Su entrenador y tío, Toni Nadal, se despide después de haberle acompañado a lo largo de toda su carrera. Detrás de un gran hombre... aquí hay otro gran hombre
Aristóteles dijo que la amistad es la cosa más necesaria en la vida. Cicerón aseguró que era el sol de la vida. Acerca de los padres y las madres, cómo no, hay multitud de citas célebres. Pero la literatura es más bien escasa en el elogio a los tíos. Habrá que cambiar eso, sobre todo porque existen personas como Toni Nadal.
Toni se metió en nuestras vidas hace 27 años cuando comenzó a entrenar a su sobrino Rafa, uno de los mejores tenistas que ha dado (y sigue dando) la Historia del Deporte. Si Rafa ha sabido afrontar las lesiones, remontar, luchar, ganar partiendo como no favorito, levantarse, jugar con continuo dolor en las rodillas y, además de eso, vivir el espíritu deportivo, la buena educación y la sonrisa, es gracias a su entorno familiar y profesional. De él, Toni Nadal es parte medular.
El premio Nobel de la Paz Desmond Tutu dijo hace algún tiempo que “no eliges a tu familia. Son los regalos que Dios da, y tú lo eres para el resto de la sociedad”. A Rafa Nadal le cayó en suerte un Toni fuerte y ambicioso, humilde y valiente a la vez. El pasado lunes día 20 hizo pública una carta en el diario español El País en la que anunciaba que se retira como entrenador. Es una carta emotiva, de la que vale la pena subrayar algunas frases:
En primer lugar, el título. “Gracias, Rafael”. No hay un verbo en primera persona ni un lamento. La valoración de estos años es de alguien que reconoce cuál es su papel en esta historia. Su dedo apunta a la Luna, o sea a Rafa, y no quiere que nadie se quede embobado mirando el dedo.
Cómo ha tirado de Rafa para arriba: “He sido más molesto que apacible y más exigente que dado al halago. Le he procurado más un punto de insatisfacción que de beneplácito y le he trasladado siempre a él toda la responsabilidad”.
Espíritu de fair play: “He tenido la suerte de convivir con una generación de grandes jugadores, pero siempre he procurado que la defensa de los intereses del mío no me impidieran verlos desde una perspectiva más o menos ecuánime. Nunca he entendido que la rivalidad debiera traspasar los límites del campo de juego ni he considerado a ningún rival como un enemigo. Esto me ha permitido apreciarles, respetarles y aprender de ellos”.
Llamada a la acción virtuosa en el deporte. In medio virtus, decía Aristóteles, y el entrenador lo traslada a la dimensión que hoy ha tomado el deporte en la vida de algunos: “Creo que nos haría bien empezar a moderar nuestras pasiones en el campo deportivo y hacerlo extensivo a todos los demás”.
Agradecimiento a las personas que han formado parte del camino, especialmente el equipo: “A todos ellos les agradezco su entrega, compromiso, buen hacer y, no menos importante, su amistad. La convivencia con ellos me ha enriquecido enormemente como profesional y, por supuesto, como persona”.
Reconocimiento de la labor periodística: los periodistas “han demostrado tanto rigor como respeto por la figura de mi sobrino y, por extensión, por la mía. No han caído en la práctica del desprestigio cuando las cosas se le han complicado a Rafael. Hemos sentido mucho más el aliento y la comprensión por parte de los medios que la intención de hacer leña del árbol caído cuando hemos atravesado crisis en el juego o cuando hemos sufrido por las lesiones”.
La afición, por su “respaldo y cariño”, que se ha manifestado incluso en noches en vela viendo partidos.
Agradecimiento, para acabar, a Rafa: “La relación con él siempre ha sido atípicamente fácil dentro del mundo en el que nos movemos. Gracias a su educación, respeto y pasión he podido desplegar mi manera de entender esta profesión. Gracias a él he vivido experiencias que han superado todos mis sueños como entrenador. He viajado a su lado a sitios increíbles y he conocido a personas relevantes e interesantes de muchos ámbitos. A día de hoy me siento enormemente valorado y querido porque su figura ha engrandecido la mía mucho más de lo que me merezco”.
Para que no haya lágrimas, mejor un hasta luego, porque esto no se acaba. “Me voy con mis alumnos de Manacor”.
Se puede imaginar uno la carta que querrá escribir Rafa Nadal a su tío. Sin duda, la dejará sellada en cada partido que juegue a partir de ahora, porque el “aire” de Toni Nadal seguirá empuñando la raqueta de Rafa. Il sangue del soldato fa grande il capitano, dicen en Italia: la sangre del soldado engrandece al capitán.