¿Por qué no se puede romper? ¿Y si después de casarnos nos arrepentimos? ¿Ya no hay vuelta atrás? ¿Por qué la Iglesia no acepta la posibilidad de divorciarse y volverse a casar?
¿Por qué la Iglesia defiende que el matrimonio es para siempre?
¿Qué prefieres, un amor para siempre, o uno de bueno, a ver hasta cuando duramos? ¿Y si nuestro matrimonio no funciona? ¿Por qué no se puede romper? ¿Y si después de casarnos nos arrepentimos? ¿Ya no hay vuelta atrás? ¿Por qué la Iglesia no acepta la posibilidad de divorciarse y volverse a casar?
“Hoy no estamos acostumbrados a algo que dure realmente toda la vida. Vivimos en una cultura de lo provisional; no estamos acostumbrados”. (…) “Todo lo que nos rodea cambia, las personas van y vienen en nuestras vidas, las promesas se hacen, pero con frecuencia no se cumplen o se rompen”. (…) “¿No hay nada verdaderamente importante que dure?”. Esta es la pregunta. Parece que nada hermoso, ni precioso dura. ¿Pero es verdad que nada precioso que pueda durar? ¿Ni siquiera el amor? Y está la tentación de que ese “para toda la vida”, que vosotros os diréis el uno al otro, se transforme y muera con el tiempo”.
Si no es para siempre, no es amor
De éstas y otras cuestiones similares trata este breve vídeo en el que distintos jóvenes responden a estas inquietudes y dudas, apoyados en las enseñanzas de la Iglesia a cerca de este sacramento. Porque si el amor no es para siempre, eso no puede llamarse amor.
“Si el amor no se hace crecer con el amor, dura poco. Ese ‘para toda la vida’ es un compromiso para hacer crecer el amor, porque en el amor no existe lo provisional. Si no, se llama entusiasmo, se llama, no sé, encanto, pero el amor es definitivo, es un ‘yo’ y un ‘tú’. Como decimos, es ‘mi media naranja’: tú eres mi media naranja, yo soy tu media naranja. El amor es así: todo y para toda la vida. Es fácil caer prisioneros de la cultura de lo efímero, y esta cultura ataca las raíces mismas de nuestros procesos de maduración, de nuestro crecimiento en la esperanza y el amor”.
“El matrimonio no es simplemente una institución sino una vocación, una vida que va adelante, una decisión consciente y para toda la vida, a cuidarse, ayudarse y protegerse mutuamente”. “El amor de Jesús para las parejas es una roca, es un refugio en los tiempos de prueba, pero sobre todo es una fuente de crecimiento constante en un amor puro y para siempre. Haced apuestas serias, para toda la vida. Arriesgad. Porque el matrimonio es también un riesgo, pero es un riesgo que vale la pena. Para toda la vida, porque el amor es así”.