Los mayores molan porque te enseñan a vivir la vida y a valorar cosas que tú −creyéndote parte de la generación más madura de la historia− no valoras
En diciembre de 2013, Alberto aún trabajaba en la famosa firma de auditorías KPMG. Esa Navidad, fue a visitar a su abuelo Clemente. ¿Acaso pensaría que esa inocente visita a su abuelo le haría “perder” el trabajo?
El Día de Reyes conoció a un amigo de su abuelo, Bernardo, que con más de ochenta años y sin descendencia, “solo” pedía como regalo un nieto. Alberto tuvo una idea. Poco tiempo después, llegó a la residencia donde vivía Bernardo y le dijo: «¡Ya tienes un nieto! Te adopto como abuelo».
Así nació Adopta un Abuelo, una iniciativa que −según explica su fundador− no solo tiene como objetivo «paliar las horas de soledad de nuestros mayores, sino también el de resaltar la figura de todos los abuelos y abuelas del mundo».
Alberto dejó su trabajo en KPMG y se dedicó de lleno a sacar adelante Adopta un Abuelo. Ha tenido su recompensa. Su iniciativa cuenta hoy con más de 200 voluntarios que acompañan a más de un centenar de personas mayores. Por ahora se encuentran en cinco ciudades, pero más de una decena reclaman su presencia.
Para conocer más sobre esta iniciativa, contactamos a Alfonso Mata, coordinador de Adopta un Abuelo en Pamplona.
¿Cómo conociste ‘Adopta un Abuelo’?
A través de las redes sociales. Yo he hecho mucho voluntariado y estaba buscando uno, porque no hacía desde el colegio. Estaba mirando por Facebook y través de un amigo conocí Adopta un Abuelo y me puse en contacto con Alberto [el fundador] y le dije: «Oye, yo quiero traer este proyecto a Pamplona». Me entrevistó y al final me escogió para el equipo.
Yo estaba buscando un voluntariado porque yo siempre he pensado que además de la Universidad tienes que hacer algo más. Y si encima es para formación “personal”, por así decirlo, extra-profesional, yo creo que es algo necesario.
En una palabra, ¿qué es ‘Adopta un Abuelo’ para ti?
Vida. ¿Por qué? Porque desde el punto de vista del voluntario te da una amplitud sobre lo que es la vida en sí. El abuelo te transmite cómo vivir la vida, te da lecciones de vida que no serías capaz de aprender por ti solo hasta que no llegas a esas edades.
Y por otra parte tú le das a él o a ella con tu voluntariado, con tu amistad, le das una nueva vida. Porque ponte a pensar la soledad que tienen en las residencias. Pasar de no salir de la residencia, igual ni siquiera de tu planta, a devolverte las ganas de salir a la calle o salir a tomar un café… yo lo definiría como vida.
Las terapeutas nos lo dicen. Ellas se “enfadan” porque están con terapias todo el día, con no sé qué, y no consiguen que muevan un dedo. En cambio, llegan un par de chavales… y se ve el resultado.
Si la pregunta anterior se la hago a los más de 200 voluntarios, ¿qué palabra crees que se repetiría más?
Pues yo creo que coincidirían con la que dicen los propios mayores y es «amistad». Es una amistad porque el compromiso de “te voy a ver una hora y media toda las semanas”, cuando llegan las vacaciones y ya no tienes que ir obligatoriamente, de todos modos sacas un hueco.
Lo mismo en período de exámenes. Acabas un examen un lunes y el siguiente lo tienes un viernes. En vez de ir a tomarte una caña con quien sea, vas y te la tomas con tu abuelo [adoptado]. Por eso, yo creo que la palabra que dirían tanto voluntarios como mayores sería amistad.
¿Qué requisitos deben cumplir los voluntarios? ¿Reciben algún curso de formación?
Sí. Uno, sobre todo, que es la edad, porque Adopta un Abuelo pretende ser un programa intergeneracional. Por tanto, los voluntarios deben ser de hasta unos 25 años, 30 como mucho. De hecho, la mayoría son jóvenes de entre 18 y 22 años, y este es nuestro público objetivo, por así decirlo. Y, por supuesto, se requiere ganas y responsabilidad. Esta última no tanto con Adopta un Abuelo, sino con los abuelos en sí.
Por otra parte, sí les damos un curso de formación. Es obligatorio para todos los voluntarios. Lo impartimos antes del inicio del programa. Se trata de una formación aplicada al voluntariado con la tercera edad, porque es un voluntariado especial. Hay que saber comportarse antes situaciones que puedan surgir complicaciones.
De los casos de ‘Adopta un Abuelo’ que conoces, ¿cuál es el que más te ha impactado?
El día de la apertura del proyecto [en Pamplona], que es el día en que decimos a los mayores con qué voluntarios van a estar, pasó que una de las abuelas estaba en una silla de ruedas y tenía la típica malla para evitar que se cayera. Y entonces le presentamos a sus nietas. Cogió la señora y se puso de pie y empezó a cantar una jota, toda llena de felicidad. Me dio un escalofrío. Si yo no llego a buscar por redes sociales este voluntariado, esto jamás hubiera pasado.
Danos tres argumentos para convencernos de que #LosMayoresMolan
En primer lugar, por el respeto que se merecen. Los mayores han establecido las bases de nuestra sociedad actual. No cabría pensar en el modelo de bienestar que vivimos hoy si no fuera por ellos. Como mínimo, se merecen nuestro respeto.
Después, por la importancia de la figura de los abuelos en estos últimos años de crisis bastante dura. Sin la figura de los abuelos, para muchísimas familias la crisis hubiera sido completamente devastadora. Debemos ser agradecidos por su sacrificio, no solo durante toda su vida, sino en estos años de crisis que les ha tocado a veces ser sustento de la familia.
Y, lo más importante, que nos dan lecciones de vida, como he dicho antes. Los mayores molan porque te enseñan a vivir la vida y a valorar cosas que tú −creyéndote parte de la generación más madura de la historia− no valoras.
¿Cómo definirías la sabiduría que aportan los abuelos?
No se trata de una sabiduría en el sentido de te van a enseñar matemáticas o física. Es una sabiduría de la vida que no hay otro tipo de personas que te la puedan dar. O te la dan los mayores o no te la da nadie. Ellos son los que han vivido y te enseñan a valorar lo que importa de verdad.
En la JMJ de Cracovia, el Papa Francisco dio esta tarea a los jóvenes: “Hablad con vuestros abuelos”. ¿Habéis pensado contarle a él vuestro proyecto? ¿Qué crees que respondería?
A mí me encantaría hablar con el Papa por muchísimas razones. La verdad es que nunca hemos pensado en escribirle, pero sería un “puntazo” poder recibir su consejo o su mensaje.
Yo creo que nos daría un mensaje esperanzador. Muchas veces tildan a nuestra generación de «generación perdida»: no nos preocupamos por nada, no tenemos responsabilidades, solo buscamos disfrutar el momento y ya está. Y por eso creo que su discurso −aunque ya sabemos que este Papa sorprende siempre− iría por ahí. Él sabe que gran parte de los jóvenes de nuestra generación sí que somos responsables, sí que tenemos valores y buscamos fomentarlos, sí que buscamos ayudar al prójimo… al final, representar y llevar a la vida de los demás los valores cristianos.
Fuente: arguments.es.
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