Entrevista: Esta catedrática valenciana es una de las españolas con mayor poder de decisión en la ONU. ¿Su objetivo? Mejorar la calidad de vida de millones de desfavorecidos
Seguramente, los niños vietnamitas que han visto cómo se multiplicaba por tres el rendimiento del maíz no conocen el nombre de Paloma Durán. Tampoco los jóvenes nigerianos por los que los hermanos Roca crearon el bombón Kaduna, para concienciar sobre el hambre. Ni las mujeres lencas, que por fin comercializan su artesanía, gracias al fomento del turismo rural en Honduras. Sin embargo, sin Paloma Durán es probable que esos y otros muchos proyectos que ayudan a millones de personas en todo el mundo no hubieran visto la luz. Quizá, por eso dicen que a esta catedrática de Filosofía del Derecho valenciana le gusta combatir las injusticias desde la discreción.
Desde hace dos años, Durán dirige el Fondo para los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, a los que 193 países se comprometieron en 2015 para conseguir un desarrollo más justo, más igualitario y menos destructor del entorno. Desde ese puesto, gestiona 70 millones de dólares anuales y ya ha logrado que tres millones y medio de personas de 22 países mejoren sus condiciones de vida. No es la primera vez que Durán trabaja para la ONU: antes, formó parte de las juntas directivas del Programa de Desarrollo Sostenible y de UNICEF. Y fue consejera de Asuntos Sociales de la embajada de España ante Naciones Unidas.
En todos esos puestos, su objetivo ha sido lograr un escenario más justo. Ahora, cada vez que entra en su oficina de Nueva York, se propone hacer realidad miles de sueños a los que pone nombre y apellido para que no se queden en utopías. Porque aunque erradicar la pobreza, proteger el planeta o asegurar la prosperidad para todos suene inalcanzable, para ella otro mundo es posible. Un mundo más justo, más limpio, más igualitario. Más feliz.
¿Qué es exactamente el Fondo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas?
Es un mecanismo, ahora mismo el único, que permite juntar a todas las agencias de la ONU para trabajar con los actores locales y tener mayor impacto en la población. Mi trabajo es coordinarlo para cumplir los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, una agenda universal que pretende, sobre todo, mejorar la situación de las personas más vulnerables. Para ello, todos los actores se tienen que implicar, porque la responsabilidad de mejorar la vida de la gente no es exclusiva de los gobiernos. Deben implicarse el sector privado, la sociedad civil, las industrias creativas... Es responsabilidad de todos.
Entonces, ¿también podemos aportar algo a nivel individual?
Hace poco, me preguntaron cuánto dinero hace falta para erradicar la pobreza en el mundo y respondí que probablemente trillones de dólares. Pero lo que hace falta son trillones de seres humanos dispuestos a pensar en el de al lado. Antes se creía que el desarrollo era responsabilidad exclusiva de los gobiernos, pero los presupuestos gubernamentales no cubrirían todo, es una responsabilidad colectiva. Que sigan llegando inmigrantes a Europa y se mueran en el mar es una responsabilidad de todos. O que haya unas hambrunas brutales en África o gente sin techo en la Europa o Estados Unidos.
¿Cree que, poco a poco, estamos asumiendo esa responsabilidad?
Creo que sí. La situación de la comunidad internacional en el año 2000, cuando se aprobó la agenda para los Objetivos de Desarrollo del Milenio, no es la misma que la de 2015, cuando se aprueban los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En 2000 nadie habló del cambio climático ni del acceso al agua; sin embargo, hoy son temas que no se pasan por alto. De igual forma, en 2000, los estados decían a los países pobres lo que tenían que hacer y ahora queremos que digan cuáles son sus necesidades. Porque, para que los proyectos funcionen, deben apropiárselos.
¿Y cómo se consigue que los países hagan suyos esos proyectos?
En nuestros programas hemos incluido dos requisitos: crear un comité nacional en el que se involucren todos los actores que participan y que ellos tomen las decisiones del día al día; y los fondos de contrapartida, por los que si recibes un dólar para el proyecto tienes que conseguir un dólar adicional, de actores locales o de internacionales que trabajen allí. En Sierra Leona, durante la crisis del ébola, al Gobierno le pareció una idea sensacional: consiguieron multiplicar por 2,5 el presupuesto y crear una red de entidades locales para seguir trabajando.
¿Cuáles son las principales dificultades con las que se encuentra?
Identificar las necesidades del país y generar la confianza de todos (gobiernos, sociedad civil y sector privado) para iniciar una colaboración a largo plazo que mejore la vida de las personas. A veces, se nos olvida que lo más importante son las personas para las que trabajamos. El Fondo puede generar diálogo y consenso. En Sierra Leona estamos trabajando en Kono, una zona famosa por la producción de diamantes, que en lugar de crear ingresos se ha convertido en una fuente de conflicto y degradación ambiental. Hoy la comunidad local, las empresas mineras, el Gobierno y las organizaciones sociales han firmado un acuerdo que está creando empleo para jóvenes e infraestructuras sociales.
¿Y qué es lo que más le satisface de su trabajo?
Acabo de volver de Cuba, donde tenemos un proyecto por el que 45.000 familias han pasado de tener agua una vez al mes a tenerla todos los días. Mejorando la vida de 45.000 familias no hemos arreglado el mundo, pero sí hemos arreglado "su" mundo, y eso es muy bonito. Igual que es una satisfacción poner en marcha programas como el de Palestina. Allí, de cada cinco trabajadores solo una o dos, según los sectores, son mujeres, y hemos creado una cooperativa para que formen sus propias empresas.
Precisamente el quinto de esos objetivos de desarrollo es la igualdad de género. ¿Estamos avanzando realmente?
No me gusta dar cifras, porque pienso que la igualdad no se consigue solo con la paridad. Creo que hay un tema cultural y de educación, que pasa por entender que una sociedad es mejor cuando hay una representación efectiva de hombres y de mujeres.
Sin embargo, en la ONU ha habido pocas mujeres al frente de instituciones de peso.
Ahora se han producido cambios. El nuevo secretario general, Antonio Guterres, anunció una estrategia de igualdad que ya está empezado a funcionar.
Su trayectoria ha estado siempre vinculada a la búsqueda de igualdad. ¿Por qué?
Desde que tuve uso de razón, escuché a mi madre decir que hay que ponerse en el lugar de los demás. Creo que es una necesidad pensar en los demás, y eso se aprende en el entorno familiar. Yo tuve la grandísima suerte de tenerla a ella.
¿Cómo era el mundo para las mujeres cuando comenzó?
Publiqué el primer libro sobre este tema en 1992, Debates sobre el género, con ponencias de un seminario de la universidad. Un catedrático me dijo: "Estos debates, ¿sobre qué son? ¿Sobre el género de ropa?". Y guardo la carta donde me comunicaban que no se tenía en cuenta lo que había publicado sobre género, porque no se consideraba un área científica... En España ha habido muchos cambios, pero queda pendiente el cambio de mentalidad.
Trabaja en una organización que está en el punto de mira. ¿Qué opina de las críticas a la ONU?
Trabajar allí es una gran responsabilidad. Hay muchas cosas que se pueden hacer mejor, pero también creo que es muy necesaria. Es fácil detectar los errores, pero también es verdad que los éxitos normalmente no se publican. Creo que Naciones Unidas hace un trabajo muy importante. Otra cosa es el papel político, y obviamente nunca llueve a gusto de todos.
¿Qué ha aprendido a lo largo de su trayectoria en esa institución?
Que juntar a actores muy distintos requiere un ejercicio de diálogo y escucha muy importante, pero además hace falta respeto, intentar entender dónde está el otro.
¿Cree que en 2030, el plazo fijado para alcanzar esos objetivos, habrá cambiado el mundo?
No sé si vamos a cambiarlo, pero si procuras hacer tu trabajo lo mejor posible, si respetas a la gente, si intentas entender su modo de pensar... pones los medios para cambiar lo que tienes a tu alcance. Y eso ya es mucho.
Entrevista de Beatriz González, en mujerhoy.com.
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