parte, políticamente, de Occidente, de la Unión Europea, y hacéis tanto para entrar en la Unión Europea. Después de la independencia, enseguida hicisteis todos los requisitos, que no son fáciles, y conseguisteis entrar en la Unión Europea, es decir, pertenecéis a Occidente. También tenéis relaciones con la OTAN: pertenecéis a la OTAN, y eso es Occidente. Si miráis al Oriente, está vuestra historia: una historia dura. También parte de la historia trágica vino de Occidente, de los alemanes, de los polacos, pero sobre todo del nazismo, eso vino de Occidente. Y, por cuanto se refiere al Oriente, del Imperio ruso.
Hacer puentes supone, exige fortaleza. Fortaleza no solo para la pertenencia a Occidente, que os da fortaleza, sino para la propia identidad. Me doy cuenta de que la situación de los tres Países Bálticos está siempre en peligro, siempre. El miedo de la invasión… Porque la historia misma os recuerda esto. Y tiene usted razón cuando dice que no es fácil, pero este es un partido que se juega cada día, un paso tras otro: con la cultura, con el diálogo… Pero no es fácil. Creo que el deber de todos es ayudaros a esto. Más que ayudaros, estar cerca, con el corazón.
Gints AMOLINS, Latvijas Radio (Letonia): Buen día, Santidad. En los Países Bálticos, Usted ha hablado a menudo de la importancia de las raíces y de la identidad. De Letonia, y también de Lituania y de Estonia, hay tantas personas que se han ido a países más prósperos y muchos ya están echando raíces lejos. Además, también hay, como en Europa en general, problemas demográficos, por la baja natalidad. Así pues, en esta situación ¿qué pueden y deberían hacer nuestros Países, los líderes de nuestros Países y también cada uno personalmente? ¿Cómo se debería valorar este problema?
En mi patria, no conocí a gente de Estonia ni de Letonia, mientras que es muy fuerte −en términos relativos− la inmigración lituana. En Argentina hay muchos. Y ellos llevan allí la cultura, la historia, y están orgullosos en el doble esfuerzo de insertarse en el País nuevo y también de conservar su identidad. En sus fiestas tienen los trajes tradicionales, los cantos tradicionales, y siempre, cada vez que pueden, vuelven a su Patria de visita… Pienso que la lucha por mantener la identidad los hace muy fuertes, y vosotros tenéis esto: tenéis una identidad fuerte. Una identidad que se ha formado en el sufrimiento, en la defensa y en el trabajo, en la cultura.
¿Qué se puede hacer para defender la identidad? El recurso a las raíces, esto es importante. La identidad es una cosa antigua, pero que debe ser trasmitida. La identidad se inserta en la pertenencia a un pueblo, y la pertenencia a un pueblo debe trasmitirse. Las raíces deben trasmitirse a las nuevas generaciones, y eso con la educación y con el diálogo, sobre todo entre viejos y jóvenes. Y debéis hacerlo, porque es un tesoro vuestra identidad. Toda identidad es un tesoro, pero concebida como pertenencia a un pueblo. Eso es lo que se me ocurre, no sé si corresponde a su pregunta…
Evelyn KALDOJA, Postimees (Estonia): Gracias. En la homilía de hoy, ha dicho Usted que algunos gritan y amenazan con el uso de armas y el empleo de ejércitos, etc., etc. Considerando donde estábamos, en esa misma plaza había soldados de la OTAN que fueron enviados a Estonia como garantía. Muchos han pensado en la situación en las fronteras orientales de Europa. ¿Está Usted preocupado por las tensiones en aquella área y por los católicos que viven a caballo en las fronteras de Europa?
La amenaza de las armas. Hoy, los gastos mundiales para las armas son escandalosos. Me decían que, con lo que se gasta en armas en un mes, se podría dar de comer a todos los hambrientos del mundo durante un año. No sé si es verdad, es terrible. La industria, el comercio de armas, también el contrabando de armas es una de las corrupciones más grandes. Y antes de eso está la lógica de la defensa. David fue capaz de vencer con una honda y cinco piedras, pero hoy no está David. Creo que para defender un país, hace falta un razonable y no agresivo ejército de defensa. Razonable y no agresivo. Así la defensa es lícita; y es también un honor defender la patria así. El problema viene cuando se vuelve agresivo, no razonable y se hacen las guerras de frontera. De las guerras de frontera tenemos tantos ejemplos, no solo en Europa, hacia el Este, sino también en otros continentes: se pelea por el poder, por colonizar un país. Esa es, en mi opinión, la respuesta a su pregunta. Es escandalosa, hoy, la industria de las armas, ante un mundo que pasa hambre. Segundo: es lícito, razonable tener un ejército para defender las fronteras, porque eso es un honor; como es lícito tener la llave de la puerta de casa. Por defensa.
Stefanie STAHLHOFEN, de la Agencia católica alemana CIC (Alemania): Santo Padre, en el encuentro ecuménico en Tallin ha dicho Usted que los jóvenes, ante los escándalos sexuales, no ven una condena nítida por parte de la Iglesia católica. En Alemania, ha salido precisamente hoy una nueva investigación sobre los abusos sexuales y sobre cómo la Iglesia ha tratado muchos casos.
De eso hablaré después. Responderé antes a las preguntas sobre el viaje. Gracias. Esa es la regla. Pero será la primera pregunta después de las del viaje.
Edvardas SPOKAS de la Radio-Televisión Lituana: En los tres países, se ha declarado Usted a favor de la apertura: apertura respecto a los inmigrantes, apertura respecto al otro. Pero, por ejemplo, en Lituania ha habido un debate sobre el asunto de una chica que le saludó al aterrizar, delante del avión: no tenía aspecto precisamente lituano. Era en parte italiana, con la piel un poco oscura… Mi pregunta es: ¿las personas, en los Países Bálticos, escuchan de Usted solo lo que quieren oír, o escuchan lo que Usted está intentando decirles? ¿Escuchan su mensaje sobre la apertura?
El mensaje sobre la apertura a los inmigrantes está bastante avanzado en vuestro pueblo, no hay fuertes fuegos populistas, no. También Estonia y Letonia son pueblos abiertos que quieren integrar a los inmigrantes, pero no masivamente, porque no se puede, integrarlos con la prudencia del gobierno. He hablado de esto con dos de los tres jefes de Estado, y el tema lo han sacado ellos, no yo. Y en los discursos de los Presidentes, usted verá que la palabra “acogida”, “apertura” es frecuente. Eso indica una voluntad de universalidad, en la medida en que se pueda, por el espacio, el trabajo, etc.; en la medida en que se puedan integrar −esto es muy importante− y en la medida en que no sea una amenaza contra la propia identidad. Son tres cosas que yo he entendido sobre las migraciones del pueblo. Y eso a mí impresionó mucho: apertura prudente y bien pensada. No sé si usted piensa otra cosa.
Edvardas SPOKAS: Mi pregunta era si se ha recibido su mensaje.
Yo creo que sí. En ese sentido que he dicho. Porque hoy, el problema de los inmigrantes en todo el mundo −y no solo la migración externa, sino también interna en los continentes− es un problema grave, no es fácil estudiarlo. En cada país, en cada sitio, en cada lugar tiene diversas connotaciones.
Greg Burke: Gracias, Santo Padre; hemos terminado con las preguntas sobre el viaje.
Muy bien. Quería deciros algo sobre algunos puntos del viaje que he vivido con una especial fuerza.
El hecho de vuestra historia, de la historia de los Países Bálticos: una historia de invasiones, de dictaduras, de crímenes, de deportaciones… Cuando visité el Museo, en Vilna: “museo” es una palabra que hace pensar en el Louvre… No. Aquel Museo es una cárcel, es una cárcel a la que llevaban a los detenidos por razones políticas o religiosas. Y he visto celdas de la medida de este asiento, donde solo se podía estar de pie, celdas de tortura. He visto lugares de tortura donde, con el frío que hace en Lituania, llevaban a los prisioneros desnudos y les echaban agua encima, y ahí se quedaban horas y horas, para destrozar su resistencia. Y luego entré en el aula, en la sala grande de las ejecuciones. Los prisioneros eran llevados allí por la fuerza y matados con un golpe en la nuca; y luego los sacaban con una cinta transportadora y cargados en un camión que los tiraba en el bosque. Más o menos mataban cuarenta al día. Al final, fueron unos quince mil los que asesinaron allí.
Eso forma parte de la historia de Lituania, y también de los demás países. Lo que vi era en Lituania. Luego fui al lugar del Gran Gueto, donde mataron a miles de judíos. Luego, en la misma tarde, fui al Monumento a la memoria de los condenados, asesinados, torturados, deportados. Aquel día −os digo la verdad− me quedé destruido: me hico pensar en la crueldad. Y os digo que, según las informaciones que tenemos hoy, la crueldad no ha terminado. La misma crueldad hoy se encuentra en tantos lugares de detención, hoy se halla en tantas cárceles; también la superpoblación de una cárcel es un sistema de tortura, un modo de vivir sin dignidad. Una cárcel, hoy, que no prevé dar al detenido una perspectiva de esperanza, ya es una tortura. Luego hemos visto, en televisión, las crueldades de los terroristas del Isis: aquel piloto jordano quemado vivo, esos cristianos coptos degollados en la playa de Libia, y tantos otros. Hoy la crueldad no ha terminado. Existe en todo el mundo. Y este mensaje quería dároslo a vosotros, como periodistas: esto es un escándalo, un grave escándalo de nuestra cultura y de nuestra sociedad.
Otra cosa que he visto en estos tres Países es el odio [del pasado régimen] a la religión, cualquiera que sea. El odio. He visto un obispo jesuita, en Lituania o en Letonia, no recuerdo bien, que fue deportado a Siberia, diez años, y luego a otro campo de concentración… Ahora es anciano, sonriente… Tantos hombres y mujeres, por haber defendido su fe, que era su identidad, fueron torturados y deportados a Siberia, y no volvieron; o los mataron. La fe de estos tres Países es grande, es una fe que nace precisamente del martirio, y eso es algo que quizá vosotros habéis visto, hablando con la gente, como hacéis los periodistas, para tener noticias del País.
Además, esa experiencia de fe tan importante ha producido un fenómeno singular, en estos Países: una vida ecuménica como no hay en otros, tan generalizada. Hay un verdadero ecumenismo: ecumenismo entre luteranos, bautistas, anglicanos y también ortodoxos. En la catedral, ayer, en el encuentro ecuménico en Letonia, en Riga, lo hemos visto: algo grande; hermanos, cercanos, juntos en una sola iglesia…, cercanos. El ecumenismo ha echado raíces ahí.
Luego, hay otro fenómeno en estos Países que es importante estudiar, y quizá vosotros podréis hacer tantas cosas buenas en vuestro trabajo, estudiando esto: el fenómeno de la trasmisión de la cultura, de la identidad y de la fe. Habitualmente, la trasmisión la hicieron los abuelos. ¿Por qué? Porque el padre trabajaba, padre y madre tenían que trabajar, y tenían que estar apuntados al partido −tanto en el régimen soviético como en el nazi− y también educados en el ateísmo. Pero los abuelos supieron trasmitir la fe y la cultura. En el tiempo en que en Lituania estaba prohibido el uso de la lengua lituana, se había eliminado de las escuelas, cuando iban al servicio religioso −tanto protestante como católico− tomaban los libros de oración para ver si estaban en lengua lituana o en lengua rusa o alemana.
Y tantos −una generación, en aquella época− aprendieron la lengua materna de los abuelos: eran los abuelos quienes enseñaban a escribir y a leer la lengua materna. Esto nos hace pensar, y sería bonito algún artículo, algún servicio televisivo sobre la trasmisión de la cultura, de la lengua, del arte, de la fe en momentos de dictadura y de persecución. No se podía pensar otra cosa, porque todos los medios de comunicación, que en aquel tiempo eran pocos −la radio− los tenía el Estado. Cuando un gobierno se vuelve, quiere volverse dictatorial, lo primero que hace es hacerse con los medios de comunicación.
Estas cosas he querido subrayarlas.
Y ahora, me refiero al encuentro de hoy con los jóvenes. Los jóvenes se escandalizan: introduzco aquí la primera pregunta que estaba fuera del tema del viaje. Los jóvenes se escandalizan de la hipocresía de los grandes. Se escandalizan de las guerras, se escandalizan de la incoherencia, se escandalizan de la corrupción. Y en esto de la corrupción entra lo que usted subrayaba, de los abusos sexuales. Es verdad que se acusa a la Iglesia, y todos sabemos, conocemos las estadísticas, yo no las diré aquí. Pero, aunque hubiera habido solo un cura abusador de un niño, de una niña, eso sería igualmente monstruoso, porque aquel hombre fue elegido por Dios para llevar al niño al cielo.
Yo comprendo que los jóvenes se escandalicen de esta corrupción tan grande. Saben que hay en todas partes, pero en la Iglesia es más escandaloso, porque hay que llevar a los niños a Dios, y no destruirlos. Los jóvenes buscan hacerse camino con la experiencia. El encuentro con los jóvenes, hoy, era muy claro: ellos piden escucha, piden escucha. No quieren fórmulas fijas. No quieren un acompañamiento directivo. Y la segunda parte de esa pregunta, que era la primera fuera del viaje, era que “la Iglesia no hace las cosas como debe en esto, en limpiar esta corrupción”. Tomo el Informe de Pennsylvania, por ejemplo, y vemos que hasta los primeros años 70 había muchos curas que cayeron en esa corrupción.
Luego, en tiempos más recientes, han disminuido porque la Iglesia se ha dado cuenta de que tenía que luchar de otro modo. En los tiempos pasados, estas cosas se tapaban. Se tapaban hasta en casa, cuando el tío violaba a la sobrina, cuando el padre violaba a los hijos: se tapaban, porque era una vergüenza muy grande. Era el modo de pensar de los siglos pasados, y del siglo pasado. En esto, hay un principio que a mí me ayuda mucho para interpretar la historia: un hecho histórico debe ser interpretado con la hermenéutica de la época en la que tuvo lugar, no con una hermenéutica de hoy. Por ejemplo: el indigenismo. Hubo muchas injusticias, tantas brutalidades. Pero no puede ser interpretado con la hermenéutica de hoy, cuando tenemos otra conciencia.
Un último ejemplo: la pena de muerte. También el Vaticano como Estado, cuando era Estado Pontificio, tenía la pena de muerte; el último fue decapitado en 1870, un criminal, un joven. Pero luego la conciencia moral crece, la conciencia moral crece. Es verdad que siempre hay escapatorias, siempre hay condenas a muerte escondidas: tú eres viejo, molestas, no te doy medicinas…, y luego se dice: “se ha ido”. Es una condena a muerte −social− de hoy. Con esto creo haber respondido. La Iglesia: tomo el ejemplo de Pennsylvania, mirad las proporciones y ved que cuando la Iglesia empezó a tomar conciencia de esto, ha hecho todo lo posible. Y en los últimos tiempos yo he recibido muchas, muchas condenas emitidas por la Congregación para la Doctrina de la Fe y he dicho: “Adelante, adelante”. Nunca, jamás he firmado, después de una condena, una petición de gracia. En esto no se negocia, no hay negociación.
Antonio Pelayo, de “Vida nueva” Antena 3 (España): Santo Padre, hace tres días se firmó un Acuerdo entre la Santa Sede y el gobierno de la República Popular China. ¿Puede darnos alguna información suplementaria de esto, de su contenido? Porque algunos católicos chinos, en particular el Cardenal Zen, le acusan de haber vendido la Iglesia al gobierno comunista de Pekín, después de tantos años de sufrimiento. ¿Qué responde a esa acusación?
Esto es un proceso de años, un diálogo entre la Comisión vaticana y la Comisión china, para solucionar el nombramiento de obispos. El equipo vaticano ha trabajado mucho. Querría dar algunos nombres: Mons. Celli, que con paciencia ha ido, ha dialogado, ha vuelto… ¡años, años! Luego, Mons. Rota Graziosi, un humilde curial de 72 años que quería ser cura de parroquia, pero se quedó en la Curia para ayudar en este proceso. Y luego, el Secretario de Estado, el Cardenal Parolin, que es un hombre muy devoto, pero tiene una especial devoción a la lupa: todos los documentos los estudia punto, coma, acentos… Y eso me da a mí una seguridad muy grande. Y ese equipo, con esas cualidades, fue adelante.
Sabéis que cuando se hace un acuerdo de paz o una negociación, ambas partes pierden algo, esa es la regla. Ambas partes. Y se va adelante. Este proceso ha sido así: dos pasos adelante, uno atrás, dos adelante, uno atrás…; luego pasaron meses sin hablarse, y después… Son los tiempos de Dios, que se parecen al tiempo chino: lentamente… Eso es sabiduría, la sabiduría de los chinos. Las situaciones de los obispos que estaban en dificultad se han estudiados caso a caso, y al final los informes llegaron a mi escritorio y yo he sido el responsable de la firma, en el caso de los obispos.
Por cuanto se refiere al Acuerdo, han ido pasando los borradores por mi escritorio, se ha hablado, daba mis ideas, los otros discutían y así avanzábamos. Pienso en la resistencia, en los católicos que han sufrido: es verdad, ellos sufrirán. Siempre en un acuerdo hay sufrimiento. Pero ellos tienen una gran fe y escriben, hacen llegar mensajes, afirmando que lo que la Santa Sede, lo que Pedro dice, es lo que dice Jesús: es decir, la fe “martirial” de esa gente hoy va adelante. Son grandes. Y el Acuerdo lo firmé yo, las Cartas Plenipotenciarias para firmar ese Acuerdo. Yo soy el responsable. Los demás que he nombrado, han trabajado durante más de diez años. No es una improvisación: es un camino, un verdadero camino.
Y luego, una anécdota sencilla y un dato histórico, dos cosas antes de terminar. Cuando pasó lo del famoso comunicado de un ex Nuncio Apostólico, los episcopados del mundo me han escrito diciendo que se sentían cercanos, que rezaban por mí; también los fieles chinos han escrito, y la firma de ese escrito era del obispo −digamos así− de la Iglesia tradicional católica y del obispo de la Iglesia patriótica: juntos, los dos, y los fieles de las dos Iglesias. Para mí, eso fue una señal de Dios. Y la segunda cosa: olvidamos que en América Latina −¡gracias a Dios esto está superado!−, olvidamos que durante 350 años eran los reyes de Portugal y de España quienes nombraban los obispos. Y el Papa daba solo la jurisdicción. Olvidamos el caso del Imperio austrohúngaro: María Teresa se cansó de firmar nombramientos de obispos, y daba la jurisdicción al Vaticano. Otras épocas, gracias a Dios, ¡que no se repitan! Pero el caso actual no es para el nombramiento: es un diálogo sobre los eventuales candidatos. La cosa se hace en diálogo. Pero el nombramiento es de Roma; el nombramiento es del Papa, esto está claro. Y recemos por los sufrimientos de algunos que no entienden o que llevan a sus espaldas tantos años de clandestinidad.
¡Os lo agradezco mucho! Nos dicen que la cena está preparada y el vuelo no es largo. ¡Muchas gracias! Muchas gracias por vuestro trabajo. Y rezad por mí.
Greg Burke: Gracias a Usted, Santo Padre. Buen provecho y que descanse.
Fuente: vatican.va.
Traducción de Luis Montoya.
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