En relación con la política familiar, Rusia, país antaño pionero en medidas que dañaban a la familia y en la falta de respeto a la vida, parece haber cambiado de orientación
Este verano he tenido ocasión de visitar Moscú y he podido conversar con académicos de diferentes universidades. Ha sido una grata sorpresa para mí comprobar el enorme interés que despierta en este país la necesidad de apoyar la institución familiar. Para lograrlo plantean políticas que refuercen la familia como ámbito de protección de las personas y motor del desarrollo social. Hace ya tiempo que las autoridades de ese país muestran preocupación por la gravedad de la situación. En 2014 el gobierno presentó su “Plan Estatal para la Política Familiar hasta 2025”. Este documento expone cómo la crisis de finales de los años 90 y principios de la década del 2000 condujo a un descenso de la natalidad y a una menor estabilidad en los matrimonios y en los vínculos familiares.
La nueva política familiar rusa se ha centrado en otorgar ayudas directas para el fomento de la natalidad y en medidas que ponen en valor la vida matrimonial y familiar en el contexto de la sociedad civil, frente a las formas de vida individualistas vigentes. Desde el año 2007 el Ministerio de Trabajo y Protección social concede ayudas directas a las familias, entre las que destaca la prestación por maternidad por el segundo, tercer y siguientes hijos. Estas ayudan pueden destinarse a mejorar las condiciones de la vivienda familiar, o si se prefiere, guardarlas para costear los estudios de los niños en el futuro.
Paralelamente se ha abordado también la cuestión del aborto. Rusia, que había sido pionera en su introducción en 1920 y presentaba a inicios del siglo XXI las mayores tasas del mundo de abortos, ha cambiado significativamente su postura ante este problema. En 2011 el Parlamento sancionó una ley para restringir el aborto.Estableció como obligatorio un período de espera, para permitir a la mujer reconsiderar su decisión. Estas medidas han conseguido el objetivo deseado. En primer lugar, se ha detenido el declive demográfico, y en segundo se han elevado las tasas de natalidad.
Más allá de los aciertos o desaciertos en otros ámbitos de la acción política, el gobierno ruso parece decidido a promover la familia como lugar de acogida y de crecimiento de sus ciudadanos. En el contexto de los mensajes recibidos en Fátima, Sor Lucia afirmó que la batalla final se hará sobre el matrimonio y la familia. En este año en el que se conmemora el centenario de esas apariciones y de la revolución bolchevique, surge espontáneo preguntarse por el papel que Rusia puede tener en el futuro de la familia.
Montserrat Gas Aixendri Directora del Instituto de Estudios Superiores de la Familia Universidad Internacional de Cataluña, Barcelona.