En la catequesis de hoy el Santo Padre ha explicado que los cristianos deben mantener la esperanza y no desanimarse, pues la resurrección de Jesús los invita a una vida nueva
Queridos hermanos y hermanas:
Octubre es un mes que la Iglesia dedica especialmente a la misión, por eso esta catequesis lleva por título: “Misioneros de esperanza hoy”. El núcleo de la fe cristiana es la resurrección de Jesús, por eso el cristiano no puede ser un profeta de desgracias. A través del Espíritu Santo, Jesús nos hace renacer a una vida nueva que debemos anunciar a los demás no solo de palabra, sino con la vida.
Jesús quiere testigos, personas que difundan esperanza con su modo de acoger, de sonreír, y sobre todo de amar. Porque la fuerza de la resurrección hace que los cristianos seamos capaces de amar allí donde parece que ya no hay motivo para amar, y de abrir espacios de salvación allí donde parece que todo está humanamente perdido.
El cristiano por eso no se deja llevar del desánimo o de la queja, ya que gracias a la resurrección está convencido de que no hay ningún mal que sea infinito, ninguna noche que sea eterna, ningún hombre que no pueda cambiar, ningún odio que no se pueda vencer con amor.
Queridos hermanos y hermanas, buenos días. En esta catequesis quiero hablar del tema “Misioneros de esperanza hoy”. Me alegra hacerlo al inicio del mes de octubre, que en la Iglesia está dedicado de modo particular a la misión, y también en la fiesta de San Francisco de Asís, que fue un gran misionero de esperanza.
En efecto, el cristiano no es un profeta de desventuras. ¡No somos profetas de desventuras! La esencia de su anuncio es lo opuesto, lo contrario a la desventura: es Jesús, muerto por amor y a quien Dios resucitó la mañana de Pascua. Y ese es el núcleo de la fe cristiana. Si los Evangelios se quedasen en la sepultura de Jesús, la historia de ese profeta iría a añadirse a las muchas biografías de personajes heroicos que gastaron su vida por un ideal. El Evangelio sería entonces un libro edificante, incluso consolador, pero no sería un anuncio de esperanza.
Pero los Evangelios no se cierran con el viernes santo, van más allá; y es precisamente ese fragmento ulterior el que transforma nuestras vidas. Los discípulos de Jesús estaban abatidos aquel sábado tras su crucifixión; aquella piedra puesta sobre la puerta del sepulcro había cerrado también los tres años entusiasmantes vividos por ellos con el Maestro de Nazaret. Parecía que todo había acabado, y algunos, desilusionados y temerosos, ya estaban dejando Jerusalén.
¡Pero Jesús resucita! Este hecho inesperado desconcierta y revoluciona la mente y el corazón de los discípulos. Porque Jesús no resucita solamente para él mismo, como si su renacimiento fuese una prerrogativa de la que estar orgulloso: si asciende al Padre es porque quiere que su resurrección sea participada por todo ser humano, y arrastre a lo alto a toda criatura. Y en el día de Pentecostés los discípulos fueron trasformados por el soplo del Espíritu Santo. No tendrán solamente una bonita noticia que llevar a todos, sino que ellos mismos serán distintos que antes, como renacidos a una vida nueva. La resurrección de Jesús nos transforma con la fuerza del Espíritu Santo. Jesús está vivo, está vivo entre nosotros, está vivo y tiene esa fuerza de transformar.
¡Qué bonito pensar que somos anunciadores de la resurrección de Jesús no solamente de palabra, sino con los hechos y con el ejemplo de la vida! Jesús no quiere discípulos capaces solo de repetir fórmulas aprendidas de memoria. Quiere testigos: personas que propagan esperanza con su modo de acoger, de sonreír, de amar. Sobre todo, de amar: porque la fuerza de la resurrección hace a los cristianos capaces de amar incluso cuando el amor parece haber perdido sus razones. Hay algo “más” que habita la existencia cristiana, y que no se explica simplemente por la fuerza de ánimo o un mayor optimismo. La fe, la esperanza nuestra no es solo un optimismo; ¡es otra cosa, es algo más! Es como si los creyentes fuesen personas con un “trozo de cielo” de más sobre la cabeza. Es bonito esto: somos personas con un pedazo de cielo de más sobra la cabeza, acompañados por una presencia que alguno no llega ni a intuir.
Así, la tarea de los cristianos en este mundo es la de abrir espacios de salvación, como células de regeneración capaces de devolver linfa a lo que parecía perdido para siempre. Cuando el cielo está todo nublado, es una bendición quien sabe hablar del sol. El verdadero cristiano es así: ni quejoso ni enfadado, sino convencido, por la fuerza de la resurrección, que ningún mal es infinito, ninguna noche es sin término, ningún hombre está definitivamente equivocado, ningún odio es invencible para el amor.
Cierto, alguna vez los discípulos pagarán caro esa esperanza dada a ellos por Jesús. Pensemos en tantos cristianos que no abandonaron su pueblo cuando vino el tiempo de la persecución. Se quedaron allí, donde era incierto incluso el mañana, donde no se podían hacer planes de ningún tipo, se quedaron esperando en Dios. Y pensemos en nuestros hermanos, en nuestras hermanas del Medio Oriente que dan testimonio de esperanza y también dan la vida por ese testimonio. ¡Esos son verdaderos cristianos! Esos llevan el cielo en el corazón, miran más allá, siempre más allá. Quien ha tenido la gracia de abrazar la resurrección de Jesús puede aún esperar en lo inesperado. Los mártires de todo tiempo, con su fidelidad a Cristo, cuentan que la injusticia no es la última palabra en la vida. En Cristo resucitado podemos seguir esperando. Los hombres y mujeres que tienen un “por qué” vivir resisten más que los otros en los tiempos de desventura. Pero quien tiene a Cristo a su lado ya no teme nada. Y por eso los cristianos, los verdaderos cristianos, nunca son hombres fáciles ni acomodados. Su mansedumbre no debe confundirse con un sentido de inseguridad ni de sumisión. San Pablo anima a Timoteo a sufrir por el Evangelio, y dice así: «no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio» (2Tm 1,7). Caídos, se vuelven a levantar siempre.
Por esto, queridos hermanos y hermanas, el cristiano es un misionero de esperanza. No por mérito suyo, sino gracias a Jesús, el grano de trigo que, caído en tierra, muere y da mucho fruto (cfr. Jn 12,24).
Con gusto doy la bienvenida a los peregrinos de lengua francesa, en particular al grupo de la diócesis de Aviñón, con el arzobispo Jean-Pierre Cattenoz, además de los peregrinos provenientes de Francia y Suiza. En esta fiesta de San Francisco de Asís, dejad que el Señor os haga verdaderos “misioneros de esperanza” en medio de vuestros hermanos y hermanas. ¡Dios os bendiga!
Saludo a los peregrinos de lengua inglesa presentes en esta Audiencia, especialmente a los provenientes de Inglaterra, Escocia, Dinamarca, Nigeria, Australia, Indonesia, Nueva Zelanda, China y Estados Unidos de América. Dirijo un saludo particular a los nuevos estudiantes del Pontificio Colegio Beda, asegurando mi cercanía espiritual al inicio de sus estudios para el sacerdocio. Para todos vosotros y vuestras familias invoco la alegría y la paz de nuestro Señor Jesucristo.
Dirijo un cordial saludo a todos los peregrinos de lengua alemana, en particular a los fieles de la Parroquia de Santa María en Cloppenburg-Bethen y a los estudiantes del Franziskanergymnasium Kreuzburg. Os deseo una buena estancia en Roma y de corazón os bendigo a todos.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, especialmente a los provenientes de España y América Latina. Pidamos a Jesús, por intercesión de la Virgen María y de san Francisco de Asís, que sepamos difundir siempre a nuestro alrededor semillas de esperanza y de amor. Que el Señor os bendiga. Muchas gracias.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua portuguesa, de modo especial a los fieles de la parroquia «Ressurreição do Senhor, de Jardim», reunidos aquí, movidos por el deseo de afirmar y consolidar su fe y adhesión a Jesucristo. Que el Señor os colme de alegría y el Espíritu Santo ilumine las decisiones de vuestra vida; que podáis cumplir fielmente el querer del Padre celestial. Rezad por mí; no os faltará mi oración y la Bendición de Dios.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua árabe, en particular la delegación venida de Egipto, para la bendición de la imagen que describe la huida a Egipto de la Sagrada Familia para escapar de la opresión y de la injusticia del rey Herodes. Recuerdo con cariño mi Visita Apostólica a vuestra tierra buena y a su pueblo generoso; tierra en la que vivió San José, la Virgen María, el Niño Jesús y tantos profetas; tierra bendita a través de los siglos por la preciosa sangre de los mártires y de los justos; tierra de convivencia y de hospitalidad; tierra de encuentro, de historia y de civilización. Que el Señor os bendiga a todos y proteja vuestro país, Medio Oriente y el mundo entero de todo mal y de todo terrorismo y del maligno.
Saludo cordialmente a los peregrinos polacos en el día en que se celebra la fiesta de San Francisco de Asís. Quiero recordar que hace 100 años en Fátima, en cada una de las seis apariciones, la Virgen pedía: “Quisiera que cada día rezaseis con el rosario”. Respondiendo a su petición, recemos juntos por la Iglesia, por la Sede de Pedro y por las intenciones de todo el mundo. Pidamos perdón por los pecados. Recemos por la conversión de los dudosos, por cuantos niegan a Dios y por las almas del purgatorio. A todos vosotros que rezáis el Rosario, os bendigo de corazón.
Dirijo una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana. Me alegra recibir a los participantes en el Capítulo General de la Sociedad de María (Padres Maristas) y a las Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, reunidas en Conferencia General, os animo a promover vuestro carisma con espíritu de servicio y de fidelidad a la Iglesia. Saludo cordialmente a la Comisión de la Familia del Triveneto, acompañados por el Obispo de Verona, Monseñor Giuseppe Zenti; a los grupos parroquiales; a los jóvenes de la comunidad del Corazón Inmaculado de María de Pescara; a los miembros de las asociaciones YMCA, que trabajan entre las problemáticas que más afligen a los jóvenes; a la Asociación Niño hemopático y a la Coordinación ambiental de Anagni.
Finalmente, un pensamiento afectuoso a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Hoy celebramos la fiesta de San Francisco de Asís. Que su ejemplo de vida refuerce en cada uno de vosotros, queridos jóvenes, la atención hacia la creación; os sostenga a vosotros, queridos enfermos, aliviando vuestra fatiga diaria; y sea de ayuda a vosotros, queridos recién casados, al construir vuestra familia sobre el amor caritativo.
Deseo anunciar que desde el 19 al 24 de marzo de 2018 se ha convocado por la Secretaría General del Sínodo de Obispos una Reunión pre-sinodal al que son invitados jóvenes provenientes de diversas partes del mundo: ya sean jóvenes católicos, o jóvenes de diversas confesiones cristianas y otras religiones, o no creyentes. Esta iniciativa se incluye en el camino de preparación de la próxima Asamblea General del Sínodo de Obispos que tendrá por tema Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, en octubre de 2018. Con tal camino la Iglesia quiere ponerse a la escucha de la voz, de la sensibilidad, de la fe y también de las dudas y críticas de los jóvenes: ¡debemos escuchar a los jóvenes! Por eso, las conclusiones de la Reunión de marzo serán trasmitidas a los Padres sinodales.
Fuente: vatican.va / romereports.com.
Traducción de Luis Montoya.
Introducción a la serie sobre “Perdón, la reconciliación y la Justicia Restaurativa” |
San Josemaría, maestro de perdón (1ª parte) |
Aprender a perdonar |
Verdad y libertad |
El Magisterio Pontificio sobre el Rosario y la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae |
El marco moral y el sentido del amor humano |
¿Qué es la Justicia Restaurativa? |
“Combate, cercanía, misión” (6): «Más grande que tu corazón»: Contrición y reconciliación |
Combate, cercanía, misión (5): «No te soltaré hasta que me bendigas»: la oración contemplativa |
Combate, cercanía, misión (4) «No entristezcáis al Espíritu Santo» La tibieza |
Combate, cercanía, misión (3): Todo es nuestro y todo es de Dios |
Combate, cercanía, misión (2): «Se hace camino al andar» |
Combate, cercanía, misión I: «Elige la Vida» |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía II |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía I |