Alfa y Omega (Entrevista de Cristina Sánchez)
«Hay una gran diferencia entre la familia cristiana y la islámica, porque en medio de la cristiana está Cristo y está el amor. La familia musulmana está unida por el linaje»
Joseph Fadelle nació en Iraq, con el nombre de Mohammed. Miembro de una familia Moussaoui —descendiente directa de la familia de Mahoma—, era un hombre de gran posición social y poder. Pero un encuentro obligado con un cristiano, Massoud, con el que compartía habitación cuando ambos servían al ejército iraquí en Basora, provocó su primer encuentro directo con el amor de Dios, a través de la lectura del Evangelio.
Así empezó la historia de conversión de Mohammed y su lucha por sobrevivir frente a una familia que quiso asesinarle, la encarcelación, la tortura y la dificultad para ser cristiano en una sociedad como la iraquí. Hoy vive en Francia con su mujer y sus dos hijos. El viernes pasado, contó su testimonio en la II Jornada sobre Libertad religiosa en el mundo, organizada por Ayuda a la Iglesia Necesitada.
Cuando usted iba a pedir el Bautismo, muchos católicos iraquíes le cerraron la puerta. ¿Qué le hizo pensar que no estaba equivocado?
La Iglesia en Iraq tiene miedo de la legislación coránica, y como hacia mí se había lanzado una fatwa de pena de muerte, no se atrevían a ayudarme. Yo ya había conocido el amor de Cristo, y eso estaba por encima del miedo. Además, una vez bautizado, comulgaba a menudo, y eso me daba fuerzas para continuar. Sabía que no estaba equivocado, porque la Verdad está con Cristo.
Tuvo varios ‘ángeles de la guarda’ en su historia de conversión. Uno de ellos Massoud, su compañero durante el servicio militar, el primero que le habló del amor de Dios...
Recuerdo que me sentía confuso, porque no había nada en su comportamiento que alimentase mis prejuicios contra los cristianos. El pánico inicial dio paso a un sentimiento de intriga, porque era la primera vez que conocía a un cristiano. Fue así como empezamos a hablar, y me descubrió el Evangelio, cuya belleza me cautivó. Cuando volví a la vida civil, supe que quería bautizarme. Massoud murió tres días después de dejar el ejército. Ahora, está conmigo cada día.
Otro fue ‘abouna’ −‘padrecito’− Gabriel, el sacerdote que le ayudó a bautizarse y a escapar a Jordania, cuando la persecución contra usted en Iraq fue especialmente crítica...
Llamé a su puerta −tras llamar a muchas otras— para pedir el Bautismo, y creyó en mí. Nos reuníamos dos veces por semana, y nos enseñaba, a mi mujer y a mí, todo lo referente a la fe. Siempre fue una roca en medio de tantas pruebas.
Y la Hermana Maryam, una religiosa que le acogió en Jordania.
Ella es una mujer abnegada que movió cielo y tierra para que nos acogieran y no nos descubrieran, y que no nos abandonó jamás. Hoy, sigue trabajando para ayudar a los conversos iraquíes.
¿Ha cambiado su concepto de familia, desde la visión islámica en la que se crió, a la familia cristiana en la que vive ahora?
Hay una gran diferencia entre la familia cristiana y la islámica, porque en medio de la cristiana está Cristo y está el amor. La familia musulmana está unida por el linaje.
Su mujer se convirtió también a la fe católica, ¿cómo fue?
Tras conocer mi decisión, me pidió que le explicase en qué consistía la fe cristiana. ¡Mi mujer fue una valiente! Tras leer el Evangelio y quedar cautivada por un libro que habla de amor y esperanza, me dijo que abandonaba el Corán, porque no podía creer a un libro que trata con tanta crueldad a la mujer.
¿En qué se diferencia Mohammed de Joseph?
Cuando era Mohammed, tenía mucho poder, una gran posición social, y estaba apegado a mi tierra y tradiciones. Ahora, Joseph es más humilde. Pasé de ser jefe a ser servidor, y ahora en lo pequeño, soy inmensamente feliz, porque vivo con Cristo y en Cristo.
¿El Islam está mal entendido en Iraq?
El problema no está en el mal entendimiento de los hombres, sino en lo que proclama el Corán.
¿Muchos musulmanes viven bajo la ‘sharia’ por miedo, más que por fe?
En general, todos los musulmanes tienen miedo: del Gobierno, de los jefes tribales e incluso de Dios, al que no conocen como Padre. Por Dios se mata, pierden sus propiedades, su familia...; la característica del musulmán es el miedo.
¿Cuál es la misión de Joseph Fadelle ahora, en Europa?
Contar mi historia y dar a conocer la situación que se vive en los países islámicos, que procede sobre todo del demonio, que quiere golpear a la Iglesia. Y hablo del amor de Cristo, que es lo que me ha cambiado la vida.
¿Qué se necesitaría en Iraq para que haya libertad religiosa?
No sólo es una cuestión de Iraq, sino de todos los países musulmanes. Los Gobiernos, y también el demonio, saben que, si hubiera libertad religiosa, los musulmanes abandonarían el Islam.
Joseph Fadelle es autor del libro El precio a pagar
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