Si se anteponen demostraciones de fuerza y de peso político a la vida de los migrantes, queda claro que la humanidad y la dignidad se vuelven secundarios en relación a lo demás
“El mandato es claro: «Fui forastero y me hospedasteis». Más allá de consideraciones políticas y legales, al leer la vida desde el Evangelio, uno va buscando al otro. #Aquarius es una llamada de Cristo a Europa”: así el Arzobispo de Madrid, S.E el Cardenal Carlos Osoro Tierra, sigue, también como el Cardenal Gianfranco Ravasi, en la misma línea del Evangelio haciendo reflexionar sobre la situación de los migrantes de la nave Aquarius en mar desde hace más de 72 horas.
Un viaje que se perfila largo y difícil hacia el puerto seguro −no más cercano− dispuesto a acoger a los 629 migrantes que partieron desde las costas de Libia, y que a estas horas aún desconocen su destino final, es decir, el puerto de Valencia, en España. Se trata de 1400 kilómetros de mar que deberán recorrer estas personas, ya exhaustas no sólo por la estadía en mar, sino por todo lo que han debido sufrir antes de su partida en los barcones de la muerte.
Una crisis migratoria que el nuevo gobierno italiano ha decidido gestionar de modo drástico cerrando sus puertos a las embarcaciones de las ONG’s, en un intento de llamar la atención sobre la colaboración Europea en la gestión de los migrantes, poniendo sin embargo en riesgo las ya precarias condiciones de las mujeres, niños y hombres a bordo de la embarcación Aquarius de la ONG Sos Méditerranée, y marcando además, una línea para la gestión de las próximas embarcaciones en arribo.
Abandonar inocentes en el mar no puede considerarse estrategia política
En efecto lo que el gobierno italiano de turno ha considerado como una victoria, es decir, el desvío de la nave hacia otro país de la Unión Europea, ha sido condenado por numerosas asociaciones humanitarias y eclesiales, como el Centro Astalli del Servicio Jesuita a Refugiados, que en el día de ayer expresaba que estos actos que ponen en riesgo las vidas de estas personas “no resuelven nada en ausencia de políticas a largo plazo que prevean vías legales de ingreso”. “Si Italia −expresaba el P. Camillo Ripamonti, presidente del Centro Astalli− antepone demostraciones de fuerza y de peso político a la vida de los migrantes, está claro que la humanidad y la dignidad de las personas se vuelven secundarias en relación a todo lo demás. Abandonar inocentes en el mar no puede nunca considerarse una estrategia política sino que sigue siendo inequivocablemente, una grave violación de los derechos humanos por la que Italia estará llamada a responder”.
MSF: situación al momento estable, pero personas exhaustas
La crisis pretende resolverse con el envío de un barco de la Guardia Costera y otro de la Marina italiana con personal humanitario de la Orden de Malta y de UNICEF, para descongestionar la nave Aquarius de modo de permitir un traslado seguro hasta España.
Algo que implica −según ha alertado la Organización de Médicos sin Fronteras− que las personas ya exhaustas deberán soportar otros cuatro días de navegación en difíciles condiciones y con previsiones del tiempo en empeoramiento, motivo por el cual considera que la opción mejor es de desembarcar a las personas en el puerto más cercano, en Malta o Italia, y trasladarlas sucesivamente con otros medios a España o a otros países para recibir ulterior asistencia humanitaria y legal. “La situación médica a bordo −ha dicho el Dr. Dan Beversluis, médico de MSF− es estable por ahora, pero las personas están exhaustas y bajo presión”.
Archidiócesis de Valencia en acción para recibir a los migrantes
Por su parte el Cardenal Arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares ha constituido un gabinete de coordinación con todos los recursos de que dispone la Iglesia en Valencia para asistir a los inmigrantes que se encuentran a bordo del buque Aquarius.
“Todas las organizaciones benéficas, red asistencial, el apoyo desde las parroquias y la colaboración de los colegios diocesanos, colaborarán en el acogimiento, como viene desarrollando el Arzobispado de Valencia en la atención a los inmigrantes, tanto para sus necesidades básicas asistenciales, como de promoción del empleo, mitigar la pobreza así como las necesidades de aprendizaje y educación”, se lee en el sitio de la Archidiócesis.