Durante la catequesis semanal el Papa ha explicado hoy algunos ritos y gestos que se realizan durante el bautismo: la bendición del agua, la renuncia al pecado y la profesión de fe
Queridos hermanos y hermanas:
Reflexionamos hoy sobre los ritos del sacramento del bautismo que se realizan junto a la fuente bautismal, que son: la bendición del agua y la renuncia al pecado y la profesión de fe.
El agua es un elemento que se caracteriza por su capacidad de vivificar y de purificar. Este simbolismo natural aparece en varios pasajes de la Palabra de Dios, que son recordados al bendecir el agua que se usará para el bautismo, a la vez que se invoca sobre ella la fuerza del Espíritu Santo, para que todos los que reciban el bautismo sean sepultados con Cristo en su muerte y con él renazcan a una vida inmortal.
Una vez que ha sido bendecida el agua, es necesario disponer el corazón para acceder al bautismo, por eso se realiza la renuncia a Satanás y la profesión de fe. Estos son dos hechos que están estrechamente unidos, pues no se puede seguir a Cristo con condiciones, sino que hay que despojarse de todo lo malo para empezar la vida nueva en Cristo.
La respuesta a las renuncias y a la profesión de fe, se realiza en primera persona del singular. Esto indica que es una elección personal y responsable, que debe ser traducida en gestos concretos de confianza en Dios, y que no se reduce solo al momento del bautismo, sino que deberá acompañar todo el crecimiento y maduración de la vida cristiana.
Siguiendo con la reflexión sobre el Bautismo, hoy quisiera detenerme en los ritos centrales que se hacen junto a la fuente bautismal. Consideremos en primer lugar el agua, sobre la que se invoca el poder del Espíritu para que tenga la fuerza de regenerar y renovar (cfr. Jn 3,5 y Tt 3,5). El agua es fuente de vida y bienestar, mientras que su ausencia apaga toda fecundidad, como sucede en el desierto; pero el agua también puede ser causa de muerte cuando ahoga entre sus olas o en gran cantidad lo arrasa todo; finalmente, el agua tiene la capacidad de lavar, limpiar y purificar.
A partir de este simbolismo natural, universalmente reconocido, la Biblia describe las intervenciones y promesas de Dios mediante el signo del agua. Sin embargo, el poder de perdonar los pecados no está en el agua en sí, como explicaba San Ambrosio a los recién bautizados: «Has visto el agua, pero no toda agua cura: sana el agua que tiene la gracia de Cristo. […] La acción es del agua, la eficacia es del Espíritu Santo» (De sacramentis 1,15).
Por eso, la Iglesia invoca la acción del Espíritu «sobre el agua de esta fuente, para que los sepultados con Cristo en su muerte, por el Bautismo, resuciten con él a la vida» (Rito del Bautismo de niños, n. 123). La oración de bendición dice que Dios ha preparado el agua «para significar la gracia del Bautismo» y recuerda las principales figuras bíblicas: sobre las aguas de los orígenes se cernía el Espíritu para hacerlas germen de vida (cfr. Gen 1,1-2); el agua del diluvio marcó el final del pecado y el inicio de la vida nueva (cfr. Gen 7,6-8,22); a través del agua del Mar Rojo fueron liberados de la esclavitud de Egipto los hijos de Abraham (cfr. Ex 14,15-31). Respecto a Jesús, se recuerda su bautismo en el Jordán (cfr. Mt 3,13-17), la sangre y el agua vertidas de su costado (cfr. Jn 19,31-37), y el mandato a los discípulos de bautizar a todos los pueblos en el nombre de la Trinidad (cfr. Mt 28,19). Fortalecidos por esa memoria, se pide a Dios que infunda en el agua de la fuente la gracia de Cristo muerto y resucitado (cfr. Rito del Bautismo de niños, n. 123). Esa agua se transforma en agua que lleva en sí la fuerza del Espíritu Santo. Y con esa agua con la fuerza del Espíritu Santo, bautizamos a la gente, bautizamos a los adultos, a los niños, a todos.
Santificada el agua de la fuente, hay que disponer el corazón para acceder al Bautismo. Esto tiene lugar con la renuncia a Satanás y la profesión de fe, dos actos estrechamente conectados entre sí. En la medida en que digo “no” a las insinuaciones del diablo −el que divide− soy capaz de decir “sí” a Dios que me llama a conformarme a Él en los pensamientos y en las obras. El diablo divide; Dios une siempre a la comunidad, a la gente en un solo pueblo. No es posible unirse a Cristo poniendo condiciones. Hay que desprenderse de ciertos vínculos para poder abrazar otros de verdad; o estás bien con Dios o está bien con el diablo. Por eso, la renuncia y el acto de fe van juntos. Hay que cortar puentes, dejándolos atrás, para emprender la nueva Vía que es Cristo.
La respuesta a las preguntas −«¿Renunciáis a Satanás, a todas sus obras, y a todas sus seducciones?»− está formulada en primera persona del singular: «Renuncio». Y del mismo modo viene profesada la fe de la Iglesia, diciendo: «Creo». Yo renuncio y yo creo: esto está en la base del Bautismo. Es una elección responsable, que exige ser traducida en gestos concretos de confianza en Dios. El acto de fe supone un compromiso que el mismo Bautismo ayudará a mantener con perseverancia en las diversas situaciones y pruebas de la vida. Recordemos la antigua sabiduría de Israel: «Hijo, si te acercas a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba» (Sir 2,1), es decir, prepárate para la lucha. Y la presencia del Espíritu Santo nos da la fuerza para luchar bien.
Queridos hermanas y hermanas, cuando metamos la mano en el agua bendita −al entrar en una iglesia tocamos el agua bendita− y hagamos la señal de la Cruz, pensemos con alegría y agradecimiento en el Bautismo que recibimos −esa agua bendita nos recuerda al Bautismo− y renovemos nuestro “Amén” −“Estoy contento”−, para vivir inmersos en el amor de la Santísima Trinidad.
Me alegra saludar a los peregrinos de lengua francófona, en concreto a los jóvenes de Rouen con su Obispo Mons. Lebrun y a los jóvenes de San Brieuc con su Obispo Mons. Moute. Cuando hacemos la señal de la cruz metiendo nuestra mano en el agua santa, podemos pensar con gratitud en el bautismo recibido y renovar nuestro “Amén” para vivir inmersos en el amor de la Santa Trinidad. ¡Dios os bendiga!
Saludo a los peregrinos de lengua inglesa presentes en la Audiencia de hoy, especialmente a los que vienen del Reino Unido, India Tailandia, Canadá y Estados Unidos de América. Un saludo especial para los miembros de la Catholic Extension Society de Estados Unidos, agradecido por el serio compromiso en la labor de reconstrucción en Puerto Rico. Con la alegría de Cristo Resucitado, invoco sobre vosotros y vuestras familias el amor misericordioso de Dios nuestro Padre. ¡El Señor os bendiga!
Dirijo un cordial saludo a los peregrinos de lengua alemana. El recuerdo de nuestro Bautismo, que celebramos en la Liturgia de la Pascua, nos hace presente nuestro vínculo vivo con Cristo, y nos hace disponibles a seguirlo en la caridad a los hermanos. Dios os bendiga a vosotros y a vuestras familias.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Los invito a que hagan memoria agradecida de su bautismo, y a que renueven con alegría y convencimiento el compromiso que sellaron aquel día, de modo que vivan siempre inmersos en el amor de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Muchas gracias.
Dirijo un cordial saludo a los peregrinos de lengua portuguesa presentes en esta Audiencia, en concreto a los grupos venidos de Portugal y Brasil. Queridos amigos, la gracia del bautismo se dirige a fructificar en un camino de santidad hecho de pequeños, pero profundos, gestos concretos de confianza en Dios y amor al prójimo. ¡Dios os bendiga!
Dirijo una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua árabe, en particular a los provenientes de Oriente Medio. Queridos hermanos y hermanas, acordaos siempre de que la renuncia al pecado, a las seducciones del mal, a satanás, es en lo que la Iglesia cree; no son actos momentáneos, limitados al momento del Bautismo, sino actitudes que acompañan todo el crecimiento y la madurez de la vida cristiana. ¡El Señor os bendiga!
Saludo cordialmente a los polacos, y de modo particular a la delegación de Caritas Polaca, junto a algunos jóvenes de Siria, llegados a Roma en un autobús especial, le Embajada móvil de Caritas Joven, que inician una campaña que se propone sensibilizar a la sociedad de los problemas de los más pobres; promueven el voluntariado de los jóvenes y la ayuda a las víctimas de las persecuciones en Siria. El signo espiritual del proyecto Bus Young Caritas será la peregrinación de la Imagen de la Virgen de Alepo. Durante las funciones del mes de mayo encomendad a María, Reina de Polonia, la vida de la Iglesia, vuestra Patria y vuestras familias. Rezad por la paz en el mundo, y de modo particular en el Medio Oriente. Os bendigo de corazón.
Saludo con alegría a los peregrinos croatas, en concreto a los directivos y alumnos de la Escuela Católica “San José” de Sarajevo, en Bosnia y Herzegovina. Queridos jóvenes, todavía tengo vivo en el corazón nuestro encuentro en Sarajevo del 2015, sobre todo vuestra presencia festiva, vuestra sed de verdad y de ideales. Os animo a uniros cada vez más a Cristo, para vivir en plenitud vuestra existencia. La Iglesia cuenta con vosotros: sed siempre generosos, valientes y llenos de esperanza. De corazón os bendigo. ¡Sean alabados Jesús y María!
Dirijo una cordial bienvenida a los fieles de lengua italiana. En particular, saludo a los sacerdotes del Pontificio Colegio Misionero Internacional y del Pontificio Colegio Español San José de Roma; a la parroquia Santísima Virgen María de la Estrella en Stornella; a la Asociación laboratorio de la esperanza de Ascoli Piceno y a la unión de Cocineros Toscanos. Me alegra recibir a los peregrinos de la ciudad de Palermo, acompañados por su Pastor Mons. Corrado Lorefice. Animo a todos a ser fieles a Cristo, fuente de nuestra esperanza, para que brille en todas partes la alegría del Evangelio.
Un pensamiento especial para los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados. Hoy se celebra la memoria de San Atanasio, Obispo y Doctor de la Iglesia. Que su santidad, unida a una sana doctrina, sostenga la fe y refuerce el buen ejemplo cristiano de cada uno.
Fuente: vatican.va / romereports.com.
Traducción de Luis Montoya.
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