Como no queremos que te lo pierdas, lo hemos resumido en varios puntos
¿Una JMJ en 2017? Sí, ya lo sabrás. Cada año tiene lugar una Jornada Mundial de la Juventud. Cada cierto tiempo, la JMJ se lleva a cabo en un destino extranjero (la última, por ejemplo, en Cracovia). Pero el resto de años se celebra en Roma, el Domingo de Ramos. El Papa Francisco escribió un mensaje para la XXXII JMJ, que es la de este año. Como no queremos que te pierdas este mensaje −fue presentado en forma de vídeo, como un llamado de preparación para la JMJ Panamá 2019− que hemos resumido en varios puntos.
1) María: ejemplo a seguir de todo católico
La JMJ de Panamá se va a centrar en un pasaje del Evangelio de Lucas (1,38) que dice: “He aquí la sierva del Señor: hágase en mí según tu palabra”. Éstas son las palabras que María dirigió al Arcángel Gabriel cuando le dijo que iba a concebir a Jesucristo, aun sin tener ninguna seguridad de que las cosas fueran a ser fáciles… Y no lo fueron. El Papa relaciona esta respuesta con la esperanza en el futuro y la valentía para afrontar el presente.
2) No a los “jóvenes-sofá”
Muy en su línea, Francisco hace énfasis en el hecho de que la época en la que nos ha tocado vivir no necesita de “jóvenes-sofá”, conformistas, que no tienen agallas para salir a la calle y ser artífices directos del cambio. Basta ver el ejemplo de María, que en cuanto se enteró de que su prima, Isabel, necesitaba ayuda, emprendió un viaje de 150 km aun sabiendo que estaba embarazada. No se demoró ni un momento, y el viaje no fue en vano. No solamente porque llegó a tiempo de ayudarla, sino que, al ser un camino tan largo, tuvo mucho tiempo para pensar.
3) Nuestra vida: una peregrinación
El viaje de María fue una peregrinación en toda regla. Nosotros deberíamos hacer lo mismo en el camino de nuestra vida, ahondando en nuestra vocación y encontrándonos con Dios al darnos a los demás.
Nuestra vida es una peregrinación, un viaje. Cuando Dios toca el corazón de una persona joven, ésta se vuelve capaz de hacer cosas muy grandes, cosas inimaginables… Y que quizá nunca hubiéramos conseguido sin ese pequeño empujón. La Virgen recibió un gran regalo, la fe, que es (en palabras del Papa) el corazón de toda su historia. Gracias a esa fe, María confió plenamente en la misericordia divina, a pesar de la incertidumbre y el sufrimiento. Por haberse dejado interpelar por Dios, la vida de la Virgen se convirtió en un instrumento para mejorar el mundo… ¡Y nosotros podemos hacer lo mismo, si nos dejamos llamar por el Padre!
4) No hay santo sin pasado, ni pecador sin futuro
Nuestra historia, nuestra vida, tiene su pequeña representación dentro de la historia de la Iglesia. No vivimos aislados, estamos influidos por nuestro propio pasado. Aunque a muchos nos gustaría tener un botón de reset, lo cierto es que el pasado es el que nos ha conducido al aquí y al ahora. Podemos reflexionar sobre nuestras vidas y, gracias al fruto de esa reflexión, proyectarla hacia el futuro. Somos protagonistas de nuestra propia historia, y nosotros decidimos nuestro futuro. Ser joven no significa estar desconectado del pasado: en palabras del Papa, no hay santo sin pasado ni pecador sin futuro.
Pero eso no quiere decir que tengamos que quedarnos en el pasado. María conservaba todas las cosas meditándolas en su corazón (cf. Lc 2, 19.51), pero no se quedaba anclada ahí. El Papa nos da varios consejos para ver el pasado con más cariño y con algo de sentido sobrenatural. Al final del día, recordar durante unos minutos las cosas buenas que nos han pasado durante el día (y también las malas), haciendo examen de conciencia; pidiendo perdón a Dios por las cosas que podríamos haber hecho mejor y dándole las gracias por todo lo bueno y hermoso.
5) Escuchar la sabiduría del pasado
Francisco también habla del valor que tiene escuchar a los ancianos, como seguramente haría la Virgen con su prima Isabel. Son una mina de oro de sabiduría, y escucharlos puede llegar a influir en nosotros de manera muy positiva, motivándonos a seguir viviendo.
Aunque seamos jóvenes, podemos aprender a dar el valor debido a la tradición, al pasado. Eso no quiere decir quedarse en él, sino recuperar las fuerzas (volviendo a lo nuclear) para poder proyectar mejor un futuro de felicidad, que solo se encuentra en las experiencias auténticas de amor. ¿Y cómo concretar estas experiencias? Dejándonos en manos de Dios: es el único que puede hacernos realmente felices.
Nos pide que nos encomendemos a María Santísima, cultivando la relación con ella y difundiendo las maravillas que, por su intercesión, Dios hace a través de nosotros.