Una película estimulante, constructiva y amena, que ayuda a superar “dragones” personales o sociales<br /><br />
JavierArnal.wordpress.com
Bajo el prisma de Joffé, británico, judío agnóstico, la película sumerge en un mundo que a muchos sorprenderá
Hace poco escuché a la escritora Ana-María Matute una afirmación que comparto: “los libros no se cuentan, se leen”. Pues si un libro no se cuenta sino que se lee, con mayor motivo una película: no se puede contar, hay que verla.
Hay que ver la película Encontrarás dragones, del director británico Roland Joffé. El estreno mundial es en España el próximo día 25. He tenido la suerte de verla, en un pase privado que la productora nos ha ofrecido a algunos periodistas, y he decir que es de esas películas que, con gusto, volvería a ver, y eso lo digo de pocas.
Es una obra maestra. La acción —Guerra Civil española—, las pasiones humanas con sus brotes y arraigos de odio y amor, entretejen un guión vibrante, que mantiene en vilo hasta el final. El personaje central es Josemaría Escrivá de Balaguer, joven sacerdote aragonés que había fundado el Opus Dei en 1928 en Madrid, y su vida en los años convulsos de la Guerra Civil es el núcleo de hechos reales de la película.
Va a ser una película que sorprenderá a muchos. No es un panegírico de nadie ni de nada, sino una recreación cinematográfica de la Guerra Civil, que desgarró familias y vidas, presentando “dragones” —retos, reacciones imprevisibles de cada persona ante el odio y la violencia, terrenos desconocidos— a los que Escrivá venció con un arma insólita: el perdón.
Todavía quedan en España muchos clichés, tópicos y simplificaciones, cuando no recuerdos sesgados, de la Guerra Civil. Bajo el prisma de Joffé, británico, judío agnóstico, la película sumerge en un mundo que a muchos sorprenderá. A Joffé le cautivó la figura y el ejemplo de Josemaría Escrivá, canonizado en Roma el año 2006 ante más de medio millón de personas, así como su mensaje, que es el del Opus Dei: vivir a fondo el catolicismo en la vida ordinaria, sea cual sea. Y a San Josemaría le tocó vivir unas circunstancias muy “extraordinarias” —una cruenta Guerra Civil—, que supo vivir con el espíritu que difundía: sembrar la paz, comprender, perdonar.
Conocí a Escrivá de Balaguer en 1972, en un encuentro con gente joven. Lo que me atrajo de él fue lo mismo que a Joffé: su alegría, su normalidad, su amor al mundo y a los hombres, fruto del amor a Dios. Y al ver la película he reconocido al personaje, al santo que entonces conocí. Como su vida, la película es estimulante y constructiva, amena, ayuda a superar “dragones” personales o sociales.
No se ha estrenado todavía, y ya ha tenido esta película un gran impacto. Por ejemplo, en la cárcel de Dueñas, donde 300 reclusos acaban de verla, y al acabar hubo un prolongado aplauso, y un largo coloquio de 45 minutos: ellos como nadie valoran una ventana a la esperanza, el perdón como salida. Un colega que ha visto la película me comentaba que esta película deberían verla palestinos e israelíes, para encontrar el perdón que tanto necesitan. Sin lugar a dudas, el protagonista de la película es el perdón, que entre dragones sale vencedor.