El autor habla sobre la figura materna, teniendo como modelo su madre, y su importancia en la familia y la sociedad
Uno escribe de lo que lleva dentro, y yo lo que tengo dentro es mi madre. Ni es 8 de marzo, ni es un día redondo. Me da igual. Yo de mi madre hablo siempre que puedo, y puedo siempre.
La cosa es que mi madre se está muriendo. Un cáncer de pulmón, metástasis, pastillas y muchos avances oncológicos que, a veces, no se experimentan en primera persona.
No quiere dramas.
Hace unos días estuvimos hablando de su funeral. Incluso nos echamos una risa. ¿Macabro? Me encanta haber conversado con ella de todo antes de que tome el metro ligero hasta el cielo final. Claro que la echaremos de menos. Mucho. Muchísimo. Claro que lloraremos su muerte. Pero da tanta paz haber disfrutado de una madre buena…
Mi madre es una mujer-bandera. Bisagra. Cariñosa. Atenta. Normal. Como la suya, seguro. Tiene amigas por todas partes. Es natural, alegre, coherente y pilla. Se ha metido en el bolsillo al 99 por ciento de las personas que le han pasado de carca. Desde su suegra, hasta las vecinas que ni hablan en el ascensor. Y es tan de carne y hueso que a veces se estresa por una cena con pinzas o por la gripe de un nieto.
Universitaria, profesional, apasionada de su trabajo, y de su casa, y de su gente. Además de las venas secas ya de tantas analíticas, en su piel está tatuado un optimismo vital.
Un corazón llamado madre. Una madre llamada grande. Una grande llamada mamá.
¿Para qué esas necrológicas y esos homenajes después de enterrar los cuerpos? Me quedo con la esperanza de que lea esta columna, porque no hace falta morirse inmediatamente para escuchar lo que se quiere con letras antes de besar la frente del rio que inunda su paz.
Disfruta como siempre. Gracias, como nunca. Disculpen este desahogo emocional. Los hombres que no son de esparto entenderán la ocasión. Las mujeres todas entenderán cada letra, cada punto y cada espacio. Ahora, silencio. Se vive hasta el final. Una madre con arte se enmarca, y punto. Ojalá todos los que pisamos este planeta tengamos madres de verdad.